TELEVISIÓN

Carlos III y Camila ensayan en Eurovisión la puesta de largo de su coronación

¿Se imaginan a Felipe VI y a Letizia inaugurando el escenario y las luces del escenario 'La, la, la'? Seguro que no. Esas cosas solo pasan en el Reino Unido. Los reyes de Inglaterra han sorprendido a los 'eurofans' apadrinando el escenario del M&S Bank Arena de Liverpool en el que se celebrará el Festival de Eurovisión.

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Carlos y Camila aprietan el interruptor que iluminará el escenario del Liverpool Arena.

¿Se imaginan a Felipe VI y a Letizia inaugurando el escenario y las luces del escenario La, la, la? Seguro que no. Esas cosas solo pasan en el Reino Unido. En plena cuenta atrás de su coronación, que se celebrará el próximo 6 de mayo, el heredero infiel y la amante principesca que se convirtió en esposa real han sorprendido a los eurofans apadrinando el escenario del M&S Bank Arena de Liverpool en el que se celebrará el Festival de Eurovisión.

Carlos III y Camila saben que jamás llegarán a la suela de los zapatos de Isabel II, pero se han propuesto sorprender al mundo apretando el interruptor que ilumina el estadio que acogerá la 67º edición del Festival de la Canción. Un acto que bien les ha podido servir como baño de masas y como ensayo de la puesta de largo de su coronación.

En la ciudad de los Beatles, el dedo morcillón de Carlos III y la mano de Camila se unieron para apretar el interruptor que iluminará el estadio en el que Blanca Paloma interpretará EaEa, su nana lorquiana.

Eurovisión Carlos y CamilaEl Orejas no da puntada sin hilo. Toda esta parafernalia la ha hecho coincidir con el que hubiera sido el 97º cumpleaños de la difunta Reina Isabel II.

El pasado 21 de abril, Carlos III tiró de invitación (con escudo de los Windsor lacrado en rojo) para anunciar la presencia de sus reales posaderas en Liverpool y la inauguración del escenario del M&S Bank Arena, o si prefieren del Liverpool Arena.

De los Beatles a Eurovisión

Siempre hubo clases. La reina entre las reinas distinguió a los fabulosos cuatro de Liverpool con la medalla de la Excelentísima Orden del Imperio Británico (MBE, por sus siglas en inglés) y su primogénito, ese que estrena vida laboral cuando los de su quinta disfrutan del Imserso, se ha tenido que conformar con los cientomil eurogays que esperan ansiosos la gala final de esta edición. En Liverpool también. El hereu no iba a ser menos.

El 26 de octubre de 1965 la cultura pop y la monarquía británica se fundieron en un abrazo. Cincuenta y ocho años después, un 26 también, pero de abril, la misma monarquía ha cambiado aquella ilustración musical por el chunda chunda y los artificios eurovisivos.

Sin duda la cabra tira al monte. Aunque el merdellón se vista de rey, merdellón se queda. Alguien que, en un momento romántico, más bien en un calentón, es capaz de decirle a su amante que quiere ser su támpax no tiene ni la sensibilidad ni las neuronas suficientes para disfrutar de la música de calidad.

Si les parece me apedrean, pero en Eurovisión cualquier cosa importa más que la música. Puesta en escena, luces, fuegos, brilli brilli, ventiladores, cualquier cosa bien empaquetada puede sostener tres minutos de nada. El festival es un show que divierte a unos y horroriza a otros. Tampoco está tan mal.

A Carlos III no le ha quedado otra que confesar públicamente que el próximo 13 de mayo se sentarán en la chaise-longe real para disfrutar del espectáculo. “Espero que I wrote a song ponga fin a los 25 años de espera por la victoria. La estaremos observando con gran interés. Animándola”, le espetó su majestad a Mae Muller, representante del Reino Unido en el festival. Si su madre levantara la cabeza, entre el fuego fatuo eurovisivo y sus peleas con la estilográfica, me juego el brazo derecho que del soplamocos no le salvaba ni dios.

Campaña de propaganda

Sea como fuere, Eurovisión es un gran escaparate. La pareja real lo sabe y es consciente de que necesita bajar al barro para seducir al pueblo. Tanto Carlos como Camila saben que van a tener que trabajar mucho para ganarse el amor y el respeto de sus súbditos. Así las cosas, ambos se encuentran sumergidos en plena campaña de propaganda, limpieza de imagen y coronación.

No confundamos el culo con las témporas. Hasta el último segundo de sus vidas, Isabel II presumió de un sentido del humor impecable. Muy británico, eso sí, pero impecable. En su jubileo de platino sorprendió al mundo con un vídeo en el que tomaba el té con el oso Paddington. Consciente de que durante los 70 años de su reinado la gran pregunta fue qué llevaba en su bolso, la reina le desveló al icono de la literatura infantil británica uno de sus mayores secretos: “siempre guardo un sándwich de mermelada”, le dijo mientras sonaban los acordes de We will rock you.

Isabel II supo cómo sorprender al mundo. Se acuerdan del "Buenas tardes, señor Bond". Ella fue la sorpresa y la verdadera protagonista de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Compartió escena con Daniel Craig, incluso se lanzó en paracaídas [con truco cinematográfico] en una secuencia dirigida por Danny Boyle.

Sin duda, Carlos III es la versión zeta de su madre. De James Bond a Eurovisión. ¿Se imaginan al actual monarca moviendo el esqueleto al son de los acordes del Diva de Dana Internacional? Viva la vida, viva vitoria. Afroditaaaa.

Sobre el autor de esta publicación

Miran DaTele

Miran DaTele nació con las 625 líneas, cuando la televisión era en blanco y negro y en España sólo había dos cadenas: la primera y el uhf. Se come todo lo que le echen, lo disfruta con palomitas, patatas fritas y si no disfruta de sus dosis de tele diaria, no duerme. A veces no duerme porque se queda disfrutando hasta altas horas de la madrugada de lo que le echen. Ya saben, la televisión es nutritiva.