Fue capaz de lo mejor y de lo peor. Sin duda, Los Serrano marcó un antes y un después en la ficción española. Han pasado 20 años desde aquel 22 de abril de 2003, el día en el que Telecinco estrenaba en su prime time la nueva ficción de Globomedia. La serie fue líder de audiencia durante sus ocho temporadas y los 147 episodios. Se vendió por todo el mundo. Incluso se hicieron adaptaciones de esta comedia en la que bajo la premisa inocente de la batalla de sexos bullía un regusto machista absolutamente insoportable. Por no hablar del desparrame de uno de los finales más incoherente y absurdo de la historia de la televisión.
Aquel martes por la noche todo eran dudas. Sobre las cabezas de estos taberneros de barrio sobrevolaba la presión de éxitos como Médico de Familia o Periodistas. Nadie sabía qué iba a pasar con la historia de un viudo, padre de tres hijos, que acababa de casarse con Lucía, su primer amor y madre de dos chicas. Los Serrano, con Antonio Resines, Jesús Bonilla y Belén Rueda como reclamo, solo necesitó cuatro semanas [cuatro capítulos para que nos entiendan los que no saben lo que es vivir sin canales de streaming] para calar en el público de la época. La batalla de sexos estaba servida.
La serie fue líder de audiencia durante sus ocho temporadas y 147 episodios. Tuvo una media de 5.048.000 espectadores y un 28,9% de cuota de pantalla, unas cifras que hoy solo alcanzan las grandes retransmisiones deportivas. El capítulo más visto fue el titulado Los puentes de Burundi que se emitió el 1 de abril de 2004 y que sedujo a 8.191.000 espectadores. El episodio número 32 de la saga aportó a la cadena de Fuencarral un share del 43,3%.
Sin duda, la serie fue la gallina de los huevos de oro para la productora y, en su defecto, para la cadena. La versión original se emitió en países como Polonia, Francia, Finlandia, Serbia, Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte, Rumanía, Rusia y en países latinoamericanos. Otros, como Portugal, República Checa o Italia, prefirieron adaptar la historia. Así surgieron Os Serranos, Horákovi o I Cesaroni.

José Luis López Vázquez hizo un cameo en 'Los Serrano'.
Lo peor de 'Los Serrano'
Hasta aquí las mieles de la serie. Las hieles fueron muchas más. Lo peor, ese inexplicable final que se inventó la productora cuando la cadena advirtió que cancelaba Los Serrano. Todo había sido una pesadilla de Diego Serrano. Un mal sueño que duró ocho años. Los guionistas habían liado tanto la historia que lo único que se les ocurrió para terminarla fue dar marcha atrás.
Así las cosas, resucitaron a Lucía, el personaje de Belén Rueda que había fallecido en un accidente de coche 40 capítulos antes. No pensaron en los adolescentes del principio y mucho menos en los niños que, ocho años después, ya eran adolescentes. Sus cuerpos y sus rostros ya habían sido cincelados por las hormonas. Por no hablar de Currito que tenía 5 años al comenzar el sueño y, con 12, tuvo que aparentar que regresaba a la infancia.
Esa secuencia en la cocina atragantada de anuncios subliminares y de personajes que repetían las secuencias del capítulo piloto (con ocho años más) es historia de la televisión. Seguramente se habrá estudiado en las facultades como ejemplo de lo que jamás se debe escribir.
El reflejo de una sociedad
Dicen que un buen periódico es una nación hablándose a sí misma. ¿Qué decir de la televisión? Por supuesto también es el reflejo de la sociedad a la que se dirige. No hay nada como echar la vista atrás para darnos cuenta cómo hemos cambiado. O no. La serie que nunca se fue de Mediaset revolucionó a los adolescentes del siglo XXI en cuando Prime Video la incluyó en su catálogo. Lo mismo que ha pasado con la reposición de Aquí no hay quien viva en Netflix. Hoy por hoy, Tik tok rezuma tanto memes serranos como de esta nuestra comunidad.
A los creadores de contenido, que es como se autodenominan los tiktokers, esta panda de gañanes, machistas, alérgicos a los libros, les deben parecer muy graciosos. Como antaño. Sin duda, los personajes masculinos de Los Serrano rezumaban y rezuman prejuicios, inseguridades y homofobia. Empaquetados por arquetipos, eran básicos, primarios e insoportables, pero por lo visto graciosos. Hoy también.
Pusieron de moda perlas políticamente incorrectas como: “Joder Raúl. Tú eres un maricón de libro. Ahí la’s dao, huele a choto, te lo desprometo, yo es que tengo la mirada sucia, este tío es galletero, es decir, es gay y hetero”. La lista se antoja interminable.
Los hombres de Los Serrano eran taberneros, mecánicos o se dedicaban a trabajos rudos, de hombres [léase con ironía]. Por supuesto, los niños y adolescentes guardaban en su carpeta todas las papeletas necesarias para alcanzar el fracaso escolar. Cabecillas del bulling, al gordito de la clase llamaba Boliche y al de gafas cuatro ojos.
Diego Serrano tenía la costumbre de amenazar a sus hijos con la escobilla del wáter. Y ellos, no eran más que su reflejo a nivel inferior.

Guille (Víctor Elías) y Teté (Natalia Sánchez) comparten clase en 'Los Serrano'.
Una bufonada
Por el contrario, las mujeres de la serie eran inteligentes, independientes y cultas. Unas con estudios; las otras buenas estudiantes. Aquellas profesoras; las chicas, unas pijazas estiradas a las que, en plena vorágine del éxito y del merchandising, se atrevieron a escribirles un himno humillante que alcanzó los mejores puestos de las listas musicales.
“A toda mecha, a toda mecha, voy a toda mecha, tú no te hagas la estrecha”.
Aferrada al pendón de la comedia y de los topicazos invertidos llevados al extremo, en el subsuelo de la serie bullía cierto tufo casposo que hoy sería intolerable y, a pesar de todo, un fetidez que engancha a los más jóvenes.
Los guionistas quisieron invertir los roles de género, quizá con la intención de criticarlo, pero consiguieron lo contrario. Una comedia llevada a la bufonada que terminó reflejando la verdadera sociedad de antaño. Nos guste o no, eso mismo desencadenó su éxito. Cualquiera podía reconocer en los personajes un arquetipo cercano o familiar. Todos teníamos un Fiti o un Santiago Serrano, un Chuky o una Teté en la mochila. Reconocer no significa aceptar.
Veinte años después, se nos llena la boca al defender la igualdad, los derechos LGTBI, lo políticamente correcto y mil cosas más. Nos la cogemos con papel de fumar antes de largar un improperio o nos indignamos con cualquier salida de tono machista. Todo de boquilla, claro. Y si no, analicen. Mucho Tik tok, Instagram y Twitch, pero siguen replicando las mismas chorradas. En estos 20 años la sociedad ha cambiado, solo de puertas para fuera. Dentro, lamentablemente, unos cuantos, demasiados, siguen teniendo alma de jamoneros.