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Rafael Amargo, ascenso y caída a los infiernos

La bajada a los infiernos del que fuera considerado uno de 'los tres tenores de la escena flamenca' ha sido paralela a su pérdida de prestigio profesional. El bailaor, que posee cuatro premios Max de las Artes Escénicas, el Premio Positano de Danza y el Premio Popper, ha terminado fagocitado por su personaje.

El bailaor Rafael Amargo en una imagen de archivo.

EFEEl bailaor Rafael Amargo en una imagen de archivo.

Rafael Amargo ha vuelto a las andadas. Presuntamente. Si es que en algún momento las abandonó. Presuntamente. El bailaor ha sido detenido en Alicante por un supuesto delito de tráfico de drogas, una (otra) investigación abierta el pasado mes de agosto a raíz de una denuncia de sus vecinos. Amargo fue arrestado el pasado jueves 16 de marzo al salir de un bolo. Tuvo la osadía de enfrentarse a la autoridad. Arremetió a mordiscos, patadas y puñetazos contra los policías que le esperaban para conducirlo a los calabozos de la Comisaría Central de Alicante. Ahora, además del delito por tráfico de drogas, afronta un cargo de atentado contra agente de la autoridad.

El que fue una efigie triunfante del olimpo; el que, como Julio César, llegó a ser uno de los hombres más influyentes de las tablas flamencas no puede lanzar las culpas de su descenso a los Idus de marzo. Amargo se dejó llevar por la sociedad del espectáculo y abandonó la cultura, aquella que le señaló el camino hacia la gloria.

Jesús Rafael García Hernández nació en Valderrubio (1975). Sus primeras academias de baile fueron las de Mariquilla y Maite Galán en Granada. Bailaor precoz, con 11 años ganó el Primer Premio del Concurso Nacional de Baile de La Unión (1996). A 16 se trasladó a Madrid con la intención de ser actor. “Ingresé en la escuela de Cristina Rota y para pagarme las clases de teatro, igual que otros iban a poner copas, yo bailaba en un tablao por las noches”, ha confesado en más de una ocasión.

Entonces se topó con Amor de Dios, esa academia flamenca que se encuentra entre las retorcidas callejuelas de Atocha. Amor de Dios era y es el templo del flamenco y de los maestros de un arte que jamás se termina de aprender. Amargó cayó en las manos de Ciro y Alejandro Granados, maestros que le regalaron su don secreto, el duende y la brujería. Con ellos aprendió que el flamenco es arte de sacrificio y humildad.

Amargo, personaje lorquiano

Vanidoso, rebelde y soberbio, el joven aprendiz se rebautizó como Amargo, un personaje de su paisano Lorca, la encarnación del lado oscuro, esa que reúne las tres obsesiones del de Fuentevaqueros: amor, tiempo y muerte.

El recién nacido Amargo bailó en las compañías de flamenco más importantes junto a Antonio Canales, Mario Maya, el maestro Luisillo, María Rosa, Rafael Aguilar o La Chunga. Considerado como un bailarín y coreógrafo ecléctico, fue apadrinado por Luis Gordillo y Esperanza D’Ors, llegó a ser fotografiado por Bruce Weber y Christopher Makos. Casi siendo un imberbe se atrevió a coreografiar una pieza inspirada en el Peine del Viento para el Chillida Leku.

Amargo bebió de las fuentes del flamenco de sus maestros, pero también asimiló otro tipo de tendencias. Fue alumno de Martha Graham durante su estancia en Nueva York. Como tantos, Rafael Amargo emigró a Japón para trabajar en el tablao El Flamenco. Allí trabajó para las compañías de Yuriko Yoda y Chizuko Otsuka, entre otras.

Después de haber paseado su arte por todo el mundo, en 1997 decidió formar su propia compañía. Debutó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con el montaje La garra y el ángel y de la mano de Eva la Yerbabuena como artista invitada.

Apoteosis y reconocimiento

En 2000 llegó la apoteosis, el reconocimiento de la crítica y el público. El estreno de Amargo, su vuelta al flamenco puro con vestuario de Lorenzo Caprile y Juan Duyos nació como un homenaje al bailaor granadino Manolete. Sobre las tablas le acompañaba la cantaora Montse Cortés. “Rafael viene pegando fuerte y va a llegar muy lejos", decían entonces los especialistas.

Dos años después estrenó su particular versión de Poeta en Nueva York. Rafael Amargo sentía que para él era “una obligación” trasladar al escenario alguna obra de su compatriota. Poeta en Nueva York fue un espectáculo enteramente flamenco, con ápices de jazz y cierto regusto folk al que prestaron su voz Marisa Paredes, Cayetana Guillén Cuervo y Joan Crossas. Fue galardonado como el Mejor Espectáculo de la Década.

