Ocho ideas para comprender la guerra en Ucrania un año después

Fuerzas de la República de Donetsk disparan un mortero 2S4 'Tulipán' cerca de Bajmut.

EFEFuerzas de la República de Donetsk disparan un mortero 2S4 'Tulipán' cerca de Bajmut.

Acto de agresión. El 24 de febrero de 2022, una vez concluidas las Olimpiadas de invierno de 2022 celebradas en China, la Federación Rusa realizó una ofensiva bélica que significó la violación de la soberanía y del territorio ucraniano, repitiendo las mismas acciones militares, políticas y económicas que en 2014 en la península de Crimea, también territorio ucraniano. Ambas acciones constituyen desde la perspectiva del Derecho Internacional un acto de agresión, que se define jurídicamente como un crimen internacional. Tras la Primera Guerra Mundial en el marco de aspiración de paz de la comunidad internacional dio lugar al denominado “espíritu de Locarno” que concluyó con el pacto Briand-Kelloggs de 1928 de renuncia del uso de la fuerza para dirimir disputas entre Estados. El mismo principio aparece como eje fundamental del sistema de Naciones Unidas tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Es de especial importancia, porque la condición de algunos Estados de la comunidad internacional con capacidad nuclear convirtió este principio no solo un elemento clave de la seguridad y estabilidad internacional, sino también de la propia subsistencia del planeta Tierra.

Víctimas. La OTAN, en palabras del general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos ha cifrado de manera aproximada el número de víctimas vinculadas a la guerra en Ucrania; cerca de 100.000 soldados rusos y el mismo número de soldados ucranianos han muerto o se han identificado como heridos en la guerra de Ucrania. La cifra más devastadora señala que alrededor de 40.000 civiles habrían muerto en el conflicto, sin olvidar a los refugiados. De acuerdo con el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas entre febrero de 2022 y febrero de 2023 se han registrado oficialmente 5,5 millones de refugiados ucranianos, 167.726 de ellos han tenido como destino España. Un drama con tragedia humanitaria inaceptable desde cualquier análisis.

Interrelación e interdependencia. Los conflictos internos o internacionales dejaron de ser un asunto interno para los actores beligerantes y, en especial, tras la caída del muro de Berlín y el proceso de globalización la interconexión va más allá de los aspectos geoestratégicos, y golpea directamente a la comunidad internacional por sus efectos en los planos diplomáticos, en las fuentes de energía, la economía, el transporte y la seguridad internacional global. Curzio Malaparte en su obra El volga nace en Europa en 1942 describía a Ucrania como el granero de Europa y la puerta hacia Eurasia y sus conflictos. Los escenarios de vulnerabilidad energética, inflación, crisis económica, falta de suministros derivados del cereal ucraniano y algunos minerales, junto con las alianza de los países de Occidente en torno a la OTAN, han perfilado los actores solidarios con Ucrania —Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, Noruega, Macedonia, Montenegro, Israel— y Rusia y sus Estados correligionarios, no beligerantes pero aliados activos —China, Irán, Siria, Venezuela, Bielorrusia, Eritrea y Corea del Norte—, lo que constituye un escenario de tensión y potencial confrontación en diversas geografías del planeta. La reciente agenda energética, política y económica de China y Rusia en los continentes africanos y en América Latina han abierto un espacio de competencia en el territorio que durante los dos últimos siglos estuvo dominado y abusado por la potencias coloniales europeas y Estados Unidos, y que ahora tiene un nuevo frente —en este caso bélico— en Ucrania.

Nuevas guerras, viejos escenarios de conflicto. Paradojas de la historia, la topografía del crimen y los horrores cometidos por el ejército ruso en territorio ucraniano desde febrero 2022 están vinculados a los escenarios de conflicto más virulentos y trágicos de la historia del siglo XX. El “holodomor” o genocidio por hambruna a partir de 1932 en territorio ucraniano por parte de la Unión Soviética, las matanzas alemanas iniciadas tras la Operación Barbarroja de junio de 1941 que da inicio al “genocidio por las balas” y primera parte de la Shoa, y la violencia tras la posguerra entre 1945 y 1949 impregnada de antisemitismo y ultranacionalismo entre Rusia, Ucrania, Polonia y Bielorrusia. Prestigiosos profesores como Timothy Snyder han acuñado una nueva historiografía para definir este marco geográfico en el siglo XX y XXI bajo el nombre de “tierras de sangre” (Blodlands).

Liderazgo político en un escenario de guerra. Dos personalidades y la construcción de dos personajes permiten entender el conflicto en Ucrania. El liderazgo, la admiración suscitada por el coraje cívico y resistencia del pueblo ucraniano representada por el presidente Volodimir Zelensky, que no huyó como esperaba Rusia, logró aleccionar a sus conciudadanos y recabar el respaldo de los países occidentales mencionados arriba. El otro, Vladimir Putin, jefe de Estado, líder del ejecutivo y ejecutor de políticas de seguridad propias de un Estado criminal en un país que se empobrece día a día en recursos técnicos, científicos y sobre todo humanos, que ha provocado una diáspora, especialmente de jóvenes y profesionales con una visión liberal democrática y de respeto de los derechos humanos. Los índices de apoyo interno en Rusia a su presidente no se pueden entender sin las políticas de control de la información, que desde Occidente se aleja de nuestra idea de líder democrático, y se aproxima a la de capataz y matón.

