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Cinco destinos para empezar con buen pie la primavera

Místicos e históricos, la playa y la montaña, de naturaleza y monumentales, damos pistas para pasar los próximos días festivos en destinos que rebosan estos y otros seductores atractivos

Cinco destinos para empezar con buen pie la primavera

ALFREDO MERINOUno de los miradores colgados sobre el cañón del Sil.

Aunque el invierno no ha sido demasiado duro, sí lo suficiente como para desear las promesas que propone el calendario las próximas fechas. Varios días festivos y unas previsiones meteorológicas que invitan al optimismo. Suficiente para abrir un paréntesis y dejar a un lado los problemas y dificultades. Es la mejor receta para coger fuerzas y seguir adelante.

Liébana y el Año Jubilar Lebaniego

Los cántabros tienen el próximo 16 de abril subrayado de rojo. Es el momento en el que se inicia el Año Jubilar Lebaniego. Razón imbatible para acercarse al hermoso valle que se extiende a los pies de Picos de Europa. La efemérides se celebra todos los años en los que el 16 de abril, festividad de Santo Toribio, cae en domingo. 

La celebración se inició hace más de cinco siglos, cuando el Papa Julio II otorgó al Monasterio de Santo Toribio de Liébana este privilegio. Desde entonces, el apartado cenobio lebaniego se ha convertido en uno de los lugares de peregrinación más importantes de Europa. Excusa perfecta para acercarse a esta comarca. Para cumplir con el rito ante el Lignum crucis, el mayor fragmento de la cruz donde murió Jesucristo que se conserva en el mundo, pero también para disfrutar de sus encantos.

La monumental casa-torre de Mogrovejo, en el corazón de la Liébana. ALFREDO MERINO

Una manera meritoria de alcanzar la Liébana, es hacerlo a pie por el Camino Lebaniego, ruta de peregrinaje que se inicia en la localidad costera de San Vicente de la Barquera. Se extiende a lo largo de 72 kilómetros, que pueden recorrerse en cuatro o cinco jornadas sin demasiados sobresaltos.

Situado a tres kilómetros de la villa de Potes, en el Monasterio hay que cruzar la Puerta del Perdón, que solo se abre los años santos, para ganar el jubileo. Luego conviene desplazarse hasta la cercana capilla de San Miguel, desde la que se contempla el hermoso valle de Liébana y los altos Picos de Europa, su visión regala otro jubilo que tampoco es despreciable.

Desde Potes, donde merece la pena recorrer el barrio viejo y conocer las recias casonas históricas, se inicia el recorrido por la Liébana. Abundan los pequeños caseríos que no han perdido su tipismo, como Mogrovejo, Cosgaya y Espinama. En todos ellos abren puerta restaurantes que ofrecen la suculenta carta local. Al final del valle, Fuente Dé y su teleférico es punto de despegue para alcanzar las alturas del parque nacional. Una visita no menos imprescindible.

Lanzarote, la isla amable

Muchos se marchan al Caribe y las playas del Índico e Indochina sin conocer esta isla irrepetible. Un pecado imperdonable; como el resto de las Canarias, Lanzarote es una apuesta segura. En la isla de los volcanes la primera parada debe ser por obligación Timanfaya. El singular parque nacional regala un viaje a la génesis que creo estas islas, pero también la vida en la tierra.

El siguiente destino isleño no puede ser otro que César Manrique. El polifacético artista lanzaroteño es reconocido como una de los figuras que más ha aportado a su tierra natal. Arquitecto del turismo sostenible, sentó las bases que hoy han permitido a Lanzarote ser uno de los destinos más sostenibles y respetuosos con el medio natural del planeta.

Playa del Charco de los Clicos. Lanzarote. ALFREDO MERINO

Los Jameos del Agua es su obra más conocida. Espectacular intervención, convirtió uno de los tubos abiertos por las corrientes de lava en un referente de lo que debe ser la simbiosis entre arte y la naturaleza. Impresionante cueva volcánica acondicionada para la visita turística, en su interior lagos subterráneos se mezclan con palmeras y coladas volcánicas.

El Mirador del Río es otra de las actuaciones de Manrique. En el extremo norte de la isla y colgado de un acantilado, desde los ventanales de su interior se contempla a placer el archipiélago de Chinijo y su isla capital, La Graciosa, recién ascendida a isla canaria de primer orden. No muy lejos, en Guatiza, está el Jardín de Cactus, otra idea manriqueña en la que prosperan más de 450 especies de cactus procedentes de todos los continentes.

Queda para lo último la Casa-Museo del artista en Tahíche. Transformación de varias cuevas y oquedades volcánicas en singular vivienda es un singular homenaje a la arquitectura isleña y la piedra volcánica.

En Lanzarote no hay que olvidar las playas. Las mejores de todas se encuentran en la punta sur de la isla, como son la playa de Papagayo y playa Blanca. Junto a ellas, no hay que dejar de bañarse en Famara y El Charco de los Clicos.

Campos de lavanda alcarreños

Es a partir de estas fechas cuando La Alcarria se viste con su mejor traje. Los campos de lavanda de Cifuentes, Brihuega, Villaviciosa, Malacuera y poblaciones limítrofes, se desperezan. La región castellano manchega, hasta hace poco solo conocida por un libro y un viaje, ya le hace la competencia a la Provenza francesa.

