El terror de Europa a una “catástrofe holandesa”
Las urnas de las elecciones holandesas, que se han celebrado con una gran afluencia de votantes este miércoles, se han cerrado a las ocho de la tarde, pero hasta el martes 21 de Marzo, no se conocerá la composición del Parlamento, ya que el terrorismo cibernético que se viene ejerciendo en algunos países, y alentado sobre todo por Rusia, según se puso de manifiesto en las pasadas elecciones norteamericanas a favor de Donald Trump, ha llevado al Gobierno holandés a prescindir de los ordenadores y realizar el cuenteo de los votos a mano, para evitar cualquier tipo de manipulación cibernética. Pueden entrar en el Parlamento hasta una docena de partidos, con lo cual cualquier acuerdo será difícil a la hora de formar gobierno.
Las elecciones de este miércoles, no sólo han sido en cierto modo extraordinarias, por ese cuenteo voto a voto, sino por el temor al poder que pueda alcanzar el Partido por la Libertad, del populista Geert Wilders, el primer candidato populista que abre un periodo electoral en Europa que comienza con él, sigue en Francia con Marine Le Pen (segura vencedora en la primera vuelta), continúa en Alemania en Septiembre, con la incógnita de la ultraderechista Alternativa para Alemania, y se cerrará en Italia con el fenómeno del Movimiento 5 Estrellas del cómico Bipoo Grillo.
Desde esta noche todos los ojos de Europa están puestos en Holanda, con el temor de que si el Partido del líder de la extrema derecha Wilders, es el más votado (algo que no reflejan, por el momento las encuestas) pueda producirse un efecto dominó que ponga en peligro los cimientos de Europa, ya cuarteados con el Brexit. Holanda es el primero de una serie de países (Francia, Alemania e Italia) en los que el euroescepticismo puede complicar, aún más, el futuro de la Unión Europea. En el intento de retomar los votos perdidos por los recortes que ha tenido que realizar, especialmente en dependencia y sanidad, el primer ministro Mark Rutte, del conservador Partido Popular para la Libertad y Democracia (VVD), ha advertido a los holandeses para que eviten lo que él llama "la catástrofe". “Las piedras que ya cayeron aún pueden ser levantadas”, dijo Rutte en un intento de evitar esa "catástrofe" En el caso de que ganara Rutte sería una señal con un doble efecto: recuperación de la unidad en los Países Bajos y, recuperación también de un cierto optimismo para Europa, que tanto lo necesita en las actuales circunstancias.
Pero "la catástrofe" no es descartable, tal como ha ocurrido en Estados Unidos con el triunfo del gran enemigo de esa Europa, Donald Trump, protector además de otros populismos que están muy cercanos al suyo, y a los que está dispuesto a ayudar. Probablemente de todos esos populismos, el más combativo y radical es, sin duda, el de Wilders. Un personaje que ha formado un partido sin militantes, que odia al Islam, al que acusa de todos los males de Occidente, que vive en absoluta soledad, permanentemente protegido por la policía y por su propia escolta personal, que nunca se desprende de su chaleco antibalas por las numerosas amenazas de muerte que ha recibido durante estos últimos trece años (desde que fundó el partido) que nunca duerme dos noches en el mismo sitio, que apenas pisa la calle y que siempre está en su despacho en el Parlamento, convertido en un autentico búnker.
De padre holandés y madre indonesia, sólo ve una vez a la semana a su esposa de origen húngaro y ha roto con toda su familia por su radicalismo, que le hace acusar a los inmigrantes marroquíes (“la escoria marroquí”, dice) de ser los causantes de toda la delincuencia del país, y a los islamistas de ser seguidores de un “señor de la guerra como Mahoma, un pedófilo”. Wilders siente un profundo odio hacia el islam, una "religión del desierto" que en realidad es una "ideología terrorista". El odio lo justifica en sus propias experiencias en países árabes y en su gran amor por Israel, país donde vivió en su juventud durante dos años.
Está absolutamente aislado y su convivencia es exclusivamente con las decenas de guardaespaldas que le protegen. Su única relación con el mundo exterior, es a través de twitter, y las redes sociales, desde donde desarrolla, igual que Trump, su campaña electoral. Una campaña que promete la “desislamización de Holanda con el cierre de las mezquitas, la prohibición del velo y el Corán (que compara con “Mein Kampf “de Hitler), cierre de las fronteras a todo inmigrante procedente de país árabe, y la salida de Holanda de la Unión Europea, conocida ya como “Nexit”. Frenar los gastos en ayuda al desarrollo, en energía eólica, arte e innovación y aumentar los gastos destinados a la policía y a las fuerzas armadas y, lo más popular, bajar los impuestos.
Aunque hoy el partido de Wilders sea el más votado (es imposible que puede superior los 75 parlamentarios que la darían la mayoría absoluta) el compromiso del resto de los partidos de pactar con él, matiza bastante el miedo que la mayoría del país siente por ese peligroso populismo que parecía imposible que pudiese arraigar en Holanda. En vez de “Holanda, primero” el eslogan es “Holanda para los holandeses”.