Supergarcía

TELEVISIÓN

Vuelve 'Supergarcía' a los dos años de la cancelación de 'Reyes de la noche'

Resulta inevitable evocar de la anulación por sorpresa de la serie 'Reyes de la noche' cuando Movistar anuncia el estreno del documental que repasa la vida de José María García.

“Buenas noches. Saludos cordiales, un minuto sobre la medianoche, una hora menos en la Comunidad Canaria. Como habrán advertido, soy José María García. He vuelto”. Se santigua. El periodista regresa en forma de ilusión, para protagonizar Supergarcía, una serie de tres capítulos que se estrenará Movistar el próximo 29 de mayo.

García, polémico donde lo hubiera, excesivo y de verbo pérfido, convirtió la descalificación en su mejor arma y su léxico inventado, supuestamente ingenioso, el gatillo con el que disparar. “Chupópteros, lameculos, abrazafarolas, cantamañanas, correveidiles, chiquilicuatres”, su lista de calificativos fue interminable, tanto como la de motes que utilizaba impunemente. Hagamos memoria, pero procuren leerlo con el tonillo cantarín que perpetuó aquel que llamaban butanito.

¿Se acuerdan de Don Pedrusco, Pablo, Pablito, Pablete, el rapsoda del fútbol, mancebo, el tonto de Brunete o minilehendakari? Supergarcía inmortalizó frases como: “En rigurosa primicia informativa, por activa y por pasiva, ojo al dato”. Expresiones parecidas que, décadas después, ha incorporado a sus noches electorales el Supergarcía del siglo XXI, Antonio García Ferreras. No en vano sus programas son una copia de aquellos, pero trasladados a la tele y a la política.

'Supergarcía' sí, 'Reyes de la noche' no

José María García fue el creador de un estilo de periodismo agresivo. Él cruzó esa puerta y a su rebufo fueron muchos detrás. Le quisieron y le odiaron, jamás fue indiferente. Como dice Pérez Reverte en el primer capítulo de Supergarcía: “Lo suyo era insolencia personal”.

Resulta inevitable evocar que el estreno de Supergarcía surja como una forma de indemnizar a aquellos que se engancharon a Reyes de la noche. En los seis capítulos de la ficción radiofónica creada y escrita por Adolfo Valor y Cristóbal Garrido todo el mundo reconoció el primer asalto de la guerra radiofónica que mantuvieron José María García y José Ramón de la Morena.

Paco El Cóndor y Jota Montes jamás terminaron su guerra personal. Javier Gutiérrez, que interpretaba a uno de sus protagonistas (el supuesto alter ego de García), garantizó que la segunda temporada se encontraba en un avanzado proceso de producción. Lo cierto es que Movistar decidió cancelarla por sorpresa. Una decisión que rezumaba cierto tufillo a llamada de teléfono con el cuerno revirado.

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Aspecto del despacho de José María García.

Sin despedirse

En Supergarcía el espectador se topará con un vetusto José María García al que el óxido del tiempo no ha debilitado ni un ápice el genio de antaño. Puede que haya perdido la soltura en la movilidad, pero sigue siendo aquel que desapareció de las ondas el 7 de abril de 2002. Se fue sin despedirse. Nunca más volvió a hablar por la radio. “Me acuerdo de que un día García me dijo, hay que recoger. Pedí cajas y recogí”, confiesa su secretaria Almudena Pérez al arrancar el primer capítulo.

Así comienza Supergarcía. Tras las palabras de Pérez arranca una retahíla de frases con la que lo definen aquellos que trabajaron a sus órdenes y quienes los conocieron de cerca. “Era un showman. "Era Dios y yo quería ser como él”. “Tenía un código de lealtad puramente mafioso”. “El mayor villano y el mayor cabrón de la historia”. “Quitaba y ponía presidentes. Si el poder de una persona se mide por quien se te pone al teléfono, a García se le ponía todo el mundo, empezando por el rey”.

Lo cierto es que José María García llegó a la radio y rompió los esquemas de la información deportiva que, entonces, sostenía mucha información y poca opinión.

