TELEVISIÓN

Luca Dazi, el aspirante a personaje más vacío que ha pasado por MasterChef

Y si fuera hoy la gran noche de la eliminación de Luca, un aspirante a chef mediocre, histriónico y tramposo. Alguien debería decirle que la frivolidad vacua no vende, aquellos personajes que han triunfado revestidos de cierta pátina de trivialidad escondían bajo esa careta un poso cultural extraordinario.

Gran MasterChef

RTVELuca, el aspirante tiktokero que ya se peleado con unos cuantos.

Es insoportable, insufrible, cargante, caprichoso, maleducado. Sin duda, el aspirante a personaje más vacío que ha pasado por MasterChef, en todas sus ediciones. Sí, estoy hablando de Luca Dazi, el jovencito imberbe que va de famoso titoker y lo único que representa es la frivolidad y el vacío más absoluto. ¿Y si hoy fuera mi gran noche? Esa en la que el ratatuille de la edición, el mimado, el ladronzuelo de helados, el farsante inventor de vahídos saliera por patas. El día que eso ocurra, prometo beberme todos los Dubonet que soporte mi cuerpo. A su salud y en el nombre de la inolvidable Isabel II. Lo del orejas lo dejamos para el finde.

Lo suyo sería brindar con Jotha. El único que se ha atrevido a decir la verdad de este personaje indultado en el último episodio de Gran MasterChef. Jotha, convertido en el niño del cuento de El traje nuevo del emperador, verbalizó lo que todo el mundo piensa y nadie se atreve a confesar sobre Luca Dazi. Por lo menos en el plató, donde todo el mundo le baila el agua a este marqués de la Nada.

-. Estoy flipando, tío, estoy flipando, se quejó Jotha.

-. ¿Algún problema con Luca?, le preguntó Pepe Rodríguez

-. Me parece injusto que se haya salvado, contestó.

-. ¿Por qué?, le espetó Jordi Cruz.

-. Porque han cocinado otros mejor que él como por ejemplo Fray o Merche, replicó sin miedo.

-. Pues bájate y lo pruebas, le invitó Pepe.

Sin duda, la denuncia de Jotha le sentó a los tres jueces como una patada en el estómago. Sus caras eran un poema. Veremos a ver si no se lo hacen pagar en un futuro.

-. Jotha, me parece una falta de respeto bastante gorda, sobre todo a nuestro trabajo, a nosotros que la hemos probado, que tenemos muchos más años que tú. Aquí hay un jurado. Es más, cuando dices que es humillante ahí ya me mosqueó. Tú estás a 20 metros y no las ha probado", remató Cruz.

'MasterChef' no remonta ni con sus caretos

El aire del capítulo ocho de MasterChef 11 se podía cortar. Luego se preguntarán por qué ya nadie admite que el talent culinario se venda como un programa blanco. De tanto manosearlo se le ha quedado un tono de pan mascao imposible de aclarar. Hoy es un sucedáneo de Gran Hermano.

Nunca sabremos si la presencia de Luca Dazi es fruto de un enchufe o no. Visto lo visto, los de los despachos igual se creen que por tener casi 700.000 seguidores en Tik Tok el programa va a tener más audiencia. No es el caso. El martes pasado, la segunda edición semanal de MasterChef no alcanzó ni los dos dígitos (9,8%). Ni los caretos de Luca Dazi consiguen impulsar al talent.

El problema de Luca Dazi es que representa lo peor de esta sociedad de consumo. Presume de niño bien y confiesa que Carmen Lomana es uno de sus ídolos. “Me encantan las redes, la moda y la cocina”, asegura. De libros cine, música o arte ni hablamos, chato.

Se supone que el efebo está estudiando un grado superior de Marketing y Publicidad, pero se pasa la vida subiendo vídeos absurdos a Tik Tok. Luca Dazi considera que los hace desde el humor, pero despreciar lo que no es de marca o a la gente viaja en metro o que suda la gota gorda para llegar a final de mes tiene la gracia donde las avispas el aguijón.

Le encanta bailar rodeado de una cohorte de palmeras aspirantes a chef algo que ha bautizado como el baile de la seta. Un movimiento tan ridículo como el baile del pañuelo de Leonardo Dantés. Va de pijo, pero resulta un personaje más de la parada de monstruos de los que, últimamente se alimenta la televisión.

Luca, la frivolidad se paga

Su cuenta se viralizó el día que su mamá le regaló un iPhone 14 por aprobar un examen de matemáticas. Mientras el cachorro lloraba como una plañidera su mamá orgullosa del premio confesaba: “Yo, hija de matrimonio educativo (madre profesora + padre maestro), lo que recibí por aprobar mi primer examen de matemáticas fue un ‘es que es tu obligación estudiar’ y una palmadita en la espalda. ¡Qué tiempos aquellos!”. La señora se retrató tanto como su bebé. No me gustaría estar en la cabeza de esos abuelos al ver a su nieto alardear de su falta de cultura en televisión.

Alguien debería decirle a este indocumentado y a los que le apoyan que la frivolidad vacía no vende. Aquellos que han triunfado revestidos de cierta pátina de trivialidad siempre han ocultado bajo esa careta un poso cultural extraordinario. Estoy pensando en Lord Byron, pero este niñato seguro que me entenderá más más si le nombro a Boris Izaguirre. El escritor sostiene que “la frivolidad es una lupa, una manera de ver el mundo”.

Puede que Boris Izaguirre, histriónico, amanerado, intenso y divertido, sea el espejo en el que se quiere reflejar este sinsorgo. Lo cierto es que jamás le va a llevar a la suela de los zapatos. Boris no es un personaje, es un tipo culto e inteligente hasta límites insospechados. Tan fiel a sí mismo y real que ha sabido fusionar a la perfección  la frivolidad con la cultura y el intelecto.

Luca Dazi, hasta para ser frívolo hay que tener sustancia gris. Si este perfil es la mayor aspiración de los jóvenes de su generación, yo voto por la extinción.

Sobre el autor de esta publicación

Miran DaTele

Miran DaTele nació con las 625 líneas, cuando la televisión era en blanco y negro y en España sólo había dos cadenas: la primera y el uhf. Se come todo lo que le echen, lo disfruta con palomitas, patatas fritas y si no disfruta de sus dosis de tele diaria, no duerme. A veces no duerme porque se queda disfrutando hasta altas horas de la madrugada de lo que le echen. Ya saben, la televisión es nutritiva.