Gracias al programa de justicia reparadora

Oscar Pistorius: libertad condicional diez años después de su sangriento San Valentín

El ex atleta sudafricano acabó con la vida de su novia, Reeva Steenkamp, con al menos cuatro disparos además de dos golpes con un bate en su vivienda de Pretoria. El condenado alegó que confundió a su pareja con un ladrón que había entrado en la casa

Oscar Pistorius: libertad condicional diez años después de su sangriento San Valentín

EFEOscar Pistorius durante el juicio.

De acuerdo con la legislación penal sudafricana, Oscar Pistorius podrá pedir la libertad condicional en febrero de 2023. Sus abogados ya tienen todo preparado y hace unos meses fue trasladado de la prisión de Johannesburgo donde cumple condena por el asesinato de su novia a otra de la costa este de Sudáfrica, cerca de donde viven los padres de ella. La medida, aprobada por el Tribunal Supremo, pretende facilitar el denominado proceso “diálogo entre víctima y delincuente”, que forma parte del programa de justicia reparadora del sistema penitenciario sudafricano. 

A veces, aquel que deslumbra en su faceta deportiva, artística, política o social convierte en insoportables tinieblas la intimidad de su hogar. Que un personaje admirado reserve todo su relumbrón para cuando tiene enfrente al público y luego, al llegar a casa, se desprenda de su máscara no sólo es normal sino, a todas luces, humano. El problema surge cuando aquello no se limita a unas insignificantes notas, sino que desafina hasta el punto de relacionarse con quienes le quieren desde la soberbia o, lo peor de todo, maltrata física o psicológicamente a sus familiares, colaboradores y amigos.

Y así como el resplandor de la cara visible es, a veces, directamente proporcional a la tenebrosidad de lo que no se enseña, también está comprobado que cuanto más alto ha llegado una persona, mayor es la protección con la que cuenta para que sus miserias se laven sólo en privado. Por eso, siempre llama la atención que un minuto después de asistir a la caída de un mito, aparezcan por doquier voces afirmando que hacía ya mucho que se divisaban los demonios que latían junto a las mejores cualidades del ídolo estrellado.

¿Por qué entonces callaron esas voces? ¿Acaso hablaron sin que nadie quisiera escucharlas? ¿Jamás llegó a sonar el agua que llevaba su río?

Precedentes

En el caso de Oscar Pistorius, el primer corredor discapacitado en competir en unos Juegos Olímpicos, los datos que durante el juicio se fueron conociendo sobre su brutal faceta oscura más que por un manantial, discurrían por un río del caudal del Danubio. Antes, sin embargo, nada de todo aquello había visto la luz. A pesar de denuncias anteriores, como la de Cassidy Taylor, que en 2009 denunció al atleta sudafricano por asalto e intento de lesiones, se siguieron ocultando sus correrías al límite. Ni siquiera llegó a celebrarse el juicio porque el rey de los acuerdos extrajudiciales es el dinero, especialmente, frente a la impotencia que encuentra el que osa enfrentarse a un ser que a base de superarse –  nadie le quita su gran mérito –, parece haber llegado a la conclusión de que la impunidad, igual que sus medallas, brillará para siempre.

Otra de sus bellas acompañantes, Samantha Taylor, también había hablado sobre su relación sentimental con el rubio atleta, pero por entonces la mayoría achacó su crítica y más que profética frase: “Oscar tiene una extraña forma de comportarse con las mujeres”, al hecho de haber sido “sustituida” por la malograda Reeva Steenkamp. Lo cierto es que solo después de aquella sangrienta noche de San Valentín de 2013, se vio que detrás de la imagen del joven brillante y atleta exitoso se escondía un hombre agresivo, provocador, adicto a las armas de fuego – tenía seis a su nombre y siempre llevaba una consigo -, controlador y violento con sus parejas. Durante la investigación, la policía entrevistó a amigos y a otras ex parejas de Pistorius. Una de ellas, la modelo Melissa Rom, contó que en 2009, cuando estaban en una fiesta, reprochó a Oscar que intentara seducir a otra mujer y él reaccionó con extremada violencia.