En 2003 la Quincena Musical de San Sebastián le encargó dirigir y coreografiar una versión del Amor brujo de Falla que se estrenó en las Cuevas de Zugarramurdi (Navarra). El Flamenco voló entre los zanpantzar de Zubieta y Rafael Amargo embrujó al público arropado por el arte de Olga Pericet, Maite Maya o María Carmona.

El esplendor de los flashes

El veneno del éxito ya había fagocitado al artista de moda en la primera década del siglo XXI. Bisexual confeso, icono gay de la época, ese mismo año se casó en Ibiza con la madre de sus dos hijos, Yolanda Jiménez. La ceremonia fue cruce de party playero y Pasarela Cibeles. Su descuidada estudiada indumentaria ocupó páginas y páginas del papel couché. Era el bailaor de moda y había decidido casarse con greñas de pirata y ciertos ropajes blancos de marca que hacían las veces de traje. Artista a contracorriente y heterodoxo jamás consideró que el esplendor de los flashes estuviese enemistado con el talento flamenco, ese que Amargo había madurado en el crepúsculo de la soledad y el esfuerzo.

Con 30 años ya acumulaba cuatro Premios Max de las Artes Escénicas, el Premio Positano de Danza y el Premio Popper otorgado por la Asociación de profesores de Danza Española y Flamenco de España.

Acusado de malos tratos

En plena cresta de la ola el bailaor estrenó Enramblao (2004) un homenaje a las grandes ciudades a través de las Ramblas de Barcelona. El desayuno se le atragantó a Rafael Amargo el mismo día del estreno madrileño. Aquella fiesta se debía haber instalado en las páginas de ecos de sociedad si no hubiera sido por la acusación de malos tratos con la que desayunó el bailarín aquella mañana.

Por lo visto, Amargo zarandeó entre bastidores a Olga Pericet, la bailarina protagonista de Bolero... Cartas de amor y desamor, provocándole contusiones, hematomas y una contractura de hombro. El Teatro Infanta Isabel se vio obligado a suspender el montaje “por causas internas de la compañía de Rafael Amargo”. Al tiempo, Pericet se trasladaba al hospital con la intención de que le trataran los golpes y de asegurarse un parte para la denuncia. Mientras Pericet guardaba silencio, Amargo se defendía públicamente a través de las páginas de la revista ¡Hola!.

No era la primera vez que el bailarín se veía involucrado en un asunto de malos tratos. Amargo ya tenía una sentencia pendiente por agresión a Mar Vivó, entonces subdirectora de su compañía y parte del reparto de El amor brujo.

En el año del quinto centenario de la publicación de la primera parte de El Quijote, Rafael Amargo creó DQ... Pasajero en tránsito, una surrealista versión de El Quijote con escenografía de La Fura dels Baus. Aquella fue una de sus locuras por la que los puristas le acusaron de ser “un terrorista del flamenco".  Amargo, crecido como estaba, siempre contestaba lo mismo. “A los flamencos les da coraje que yo salga tanto en los medios, pero ya salían La Chunga y Carmen Amaya cuando se fueron a Hollywood".

Los últimos años convulsos de Amargo

Pero Amargo no se conformó con el teatro. Personaje inquieto e hiperactivo por naturaleza, se dejó seducir por el cine, la televisión y la moda. Aceptó la oferta de ser profesor de Expresión artística en OT “porque se enamoró de los chicos”. Siempre negó que fuera por dinero. Le dio clases a Edurne y a Soraya Arnelas en la edición de 2005. En 2008 fue jurado y profesor, también de Expresión corporal, en el programa francés Star Academy, a través del cual consigue una gran popularidad en los países francófonos. Intervino en Expedición imposible y participó en Top Dance.

Fueron tiempos convulsos emocional y profesionalmente. Tras tres años de convivencia, Amargo puso fin a su matrimonio, pero siguió alimentando las portadas de revistas para distinguirse del resto de sus compañeros. Siempre en actitud desinhibida. Siempre llamando la atención. En 2010 posó para Interviú. "Me desnudo porque el que da primero da dos veces. Y para así empezar a vestirme de nuevo", confesó.

Tras divorciarse de Yolanda Jiménez, se casó con la relaciones públicas catalana Silvia Calvet, se separó, volvió con Yolanda, lo dejaron de nuevo. Hoy son buenos amigos. En medio del tsunami reconoció ser personaje de relaciones abiertas con varias personas, entre ellas, su guardaespaldas, modelos y con su asistente de producción Luciana Bongianino (también detenida esta semana y en la operación de 2020).

Su bajada a los infiernos ha sido paralela a su pérdida de prestigio profesional. Desde su primera detención en diciembre de 2020, Amargo ha mutado en un personaje telecinquero de serie zeta, digno de la mejor telebasura. Protagonista de escándalos, espantadas televisivas de última hora y amagos de estrenos fantasmas.

Hace años, Rafael Amargo, Joaquín Cortes y Antonio Canales fueron bautizados como los tres tenores de la escena flamenca. Los tres se dejados seducir por el oropel de la fama. A los tres hoy se los ha tragado el escenario.