El rey Felipe VI en perspectiva (I)
En 2009, con el muy conocido presentador de televisión José María Íñigo me pidió que colaborase en un libro suyo, que tituló “Cien españoles y el Príncipe”. Se trataba, según el viejo rito de libros de este tipo iniciado hace varias décadas por José María Gironella y Rafael Borrás -por ejemplo, “Cien españoles y Franco”, o “Cien españoles y Dios”-, de recurrir a un centenar de presuntos sabios, para que diéramos nuestra opinión sobre el entonces Príncipe de Asturias, y hoy Felipe VI de España.
Ahora, pasado un lustro, me pareció interesante volver a ese cuestionario, para después de cada respuesta originaria, introducir una serie de observaciones sobre la forma en que se cumplieron o no mis predicciones, y lo que ha sucedido desde cinco años atrás hasta hoy. Así pues, aquí van los textos iniciales, y los nuevos para República.com, con diferenciación de letra para facilitar la identificación: más pequeña la de 2009, y un poco mayor la de 2014.
1. ¿Cree Vd. que el príncipe Don Felipe está suficientemente preparado para asumir las labores propias de Jefe de Estado y Rey de España?
Creo que la educación del Príncipe ha sido más cuidada y completa que la recibida por su padre el rey Juan Carlos. Sobre todo en cuanto a actividades civiles, cursos en universidades foráneas y visitas de Estado, especialmente a Iberoamérica. Además, por su ya larga ejecutoria como Príncipe de Asturias (así como de Gerona y de Viana), ha tenido más tiempo para viajar por todo el mundo y España entera, contactando con los líderes más conocidos y toda clase de personas.
Como alumno que fue mío en un curso especial que se le preparó en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), para él y veinte compañeros de expedientes académicos ponderados (para que no todos fueran repelentes niños vicentes), siempre le vi muy atento en clase y con ganas de aprender, y de intervenir en los temas que íbamos tratando. Como igualmente aprecié su jovialidad en los encuentros con los profesores del curso, y particularmente el de un almuerzo memorable que tuvimos en el Rectorado de la propia UAM.
Desde 2009 hasta 2014, todo un lustro, el Príncipe de Asturias aprendió mucho más, y se hizo todavía más internacional. En ese sentido, en las veces que le vi en 2013 y 2014, con ocasión de dos encuentros organizados por la Sociedad del Bicentenario del General Prim - la primera en el Palacio de la Zarzuela y la segunda en el Monasterio de Poblet, Mausoleo de los Reyes de la Corona de Aragón), todos los asistentes a esos dos encuentros pudimos apreciar el conocimiento que el Príncipe, hoy Rey, tenía de los temas que fuimos tratando. Y en el segundo de esos encuentros -el 26.II.2014- mucho más largo y pausado, sus intervenciones mostraron su carácter incisivo.
2. ¿Piensa Vd. que ha llegado la hora en que Don Juan Carlos abdique a favor de su hijo el príncipe Don Felipe?
Me parece que no sería lo más oportuno. El rey Juan Carlos está en buenas condiciones psicofísicas, y su papel en la configuración de la monarquía parlamentaria en la Constitución de 1978, ha sido importante y sigue siéndolo. Él contribuyó en alto grado al retorno de la democracia, y además, el Rey tiene una memoria poco común donde registra su conocimiento de cosas y personas, con un trato idóneo para cada caso. En ese contexto, si se presionara para su abdicación, sería casi como prejubilar al más sabio y más viejo del lugar.
El párrafo anterior fue escrito hace cinco años, y en ese lapso muchas cosas cambiaron en la persona del rey Juan Carlos. Su gran popularidad se vio muy disminuida por sus aventuras sentimentales y sus aficiones cinegéticas. Y su salud y capacidad de movimiento se quebraron como consecuencia de las incidencias traumáricas de su accidente en Bostwana en el aciago episodio de 2012 de la célebre caza del elefante. En ese contexto, revivieron y aumentaron las referencias a su posible abdicación, en lo que también influyó la triple circunstancia de las previas renuncias de Benedicto XVI, la reina de Holanda y el rey de los belgas.