Tampoco, por otra parte, dejaba de acosar a sus ex parejas y a sus nuevos acompañantes. Pronto trascendió un incidente ocurrido en el circuito de F1, Kyalami, en el que Pistorius se peleó con Quinton van der Burgh, magnate del carbón y productor televisivo de Ciudad del Cabo, al enterarse de que éste había iniciado una relación con una exnovia del deportista. “Se puso a gritar y le dijo que me iba a joder la vida si no me alejaba de la chica”, aseguró durante el juicio el propio Quinton.

La víctima

Sin embargo, ya era tarde para la joven Reeva Steenkamp, de 29 años, modelo y abogada con una activa militancia contra la violencia de género. La pareja se conoció a finales de 2012 e iniciaron uno de esos noviazgos que parecían idílicos. Él era un héroe sudafricano y un atleta admirado en todo el mundo; ella, una belleza que ascendía en el mundo de la moda – su sueño más inmediato era posar para Vanity Fair –, sin dejar de lado su faceta profesional en defensa de las mujeres en un país donde la violencia de género se cobra una nueva víctima cada ocho horas. Pronto, la pareja se convirtió en habitual de programas de televisión, revistas del corazón e incluso deportivas.

Reeva Steenkamp y Oscar Pistorius. EFE

Sin embargo, la felicidad que transmitían no había sido duradera de puertas para adentro. El peritaje del teléfono de Reeva mostró que la relación perfecta que la pareja mostraba en público distaba mucho de serlo en privado. “Yo soy la chica que está enamorada de ti, pero también la chica a la que dejas de lado cuando no estás de humor, a la que criticas su acento, su tono de voz. A veces me asustas por cómo me contestas y cómo me tratas”, decía un mensaje que Reeva había enviado a Pistorius días antes de morir. “Me haces feliz el 90 por ciento del tiempo, y creo que estamos muy bien juntos, no soy otra puta más”, escribió también Reeva a Oscar en otra ocasión. Y por supuesto, no tardaron en hacer aparición los celos: “Te juro que no estaba flirteando con ese hombre. Te enojas cuando escuchas alguna cosa sobre mí, pero te has citado con muchísimas chicas”, le escribió. Y en el siguiente agregaba: “Nunca te mentiría, no soy una Stripper ni una buscona. No puedo ser atacada por gente de fuera que me critica por salir contigo y también ser atacada por ti”.

Su publicista, Simphiwe Majola, relató a la policía que habló con Reeva el día antes de su muerte precisamente con ocasión del discurso que iba a pronunciar la abogada sobre la violencia contra las mujeres. Un discurso en el que, con gran pasión, la modelo recordaba su humilde infancia en una granja y cómo después había perdido la autoestima al mantener una relación de maltrato psicológico, que recuperó cuando se convirtió en modelo en Johannesburgo. Animó a las estudiantes a que fueran conscientes de lo importante que es alzar la voz y reconocer lo que uno vale. Murió a la mañana siguiente, precisamente a causa de esa violencia de la que, en realidad, no había logrado escapar.

El atleta brillante

Omar Leonard Carl Pistorius nació el 22 de noviembre de 1986 en Sandton, Johannesburgo, con una malformación congénita llamada hemimelia peronea: a sus dos piernas les faltaba el peroné, un hueso fundamental. Para que pudiera caminar con prótesis, a los 11 meses le amputaron las piernas por debajo de las rodillas. A partir de entonces, su vida fue una verdadera carrera de obstáculos que fue venciendo, uno a uno, con sus inseparables prótesis de carbono. Y no sólo para intentar llevar una vida normal, sino para transformarse en un atleta admirado en todo el mundo.

Sus piernas ortopédicas en forma de “J” – por las cuales sus compañeros lo apodaron Blade Runnernunca fueron un obstáculo para que jugara al rugby, al fútbol y al waterpolo; tampoco para que se entrenara como velocista. Animado por sus éxitos y sus marcas intentó participar en torneos regulares. Al principio se lo negaron, porque otros atletas se opusieron con el argumento que sus piernas de carbono le daban ventaja, pero apeló la medida de la Federación Internacional de Atletismo y logró que lo aceptaran. Por eso, después de ganar tres medallas de oro en los Juegos Paralímpicos de 2008 en Pekín, entrenó para clasificar y participar en los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres, compitiendo contra atletas sin discapacidades. No ganó medallas, pero pudo clasificarse para las semifinales de los 400 metros llanos y aquella carrera le proyectó al reconocimiento internacional.

