No es un spin off, no es una road movie, no es un reality, sin embargo, es todo esto al mismo tiempo. Netflix acaba de estrenar los tres primeros capítulos de Sálvese quien pueda y, si buscan un rato de evasión, dejen de perder el tiempo decidiendo qué ver en las plataformas porque la apuesta de La fábrica de la tele es absolutamente hilarante.
No le pidan más que un rato de entretenimiento, frivolidad y, por qué no, cierto grado de crueldad. El mismo de siempre. Ese que les convirtió en el culebrón vespertino de Telecinco y el que les mantuvo en píe durante 14 años.
Sálvese quien pueda es también una apuesta de Netflix para seducir y llevar a su terreno, aún más si cabe, al público de la televisión de toda la vida. Algo que no deja de ser un contrasentido. La plataforma de streaming creada por Red Hastings en 1997 nació como un servicio de videoclub a domicilio, con el tiempo se transformó en un plataforma de streaming que hoy parece mutar hacia la esencia de la televisión convencional. Ya cuentan con publicidad y ahora apuestan por realities o programas de entretenimiento.
Como Paco Martínez Soria
Los tres primeros capítulos de Sálvese quien pueda se estrenaron el viernes 10 de noviembre a las nueve de la noche, al más puro estilo prime time convencional. Los tres restantes llegarán en enero de 2024. Puede que nunca sepamos la audiencia que hicieron, puesto que las cadenas de streaming no tienen la costumbre de publicar sus datos, pero si sirve de algo, en 50 minutos el hashtag #salvesequienpueda se convirtió en trending topic.
Para conquistar al público, los pesos pesados de Sálvame, los históricos, léase, Belén Esteban, Lydia Lozano, María Patiño, Víctor Sandoval, Chelo García-Cortés, los Kikos y Terelú Campos (en Sudamérica le han colocado la tilde en la vocal aguda y no entran en razón) viajan a Miami y a México en busca de trabajo tras la liquidación de Sálvame.
Sin duda, el puntazo de Sálvese quien pueda es la falta de pudor que rezuman sus protagonistas al enfrentarse al choque sociocultural con el que se topan al llegar a Miami. Lo cierto es que no han inventado nada. Los ocho juntos se presentan como el alter ego de Benito Requejo. O sea, Paco Martínez Soria en El turismo es un gran invento.
Abuso de estridencias y brilli brilli
Para estar a la altura de una ciudad como Miami, los ocho aspirantes a panelistas, así llaman a los tertulianos o colaboradores en el universo latino, abusan de las estridencias, el brilli brilli, el maquillaje, los postizos, las gafas de sol y los pamelones. Sin decoro pasean el exceso de bótox, la flacidez de sus cuerpos y sus achaques.
Todo apunta a que se trata de una aventura guionizada, pero la confianza, la mala leche alimentada durante 14 años de cohabitación televisiva emerge cuando menos te lo esperas.

Chelo García-Cortés, Víctor Sandoval, Terelu Campos, Kiko Matamoros, Lydia Lozano, Belén Esteban y María Patiño.
Sálvese quien pueda regala al espectador una primera secuencia bestial, guionizada, pero brutal. Mientras María Patiño, Lydia Lozano, Belén Esteban, Víctor Sandoval, Chelo García Cortés y los Kikos pretenden facturar el pulpillo, ya saben el estrado desde el que durante años anunciaron sus mejores bombas informativas, la futura Terelú se emperra en hacer lo mismo con su fotografía del pasillo de la fama de Telecinco y la de Patiño. Los ocho la lían parda en el mostrador del aeropuerto, ante el estupor de la azafata que solo se atreve a recomendarles que desmonten las piezas para poder facturar sus caprichos.
De menos a más
Una vez en el avión, la historia va de menos a más. Los primeros 50 minutos son los más flojos de la primera entrega. A pesar de todo, debajo del surrealismo de sus imágenes, la música y el montaje que recuerda muchísimo al de los tróspidos (Quién quiere casarse con mi hijo) se vislumbra lo que ha de llegar.
En este primer capítulo abusan de la crueldad y se ceban con Lydia Lozano. Mientras sus compañeros son invitados por tandas a un programa heredero de Sálvame, a ella la dejan en tierra. Para colmo la obligan a soportar una especie de juicio sumarísimo con tres supuestos rostros famosos de la televisión latina en Miami. Hasta aquí se puede leer sin hacer destripar la secuencia. Salvo la frase impagable que suena en off: “Hala, ya ha llorado en Netflix”. Como para no llorar, no se puede ser más despiadado.
Belén Esteban, la más disfrutona
Y así el espectador aterriza en el segundo capítulo con la mitad del equipo en la playa de Miami. Sin pudor, sin vergüenzas y con una colosal Belén Esteban. La princesa del pueblo, acostumbrada a veranear en Benidorm se mueve como pez en el agua entre tanta horterada. Sin duda es la que mejor se lo ha pasado, la que sabe disfrutar de una fiesta, de un baile y del reggaetón. De nuevo, hasta aquí puedo leer.
Como la familia disruptiva que forman juntos, las peleas son una constante. Quizá sea este el mayor pero. Nuestros ochos guerreros particulares dan demasiado la tabarra con las pugnas y el tocapelotismo de antaño. Que si Matamoros llama Chelordomo a García-Cortés (por el rendibú que le hizo a la Pantoja en Supervivientes), que si Belén, la patrona, está hasta los… de la verborrea mental de Sandoval y todos, en algún momento, han terminado detestando a Terelú. Lydia más que ninguno. La hija de la más grande peca de soberbia y se cree que les lleva ventaja a por haber protagonizado Las Kamposhian. De aquel reality solo ha pasado a la historia la comida de porra de Terelú, como de Sálvese quien pueda termine inmortalizada la secuencia del cola-cao. Jamás se ha visto en la historia de la televisión un plano más indigno.

Los colaboradores, en una escena de 'Sálvese quien pueda'.
¿Quién sobresale en 'Sálvese quien pueda'?
A estas alturas se preguntarán quiénes son los panelistas que sobresalen entre los demás. Salvo Belén Esteban, que sin duda prevalece sobre todos gracias a la generosidad, la bondad y la frescura con la que aborda una apuesta tan surrealista; cada cual tendrá su cadacuala que decía aquella.
A unos les parecerá que la mejor es la Patiño. Otros apostarán por Sándoval. Habrá quien considere que Lozano sortea el escarnio de manera insuperable, incluso los Kikos, en su maldad, seguro que cuentan con una buena colección de discípulos. Como Chelo García-Cortés, que también tiene su público.
Sin duda el germen de programa coral que rezumaba de la esencia del primer Sálvame continúa en esta mixtura de spin off, road movie y reality que es Sálvese quien pueda. Un programa imperfecto e insustancial, pero no se lo pierdan.