Al final, la abdicación por jubilación se anunció el 2 de junio de 2014, y rápidamente, el día 19, se formalizó con una Ley ad hoc, haciéndose la proclamación del prícnipe de Asturias como Felipe VI. En resumen, en sólo tres años, la idea antes muy prematura de la abdicación, se hizo realidad prácticamente con la unanimidad de la opinión pública.
A propósito de la autorretirada de Juan Carlos I, debemos recordar que en los últimos quinientos años hubo una primera abdicación, de Carlos I de España y V de Alemania, en Bruselas, a caballo entre los años 1555 y 1556, cuando dejó los reinos de España, Flandes, Italia y las Indias a su hijo Felipe II, y el gobierno del Imperio a su hermano Fernando, que sería designado Káiser ulteriormente. Después, estuvo la abdicación de Felipe V en 1724, a favor de su hijo Luis, si bien, pocos meses más tarde hubo de reasumir sus funciones de rey, por la defunción de su heredero.
Las siguientes abdicaciones tuvieron un signo rayando en lo miserable: las de Bayona (1808), cuando bajo la presión del “Gran Corso”, el indeseable Fernando VII abdicó en su padre Carlos IV, éste en Napoleón, y el emperador de los franceses en su hermano José Bonaparte; rey intruso para la inmensa mayoría de los españoles.
La historia relacionada con los cambios anómalos en la dinastía borbónica no se acabó ahí. Isabel II fue destronada por la revolución de septiembre de 1968 (Prim, Serrano, Topete, “España con honra”), y Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos I, abandonó el país tras las elecciones del 12 de abril de 1931 y ante la previsión de que se proclamaría la República el 14 de abril. Todo ello sin abdicar y según el texto que publicó: “para evitar el derramamiento de sangre entre los españoles”; que luego se produciría, elevado a la enésima potencia, con la guerra civil”.
La Historia más reciente es bien conocida: la proclamación -por la gracia de Franco- de Juan Carlos como príncipe de España en 1969 y como rey en 1975. Nombramiento que fue democráticamente consagrado con la Constitución de 1978, en cuyo artículo 57 se le atribuye la Corona de España.
3. Un país abiertamente “juancarlista” como parece que es España ¿aceptará con los brazos abiertos a Don Felipe como rey de España?
No veo por qué no. La ejecutoria del Príncipe ha sido bien correcta, pudiendo observarse que la inmensa mayoría de los ciudadanos le da buena puntuación. Y si la función del rey Juan Carlos, ya aludimos a ello con anterioridad, tuvo su etapa más trascendente en la Transición a la Democracia. El rol futuro del actual Príncipe de Asturias, cuando sea Rey, consistirá en dar continuidad, con las necesarias innovaciones, al normal funcionamiento constitucional.
Ciertamente, es difícil saber qué podrá pasar en España en el futuro si seguimos con toda la barahúnda política en que nos debatimos últimamente. En ese sentido, si el ambiente se deteriorara, tal vez, al llegar al trono Felipe pudiera ponerse a referéndum la cuestión de la Monarquía, y si el nuevo Rey asumiera tal cosa, el Gobierno que hubiera para entonces habría de dar vía al trance; bastante complicado, por cierto, pues podría requerir una reforma previa de la Constitución. Y si esa consulta popular se hiciera (personalmente no la veo indispensable) y la ganase el nuevo Rey, su papel como símbolo de la Nación mejoraría mucho en solidez.
El decisivo papel del rey Juan Carlos en la Transición a la democracia -en “un país abiertamente juancarlista”, pero ya menos desde 2012-, sigue teniendo un reconocimiento generalizado. Y la puntuación del príncipe Felipe se mantuvo en buen nivel en las horas bajas, si bien la reina Sofía siempre estuvo por delante en las encuestas. Y lo más importante, la puntuación de la Monarquía tras la proclamación de Felipe VI, subió de mínimos al 75 por 100.
En cuanto al tema del referéndum, con la futura reforma constitucional para modificar el sistema de sucesión, habría, de iure, un nuevo referéndum sobre la Monarquía. Aparte de que en el punto 10 de este documento se verá que Felipe VI ya fue votado por las Cortes Generales positivamente – con más del 80 por 100 de las Cortes Generales – al debatirse la Ley de Abdicación.
Seguiremos la semana que viene, y como siempre el autor queda a la disposición de los lectores en castecien@bitmailer.com
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