Pistorius corriendo los 400 metros en los JJOO de Londres 2012. WIKIPEDIA

El juicio y la posterior apelación

El 14 de febrero de 2013, Pistorius fue arrestado por el asesinato de su novia. Según la policía, la muerte de Reeva, cuyo cuerpo presentaba cuatro orificios de bala, había sido un asesinato premeditado. El acusado alegó, sin embargo, que confundió a su novia con un ladrón que había entrado en su casa en mitad de la noche. Después, dándose cuenta de que la joven no dormía a su lado como él creía, intentó a abrir la puerta del baño a través de la que había disparado pero tuvo que derribarla con el bate de críquet que tenía siempre junto a la cama, porque estaba cerrada con llave.

La policía encontró un escenario extremadamente sangriento con epicentro en el cuarto de baño: el bate estaba en el suelo del aseo, junto a dos teléfonos móviles y una pistola de calibre 9 mm Parabellum. En la casa solo se encontraban ellos dos y no había señales de que hubieran forzado la puerta de la calle. Solo se podría haber accedido al interior de la vivienda por la ventana abierta del baño, pero dicha posibilidad fue descartada de inmediato por los investigadores, convencidos de que Reeva se había encerrado en el baño para escapar de su novio y llamar pidiendo ayuda. El bate de criquet con el que Pistorius dijo que había roto la puerta estaba ensangrentado y tenía rastros de piel de Reeva, consistentes con dos golpes que la modelo tenía en la espalda.

Se pudo reconstruir que Reeva se había encerrado en el baño después de que, en medio de una discusión a gritos, de la que dieron cuenta algunos vecinos del complejo, Pistorius la golpeara por lo menos dos veces con el bate. El fiscal añadió premeditación a los cargos que se le imputaban, mientras que la defensa del atleta insistió en su argumentación de que Pistorius, sin sus piernas ortopédicas, se sintió vulnerable a la hora de enfrentarse al posible ladrón y por eso disparó a través de la puerta del baño de donde procedían los “ruidos sospechosos”.

El atleta Oscar Pistorius durante el juicio. EFE

El juicio fue televisado y tuvo a todo un país en vilo. Sin embargo, el veredicto que condenaba a Pistorius a seis años de prisión, al considerar la jueza que existían circunstancias atenuantes, levantó una ola de protestas entre abogados, ciudadanos y asociaciones. Oscar pasó sólo unos meses en prisión y posteriormente salió en libertad condicional para residir en la lujosa casa de su tío en Pretoria y llevar una vida prácticamente normal. No obstante, la Fiscalía presentó un recurso de apelación contra la condena, por ser “escandalosamente leve”, y en noviembre de 2017 la Corte Suprema de Apelaciones de Sudáfrica, reunida en la ciudad de Bloemfontein, consideró que había razones “convincentes” que los anteriores tribunales no habían tenido en cuenta y elevó la pena en 13 años y 5 meses, hasta un total de 15. Se incidió en que al haber cogido un arma mortal, Pistorius debería haber previsto que quienquiera que estuviera detrás de la puerta del baño podría morir, especialmente dado su entrenamiento con armas de fuego.

Libertad condicional

Hace unos meses, Oscar Pistorius fue trasladado a una prisión cercana a donde viven los padres de quien fuera su novia. La medida tiende a facilitar un proceso conocido como “diálogo entre víctima y delincuente”, imprescindible para lograr la libertad condicional. La abogada de la familia, Tania Koen, confirmó que Pistorius y Barry Steenkamp se encontraron cara a cara el 22 de junio como parte del citado procedimiento, pero rechazó ofrecer más detalles: “El diálogo es privado y un tema confidencial, por lo que pedimos que se respete la privacidad de nuestro cliente”.

Para salir finalmente de la cárcel, un comité deberá escuchar el parecer de un psicólogo, del asistente social, de los responsables de la prisión y, sobre todo, evaluar el parecer de los padres de la víctima, en este caso tras el encuentro ocurrido en junio pasado. Mientras tanto, el atleta sudafricano pasa sus días en la cárcel dedicando horas a la lectura de La Biblia y, según sus más cercanos, contando las horas para regresar a la calle, a un mundo que no sabe cómo le espera.