Manipulación informativa en la guerra de Ucrania. La expresión “the fog of war”, traducción del alemán “Nebel des Krieges” (niebla de la guerra) hace referencia a la incertidumbre y la distorsión de la percepción de la realidad en el escenario y fragor del combate, una sensación a la que sue­len hacer frente aquellos que participan en operaciones bélicas. Esta expresión describe el desasosiego y la inseguridad sobre la capacidad propia y la del ad­versario, así como sobre la interpretación de las operaciones tácticas en medio de un operación, campaña o maniobra. El uso de las redes sociales, la propaganda que realizan ambos Estados son un elemento clásico de manipulación. Las imágenes y videos de un dron ucraniano que destruye a una columna de tanques rusos y muestra a los despavoridos soldados amputados y heridos que corren para salvar la vida es la misma forma de pornografía de la guerra que las imágenes rusas de la entrega de niños ucranianos secuestrados de los orfanatos ucranianos y entregados a familias nacionalistas rusas para curar y hacer olvidar a los niños del mal de sus orígenes ucranianos, son solo una muestra de la perfección de la distorsión que se puede crear de la manipulación del trascurso la guerra.

Vladimir Putin, este miércoles en un mitin con motivo del Día del Defensor de la Patria en el Estadio Luzhniki.

Vladimir Putin, este miércoles en un mitin con motivo del Día del Defensor de la Patria en el Estadio Luzhniki. EFE

T4P. El acrónimo T4P hace referencia a “Tribunal for Putin”, que un grupo de organizaciones ucranianas de derechos humanos iniciaron para evitar la impunidad por los crímenes cometidos por los ejércitos rusos. La fiscalía ucrania, el parlamento Europeo y diversos países y entidades apoyan la idea de creación de un tribunal penal internacional ad hoc para juzgar los crímenes cometidos por Putin. Rusia no forma parte del Estatuto de Roma que creo la Corte Penal Internacional, sin embargo las pruebas muestran la comisión de crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra. El eventual traslado forzoso de niños ucranianos que está realizando Rusia podría constituir un crimen de genocidio. Curiosamente, las ideas revolucionarias que han propiciado la evolución del Derecho Penal Internacional en los últimos 80 años fueron creadas por personas nacidas en el territorio bélico actual. Tres grandes juristas Aaron Trainin, Hersch Lauterpatch y Raphael Lemkin conceptualizaron respectivamente los crímenes internacionales de acto de agresión, crímenes de lesa humanidad y genocidio. Los tres juristas nacieron en un triángulo geográfico entre las actuales Ucrania, Polonia, Rusia y Bielorrusia. Leópolis, actualmente principal destino de los desplazados internos ucranianos, fue en la universidad donde estudiaron Lauterpatch y Lemkin, y ha sido bombardeada sistemáticamente por Rusia. Estos autores concibieron los crímenes internacionales que tal vez, algún día, un futuro tribunal penal internacional o nacional ucraniano aplicará para juzgar las conductas ilícitas y criminales de Vladimir Putin y del mando militar, y tratará de evitar la impunidad de los horrores de esta guerra. La historia nos ha mostrado que la impunidad es fuente, primero de injusticia y en segundo lugar de futuras inestabilidades y simiente para nuevos conflictos.

Negociación de la paz. Barack Obama formuló una observación para explicar el fin de las operaciones bélicas de un conflicto en el siglo XXI: “las guerras contemporáneas ya no concluyen con un armisticio y un acuerdo de paz”. Hoy en los conflictos se busca mantener abiertos diversos canales de comunicación entre las partes beligerantes, normalmente a través de aliados o discretos agentes. La paz como fin de las hostilidades militares se producirá por un proceso de negociación que debería concluirse lo antes posible, en especial en este conflicto bélico que sabemos que no puede producirse una victoria militar completa en el terreno por ninguna de las partes, y siempre con la sombra del uso de armas tácticas nucleares rusas —es decir, la capacidad de llevar a la edad de piedra y crear 40 km2 de desierto prehistórico sin vida y sin futuro—. No es realista hablar de paz, sino de un postconflicto que permita iniciar la reconstrucción, probablemente en un contexto de una nueva guerra fría consolidada y la oportunidad para que Ucrania pueda desarrollarse en lo que ha manifestado como sus aspiraciones de futuro próximas a la Unión Europea, una vez transforme sus instituciones, vida pública y marco político conforme a los estándares del Estado de derecho de los países europeos occidentales. El futuro de Putin depende de cómo presente este acuerdo y si una nueva oligarquía mafiosa pugna por el espacio de poder que una eventual debilidad o error permita cambiar la historia de Rusia. Las negociaciones y sus resultados serán siempre menos desventurados que la guerra y la destrucción material y de vidas que acarrea día tras día, víctima tras víctima, incluidos los soldados rusos muertos por la decisión de un tirano. El accidente y la tragedia del submarino K-141 Kursk en agosto del año 2000 fue la única vez que Putin vio en peligro su autoritas cuando las madres y esposas de los marineros olvidados en el fondo del mar pedían responsabilidades por la indiferencia de los responsables del gobierno ruso. Hay más de 100.000 familias rusas que pueden exigir hoy dignidad y verdad sobre el destino de sus desaparecidos y soldados muertos en combate, en una guerra que solo ha traído desprestigio, rechazo y vergüenza a Rusia.

---

Dedicado a Irina, Dania y Jaromir y a sus compatriotas que anhelan la paz y la oportunidad de poder volver a su casa en Ucrania.

---

Joaquín González Ibáñez es profesor de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense y codirector del Instituto Berg de Derechos Humanos.