Era inevitable pensar en 'El joven Papa', aquella magistral y provocadora serie de Sorrentino protagonizada por Jude Law y ambientada en el Vaticano. Inevitable también la curiosidad ante lo que se esperaba como una revelación divina sobre lo que esconden los gruesos muros de la Santa Sede. E inevitable, en fin, el morbo (reconozcámoslo) ante lo que se había anunciado como una venganza en los niveles más altos de la Curia.
La maquinaria del marketing editorial se había puesto en marcha antes incluso de que Benedicto XVI fuera enterrado. Su secretario personal sacudió la paz espiritual y el recogimiento de aquellos días (no han pasado ni dos semanas) con declaraciones que sonaban a ajuste de cuentas: iba a contar de una vez por todas la verdad de lo que ha sucedido en los últimos años alrededor de la silla de San Pedro.
Ya entonces, Georg Gänswein, de 66 años, tenía preparadas 336 páginas listas para la imprenta. No se sabe bien cuándo empezó a escribirlas, pero sí que enseñó al menos una parte a Ratzinger y que éste le pidió que esperara a que él ya no estuviera para publicarlas. Lo ha hecho este jueves. En Italia ya se puede comprar 'Nient'altro che la verità' (Nada más que la verdad), firmado a medias con el vaticanista Severio Gaeta.
Sólo el anuncio del libro se interpretó como un ataque al Papa Francisco, un intento de dañarlo en un momento complicado, justo cuando la muerte de Benedicto XVI dejaba al aire el enfrentamiento entre los dos modos de ver la Iglesia que representaban el Papa emérito y el Papa reinante. "Los dos grupos de hinchas", como los define en el libro.
La buena relación entre ambos había impedido los movimientos de los cardenales más críticos, que ahora no encuentran obstáculos. Entre ellos el mismo Gänswein.
Francisco le respondió en el Ángelus del pasado domingo: "el chismorreo es un arma letal, es peor que la peste del covid". Un día después, el nombre del secretario de Benedicto XVI era el único en la agenda de las audiencias del Papa. No ha trascendido nada del contenido de su encuentro, salvo que le vino a decirle que mejor que esté calladito.
El ruido ha sido tal que, según cuenta el web alemán Die Tagespost, en el último momento don Giorgio, como se le conoce en el Vaticano, ha intentado frenar la venta de su libro. El autor llegó hasta Marina Berlusconi, al frente de Mondadori, el grupo al que pertenece Piemme, la editorial de 'Nada más que la verdad'. Era demasiado tarde, parece que le dijeron, el volumen estaba ya en los canales de distribución.
Mucho de lo que se lee en el controvertido libro ha sido publicado antes en los periódicos. Hay más detalles, cierto. Más entrecomillados, sí. Pero en esencia, será una decepción para quienes lo compren con la expectativa de llevarse las manos a la cabeza o de encontrar trapos sucios.
Georg Gänswein no es el príncipe Harry. En su momento, todo hay que decirlo, tuvo una gran relevancia mediática. Cuando Joseph Ratzinger lo llevó con él a la Santa Sede como secretario personal, se ganó el apodo de "el George Clooney" del Vaticano. En España se le llamaba el 'Pájaro Espino', la serie que tenía como protagonista a un guapo sacerdote que sucumbía a la tentación de la carne.
Que se sepa, no es el caso de este arzobispo alemán especializado en derecho canónico. Como tal ha hecho voto de obediencia al Pontífice y, aunque es cierto que lo dicho y escrito no son precisamente ejemplos de lealtad hacia el Papa Francisco, también es verdad que no lo deja en tan mal lugar como se temía.

Portada de 'Nient'altro che la verità'
Recapitulamos: habla de su decisión de anular la misa en latín ("rompió el corazón a Ratzinger"), de su frialdad cuando decidió prescindir de sus servicios como prefecto de la Casa Pontificia ("sigue en el cargo, pero mañana no vuelvas a trabajar"), de cuando se lo saltaba y hablaba con su vice o cuando lo menospreciaba públicamente ("me pidió perdón, pero me dijo que las humillaciones hacían bien"), de cuando le dijo que no podía seguir viviendo en los apartamentos pontificios, de cuando autorizó la comunión a los divorciados...
