López Obrador quiere iniciar su peculiar revolución empezando por Felipe VI
El presidente mexicano Antonio Manuel López Obrador (Amlo), quiere cumplir a rajatabla su programa electoral, basado en lo que él ha llamado “la Cuarta Transformación”, empezando por España y por el Jefe del Estado español, el rey Felipe VI, que asistió a su toma de posesión el pasado mes de Diciembre, semanas antes de que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se convirtiese en el primer político extranjero que se entrevistaba con el nuevo mandatario mexicano.
En esa visita del presidente Sánchez, el Presidente electo le explicó su pretensión de situar su sexenio, al nivel de tres momentos claves de la historia de México, las llamadas tres transformaciones: la independencia para liberarse de los 300 años de dominio español; la reforma con la guerra de liberales y conservadores, sus leyes y la obra de Benito Juárez (el personaje político mexicano que más admira), y la revolución contra el régimen de Porfirio Díaz, cuando se promulga la Constitución, actualmente en vigor en el país.
Esa "Cuarta Transformación", su peculiar revolución, la ha querido iniciar Amlo por el Jefe del Estado español, con una carta dirigida al rey Felipe VI (y otra similar al Papa) pidiéndole que se disculpe por la conquista y el sometimiento español, de los pueblos indígenas en el siglo XVI, con una invasión en la que estos pueblos fueron sometidos arbitrariamente, sin respetar los derechos humanos. “Hubo masacres y represión y la conquista española se llevó a cabo con la espada y la cruz. Construyeron sus iglesias en los templos”, ampliaba López Obrador en un video grabado frente a las ruinas de Comalcalco, cerca de donde se libró, hace ahora 500 años, la primera batalla de los españoles contra los mayas.
Por si no le hubieran caído encima suficientes problemas y conflictos al Jefe del Estado español, en su reinado que en Junio se celebrará el quinto aniversario, con una crisis política que ha provocado la celebración de tres elecciones generales en tres años, un intento de independencia en Cataluña, la declaración contra él de "persona no grata " en el Parlamento catalán, y una ofensiva de los independentistas contra la Corona, ahora y cinco siglos después, le piden que repare lo que se hizo en tiempos de Carlos de Hasburgo (Carlos I), para que se lleve a cabo "un relato de agravios y que se pida perdón a los pueblos originarios y por las violaciones a lo que ahora se conocen como derechos humanos, las matanzas, y las imposiciones con la llamada conquista que se hizo con la espada y con la cruz".
Lo más sorprendente de esta sorprendente historia es que quienes más se han indignado han sido los propios pueblos originarios que, en el Parlamento Nacional Indígena se han extrañado de la carta al Rey español, sobre la que no fueron consultados ni se contó con ellos para el envío. Lo único que quieren, al margen de un debate que consideran “infructuoso”, es que el Presidente que tanto les ha prometido, cumpla los compromisos que adquirió durante la campaña con las comunidades originarias.
Lo que sí ha conseguido López Obrador es un notable eco a su reivindicación tanto en la prensa mexicana, que generalmente se ha manifestado en contra de la pretensión de su Presidente al abrir viejas heridas y originando una crisis diplomática inútil, abriendo un debate que consideran ridículo, como en la prensa de medio mundo “¡Qué curioso es este Presidente! , dice Reforma “No se atreve a castigar a los corruptos del sexenio pasado, pero sí exige disculpas de España por lo que ocurrió hace 500 años”. Igualmente crítico es The New York Times por “agitar antiguos fantasmas“, suscitando además desconcierto en México, o The Times que sostiene que “hacer a la gente responsable de sus ancestros es profundamente equivocado, porque los españoles de hoy no son responsables de las acciones de sus predecesores”.
“Una exigencia ridícula y anacrónica” dice el periódico francés Les Echos que reconoce que las exigencias del Presidente mexicano han suscitado estupor y malestar en Española donde se sospecha que quiere crear artificialmente un conflicto entre dos países que mantienen relaciones estrechas, tanto en el plano cultural como en el plano económico. Si los abusos y las violencias de los tiempos de la “conquista no se ponen en duda, se cuestiona la utilización tergiversada de la Historia, percibida como una manera de desviar la atención de los problemas actuales de México, en materia de corrupción o de desigualdad social”.