Especie de vasallaje

A pesar de las voces críticas, la serie se estructura en una especie de vasallaje que repasa toda la vida profesional de Supergarcía. Pulula por su etapa en RTVE. Desvela que le despidieron por las presiones de Pío Cabanillas.” Me quedé sin dinero y sin trabajo. Con un coche que estaba pagando a plazos. Me paré en una gasolinera que había en Prado del Rey, me senté allí, me puse a llorar. Yo tenía razón, cómo podían jugar con mi futuro. ¿Dónde voy a encontrar trabajo? Fue una pequeña venida abajo, pero me duró nada”.

García cuenta cómo su programa deportivo de la Ser nació como un espacio de 10 minutos dentro de Hora 25. Al cabo del tiempo esos 10 minuto se convirtieron en media hora, luego más y más. García se convirtió en una estrella a la que nadie podía tocar. “Lo que hacía por la noche era motivo de conversaciones en institutos y barras de bar. Hasta que no terminaba no te dormías. Tenía algo de adictivo. Cada noche iba a buscar mi dosis de García”, confiesa el escritor y periodista Pedro Simón. “No te gustaba el fútbol y te tragabas todo el programa”, señala Cristina Pardo.

José María García metió el micrófono en los banquillos, en el vestuario, estaba en todos lados y aquello era una novedad. De la Ser también lo despidieron por presiones políticas, pero en la ser vivió su momento cumbre profesional, la noche de los transistores el 23 de febrero de 1981. Entró con una unidad móvil donde nadie lo hizo. Le tocó la moral a los compañeros de informativos, cuya altivez no les dejaba ver más allá de sus narices. Hubo quien denostó la retransmisión de García porque abusó de la cercanía que otorga el lenguaje deportivo. El caso es que él entró y ellos no. Ni siquiera Fernando Ónega, entonces director de Informativos de la Ser.

La etapa más feliz de su vida

Confiesa que la etapa en Antena 3 Radio fue la más feliz de su vida. Cogieron una carretilla y la convirtieron en un Ferrari. “No se podían tener menos medios, menos dinero y más ganas”, afirma Pérez en un momento de la grabación.

Pero llegar a la cumbre de esa manera marca. Se creían invencibles. García muestra como como un tesoro el llavero con el logotipo de Antena 3 Radio que tiene guardado en una caja. Le pidió a Martín Ferrand 500 millones de las antiguas pesetas anuales, sueldo que consiguió gracias a la intervención de Antonio Asensio.

Así nació Supergarcía. “Cuando muchos duermen, José María García mantiene bien despiertos a millones de españoles. Cuando muchos callan, él siempre dice lo que piensa. Todos los días, todas las noches en Supergarcía por decir la verdad. José María García ni duerme ni deja dormir. Y tengo la sana intención de seguir pasando sueño. Con ustedes, naturalmente”.

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García, en un momento de la serie.

Supergarcía se convirtió en la gallina de los huevos de oro de la recién nacida radio. Fue el niño mimado de la vuelta ciclista. Lo cierto es que le insufló color a una descolorida carrera ciclista. Le acusaron de tener privilegios por ser accionista de Unipublic algo que niega en rotundo.

Juanma Castaño asegura que le ponían los ciclistas como a Franco los peces para que pescara, pero García lo desmiente. “A mí no me ponía nada, es verdad que venían primero. Me veían y se paraban. Sus razones había”. Lo que había era cierto interés económico simbiótico.

La guerra de las ondas

Supergarcía alcanzó grandes picos de audiencia y la Ser contraatacó creando El larguero con José Ramón de la Morena, el nuevo sereno del deporte. “En ese momento no éramos conscientes de lo que vendría después. De la guerra que se avecinaba”, advierte una voz en off al terminar el primer capítulo.

“Si a un periodista en este país le pagan 2.000 millones, no le están pagando, le están comprando” (José ramón de la Morena).  “En todos los pueblos, hay un listo, hay un tonto, hay un gracioso y en Brunete nos ha salido un vizconde bufón” (José María García).

“Aquello era Vietnam, un Vietnam en las ondas”, sostiene una voz en off. Así termina el primer capítulo de Supergarcía y la primera temporada de Reyes de la noche. Mientras, en casa seguimos soñando con que alguien desvele la auténtica historia de aquella guerra. Pero de verdad, sin edulcorantes.