La tensión entre ambos es evidente. Pero reconoce que Ratzinger apreciaba a Francisco y habla de una relación de afecto entre ambos. Bueno, fue así desde que, después de renunciar a su Pontificado, se mudó al monasterio Mater Ecclesiae, donde falleció el pasado 31 de diciembre. Antes, no.
Antes, el entonces arzobispo argentino no figuraba siquiera entre sus favoritos para sucederle. Según revela el libro, el primer contacto se produjo cuando Bergoglio, desde Buenos Aires, se opuso a la intervención del Vaticano en la gestión de los Jesuitas, a la que él pertenecía. Benedicto XVI le consultó y él lo frenó.
Cuando en 2013 se reunió el cónclave para elegir nuevo Papa, Ratzinger “miraba hacia tres figuras” para sucederle: “El italiano de 71 años Angelo Scola, arzobispo de Milán; el canadiense de 68 años Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, y el brasileño de 63 años Odilo Pedro Scherer”.
En realidad, 'Nient'altro che la verità' es un homenaje a Joseph Raztinger, su mentor, el cardenal que lo eligió en 2003 cuando él era sacerdote y lo mantuvo a su lado hasta llegar a lo más alto de la jerarquía católica. Es un reconocimiento a su figura como teólogo y a su trascendencia como ideólogo de la Iglesia. Es un tributo casi filial.
Quizá por eso, entre sus páginas no se encuentran tampoco las respuestas a dos de los momentos más difíciles y controvertidos del Pontificado de Benedicto XVI: el caso de la desaparición de Emanuela Orlandi y el escándalo bautizado como el Vatileaks. La lectura decepciona también en este sentido.
De la filtración de documentos realizada por el mayordomo de Ratzinger, Paolo Gabriele, relata las medidas posteriores, la investigación para identificar al culpable y poco más. Ni una palabra del resultado de las pesquisas cardenalicias recogidas en un informe secreto que Benedicto entregó a Francisco en su traspaso de poderes.
“Lo que aún hoy me desconcierta es la actitud que Paolo mostró cuando le comuniqué la suspensión cautelar del trabajo, a la espera de que se aclarase la situación", reflexiona el secretario. "Sostuvo que sólo sera un chivo expiatorio y afirmó fríamente sentirse sereno y tranquilo con su conciencia”.
De Emanuela Orlandi, la hija de un funcionario del Vaticano que desapareció hace 40 años y que siempre ha mantenido a la Santa Sede bajo sospecha, ha escrito aún menos. Lo imprescindible para intentar justificar que Ratzinger se haya negado siempre a hacer referencias públicas al caso para apoyar a la familia y para asegurar que el supuesto expediente secreto, del que se habla desde hace décadas, "no existe".
Esta misma semana, el Vaticano ha decidido reabrir la investigación, la primera que reconoce como tal. Es una decisión importante porque hasta ahora ninguno de los predecesores de Francisco lo habían hecho. Cuando la chica de 15 años desapareció era Papa Juan Pablo II y Joseph Ratzinger era su mano derecha. Ahora no están ninguno de los dos.
Es probable que también Georg Wänstein abandone la Santa Sede en los próximos días. De momento, ya ha recibido la orden de dejar el monasterio Master Ecclessiae, donde residía con Ratzinger y las cuatro Memores Domini. Le han comunicado la fecha límite para el desahucio: tiene que mudarse antes del próximo 1 de febrero.
Según publica el semanario alemán Die Zeit, el aún prefecto de la Casa Pontificia, una especie de jefe de protocolo del Vaticano, recibió el mensaje el pasado 5 de enero, el día del entierro de Benedicto XVI. Y nadie duda de que es una decisión de Francisco.
La incógnita es dónde vivirá después. Las especulaciones lo sitúan en alguna Nunciatura en el extranjero, en el ámbito de la docencia universitaria o en algún cargo de la Fundación Ratzinger. Se ha hablado también de su regreso a Alemania, pero el presidente de su Conferencia Episcopal ya ha hecho entender que no sería de su agrado.
Lo que es seguro es que con el libro que está llamado a convertirse en bestseller Georg Gänswein ha cambiado su destino.