TELEVISIÓN

MasterChef 11, muchedumbre entre fogones

El buque insignia de RTVE ha mutado de 'talent' de cocina a 'reality' y, en esta nueva edición, se ha transformado en una interminable parodia del camarote de los hermanos Marx. Demasiados aspirantes, demasiado largo.

MasterChef 11

RTVETamara Falcó, ganadora de la cuarta edición del Celebrity, fue la primera invitada de MasterChef 11.

Soporífero. El estreno de MasterChef 11 y su doble festín se hizo interminable. Dos días de emisión, doble expulsión, doble número de sollastres y cada uno con su mochila. Porque, no se engañen, ya no basta con saber cocinar, a MasterChef hay que llegar, dar de comer y compartir el macuto que cada uno llevamos en la espalda. Si esa historia es capaz de emocionar al espectador… mucho mejor.

Nadie duda de que MasterChef es el caballo ganador de La 1. Es el único formato que mira cara a cara a los grandes programas de las cadenas privadas. MasterChef es el buque insignia de RTVE. De los pocos programas que pueden presumir de llevar más de una década en antena. Once años ininterrumpidos con sus versiones celebrities, infantiles, incluso, seniles.

El caso es que 11 años pueden parecer un suspiro, pero al volver la vista atrás, al repasar los meses, las semanas o los días, uno detrás de otro, la cosa cambia. De aquella primera aventura que arrancó un 10 de abril de 2003 solo quedan las cocinas, los puestos de trabajo y las pruebas. Nada más. MasterChef ha mutado de talent de cocina a reality y de, ahí, en esta nueva edición, a muchedumbre en los fogones.

Allá por el pleistoceno, un tímido MasterChef se inauguraba en la plaza de Oriente con lo que ellos creían que era un macrocasting de 500 personas y una primera polémica, muchos de los aspirantes denunciaron que la selección estaba amañada. Aquel 10 de abril de 2003, 40 aspirantes fueron los elegidos para luchar por 15 delantales.

Once entregas y cientos de polémicas después, 1.000 de los 70.000 aspirantes de esta edición retornaron al lugar donde todo se originó, la plaza de Oriente. Iban en busca de la cuchara de madera que les abriría la puerta a la última prueba. Anoche, en plató, 60 aspirantes pelearon por 30 delantales. Lo dicho, el camarote de los hermanos Marx.

MasterChef 11, entre dramas y frikis

El culebrón lo inauguró Jeremy, un jovencito de 20 años que conoció el infierno siendo un niño y la salvación gracias a un padre adoptivo. Su madre, toxicómana, flirteó con la prostitución y no pudo evitar que uno de sus novios lo maltratara. Jeremy robó unas cuantas lágrimas y gracias a un plato de canelones salió con uno de los preciados delantales.

“Santa Teresa decía que en los pucheros y en las ollas también está Dios”. Fray Marcos, el pater venezolano de esta edición. No sólo es sacerdote, es locutor, cantante de boleros y cocinero aspirante al gran premio final.

Les guste o no a los miembros del jurado, MasterChef 11 continúa alimentando esa fama de nicho pop de la derecha que lleva por bandera. Reniegan de él, pero edición tras edición, siempre surge el puntito rancio y añejo. Fray Marcos levantó el telón de la nueva temporada con una bendición. El momento fue como regresar a la época de la televisión en blanco y negro, la carta de ajuste y los dos rombos.

Si el año pasado nos reímos con las bomberadas de Luismi, este año MasterChef 11 cuenta con un bombero forestal. Jorge Juan promete momentazos machegos.

La sustituta de María Lo, flamante ganadora de la décima edición es Camino, fue su novia la que le colocó el delantal y la dejó nadando en lágrimas.

Tuki entró en MasterChef 11 gracias a la salsa de piñones de su plato y a su caótica historia que llamó la atención de Jordi. Fotógrafo en excedencia, un día decidió darse un break “para meditar y encontrar su ilusión perdida”. Se llama Tuki porque el nombre que le pusieron sus padres le “gustaba, pero no le hacía ilusión”. Marta. “Tenía disforia, me hice la mastectomía y ya está”, confesó. Y qué me dicen de Merche, técnica de una multinacional española de telefonía que parece la enciclopedia con patas del talent. Se lo sabe todo, absolutamente todo.

En esta edición, MasterChef 11 cuenta con representante tejana, Rachel; con un brasileiro, Frank; Ana, una sevillana que quiere llevarse “el pedrolo al pueblo”, y con un tiktoker, Luca. El jovencito rezuma una muy baja tolerancia a las frustraciones. Petulante, estomagante y vanidoso, al primer no de Jordi ya se vino abajo. Suerte que tanto Pepe como Samantha le salvaron el pellejo. Veremos cómo sobrevive sin las redes y sin el teléfono. Así, a priori, resulta insufrible. El último delantal de los 30 fue para un repetidor. Alex, finalista de la cuarta edición de MasterChef Junior se alzó con el último mandil. “Te vamos a exigir más que a nadie. Lo sabes, ¿verdad? Bienvenido a las cocinas de nuevo”.

Los descartados

“Miss España 2018 o 2019”, que no se acordaba cuando le colocaron la corona porque “tiene la memoria de un mosquito” no convenció al jurado, como no les convenció Marlene, una otaku de Santiago que solo decía ¡Oli! Tampoco salió con el delantal Tory, una víctima del 11 M que estudió Derecho y que no dejaría la abogacía por nada. Otra que no sedujo al público fue la hija de Raquel Revuelta. Claudia Jiménez se quedó con el pomo en la mano. Lo de anoche fue todavía más soporífero que las primeras entregas de otras ediciones. Vista una, vistas todas. Y así, un bostezo detrás de otro.

Dos horas y media costó elegir 23 delantales blancos y 37 negros. Al filo de la medianoche los del guardapolvo zaino tenían un pie dentro y otro fuera de los braseros.

El estreno se eternizó. Terminó a la misma hora de siempre y sin prueba de exteriores ni de eliminación. No se engañen. Esa división de programas no es más que una estrategia para asegurarse la audiencia de dos veladas en el prime time semanal. MasterChef es el buque insignia de La 1 y en una temporada de fracasos nocturnos como Días de tele, Todos contra 1, Vamos a llevarnos bien o Cover Night, en la Corporación se han visto obligados a estirar el chicle.

Vistiéndolo de novedad, los delantales blancos a los que les habían colocado un brazalete negro se estrenaron con la primera prueba de eliminación. Las Cajas Misteriosas, un clásico del talent. Una prueba de cocina de aprovechamiento en la que estuvieron guiados por Tamara Falcó, ganadora de la cuarta edición del Celebrity. El primer expulsado de esta edición fue Roberto. Mañana será otro día.