El color morado y un olor inconfundible lo invaden todo estos días. Llega la floración de la lavanda. Atraídas por ella llegan legiones de abejas. Y de turistas. Los primeros no han de temer a las segundas, si no se las perturba, ellas siguen a lo suyo. 

Una joven se hace un selfi en los campos de lavanda de Cifuentes. ALFREDO MERINO

La población local, decidida en su lucha contra la España vaciada, ya le saca partido al terruño. Abunda la oferta para los afuerinos ociosos. Desde empresas especializadas en turismo activo a talleres gastronómicos y saludables, todo organizado en torno a las florecillas moradas.

Vuelos en globos, excursiones en bicicleta y pedestres, experiencias en parapente, coctelería, jabones y productos de belleza, seminarios, música clásica y folclórica y una abundante y variada gastronomía son sus herramientas.

Las poblaciones de estos campos florecidos también tienen mucho que contar. Villas históricas, poblaciones declaradas Conjunto Histórico-Artístico, murallas, castillos, conventos, iglesias y edificios singulares. Campos y pueblos de la Alcarria, flores de lavanda y mucho más que un libro y un viaje.

Ribeira Sacra, Galicia remota y auténtica

Hasta hace pocos años, estas comarcas agarradas a los cañones del Sil y el Miño han pasado desapercibidas. Los malos caminos, luego carrreteras, y una geografía salvaje fueron fortaleza que la aislaron durante siglos del mundo exterior. Ya no es así. 

La Ribeira Sacra es hoy es destino de descanso, un hábito heredado de los monjes y monjas que erigieron sus cenobios en el medievo para retirarse al lugar más apartado del mundo. El turismo se ha desperezado en la comarca. Con un parador nacional, significado entre los mejores de la red de estos establecimientos, a la cabeza de una amplia oferta en la que no faltan restaurantes y bodegas.

Uno de los miradores colgados sobre el cañón del Sil. ALFREDO MERINO

La visita a aldeas escondidas y a monasterios y templos remotos deben alternarse con las obligadas paradas en los famosos miradores del Sil y el Miño. Asomados al borde del precipicio, agarrados a sus balaustradas es natural comprender lo que sienten los pájaros cuando vuelan.

Los Cañones del Sil, con un desarrollo que supera los 500 metros desde sus cimeras a la superficie del agua, son lo más espectacular de la zona. Los paseos fluviales en catamarán más que recomendables. También lo son las excursiones por caminos históricos. Ciertamente que son en su mayoría exigentes en lo físico, aunque algunos de ellos como las Pasarelas del río Mao son aptas para todos los públicos.

Tras ello, nada mejor que deleitarse con la rotunda cocina del oriente gallego. Eso sí, convenientemente regada con los caldos de la tierra. Son pequeñas y delicadas producciones, ampliamente premiadas, que se crían en los que aseguran son los viñedos más verticales del mundo.

Atapuerca, viaje a la cuna de la humanidad ibérica

Excepcional enclave de la evolución humana, la Sierra de Atapuerca está situada en una posición estratégica. A 15 kilómetros de la ciudad de Burgos, por ella pasa el Camino de Santiago. La relevancia de Atapuerca comenzó hace tres décadas, con los primeros hallazgos en la Sima de los Huesos de restos humanos de más de 900.000 años de antigüedad, que no tardaron en convertirse en una nueva especie, el Homo antecessor.

Desde entonces, los fósiles encontrados se han multiplicado. Cada uno ha aportado su granito de arena para aumentar el conocimiento sobre nuestros orígenes e historia más primitiva. La visita al complejo de los yacimientos permite descubrir el trabajo de los paleontólogos en los diferentes puntos donde han aparecido los restos, como la Gran Dolina, la Sima de los Huesos y la Sima del Elefante.

Paleontólogos en las excavaciones del yacimiento de la Sierra de Atapuerca. ALFREDO MERINO

En el camino de entrada a los yacimientos se localiza el Centro de Acceso, donde puede verse una exposición permanente que explica la génesis de la sierra de Atapuerca, junto con una selección de fósiles encontrados en ella.

La visita a los yacimientos se completa con la del Museo de la Evolución Humana. Situado muy próximo al centro de Burgos, en él se exponen los originales de los principales fósiles encontrados en Atapuerca. Integrado con los yacimientos de la Sierra de Atapuerca en la catalogación de Patrimonio de la Humanidad, el Museo consigue un hito histórico: reunir en un mismo lugar tres de esas figuras excepcionales declaradas por la UNESCO: los propios yacimientos, el Camino de Santiago que pasa por la puerta y la catedral de Burgos, recién cumplidos sus primeros 800 años.

Una vez satisfecho el hambre de conocimiento sobre nuestra historia y orígenes, llega la hora de amansar otra hambre más mundana, la que reside en el estómago. Nada mejor para ello que cruzar el Arlanzón y, después de saludar a las estatuas del Cid y sus fieles, adentrarse en el casco antiguo burgalés. 

Hay dos posibilidades para saciarla. La más rotunda consiste ni más ni menos que en el asado de cordero y la morcilla típicos de la cocina burgalesa. Menos excesivo resulta emprender un correcalles con parada en los bares de pinchos y tapas que puedan aguantar nuestros estómagos y bolsillos. El panorama es tan amplio que la simple relación de sus nombres ocuparía un tratado. Mejor dejarse guiar por los sentidos.