La decisión del gobierno de Argelia de suspender el Tratado de Amistad y de Cooperación con España, bloqueando así las transacciones comerciales y financieras entre ambos países, ha trascendido del ámbito bilateral y ha llegado, a petición del ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a la Comisión Europea que le ha dado la razón a España.
No en vano las relaciones comerciales y financieras entre Argelia y España se inscriben en el acuerdo de Asociación de la UE con Argelia, tal y como lo dejó claro el duro comunicado emitido en Bruselas por los dos comisarios afectados por esta crisis, de Comercio y Exteriores, Dombrovski y Borrell.
Comunicado que Argelia calificó de ‘precipitado’, al tiempo que reculaba y decía que el gobierno argelino ‘no ha roto’ la relación comercial con España y que este país seguirá exportando gas a nuestro país.
Así están las cosas en este momento, con una victoria diplomática parcial del Gobierno de España, en una crisis que tiene su punto de partida en la decisión, unilateral y unipersonal, del presidente Sánchez de reconocer la soberanía marroquí del Sáhara Occidental.
Pero la crisis de la relación de Argel y Madrid está lejos de haber acabado y, guste o no, tendrá efectos comerciales porque la UE no puede obligar a los empresarios argelinos a comprar productos españoles ni a vender sus más destacados productos argelinos a empresas españolas.
De igual manera y, aunque Argelia anunció ayer que mantendrá en vigor el contrato de exportación de gas a España que está firmado hasta 2032, si podrá Argel aumentar el precio del gas para los próximos tres años lo que hará sin la menor duda porque el precio subirá.
Igualmente el Gobierno de Argel puede, sin que la UE se entrometa en ello, cambiar sus actuales socios empresariales, que ahora son españoles, en la explotación de los yacimientos de gas y petróleo argelinos, optando quizás por empresarios de Italia, país que se acaba de convertir en el socio especial y estratégico de Argelia en el ámbito de la energía.
Y por supuesto el gobierno de Argelia podría también dejar salir de sus costas y playas oleadas de pateras con emigrantes africanos -como lo ha hecho Marruecos cuando le interesaba- lo que sin duda tendrá un impacto importante en la política inmigratoria de nuestro país.
Tras la intervención y mediación de la UE a favor de España el Gobierno de Sánchez no debería alardear de esta, repetimos, victoria diplomática parcial, porque el conflicto entre los dos países está lejos de concluir y nuestro país no está, frente a Argelia, en condiciones de presionar ni de presumir.