Una semana ha tardado Ana Obregón en desvelar lo que ya era un secreto a voces. Es la abuela de Ana Sandra Lequio Obregón. Así se lo ha confirmado a su revista de cabecera mediante una exclusiva en la que muestra las primeras imágenes de la hija póstuma de su hijo, Aless Lequio, fallecido el pasado 13 de mayo de 2020 por culpa de un Sarcoma de Ewing.
Desde Miami, donde confiesa que está disfrutando de los primeros días de la pequeña, la actriz pretende callar todas las voces que critican su actitud. Defiende que lo que ha hecho no es más que la obligación de cumplir la última voluntad de su hijo. “Lo que la gente no sabe es que esta fue la última voluntad de Aless: la de traer un hijo suyo al mundo. Y así nos lo comunicó de palabra a su padre y a mí una semana antes de fallecer. Esto se llama testamento ológrafo (...) Este documento existe y es legal”, confiesa la Obregón nada más comenzar la entrevista.
Confiesa la protagonista de Ana y los 7 que la decisión de comenzar con el proceso de gestación subrogada la tomó el día que su “niño se fue al cielo”. No ha sido un proceso fácil. “Puesto que no se produjo al primer intento, ni mucho menos. Han sido varias veces. Cada vez que no salía me llevaba un disgusto horrible. Ha sido una batalla, un largo camino, pero es lo que me ha mantenido con vida. Es que, si no fuera por esto, yo ya no estaría aquí”.
La entrevista está cargada de perlas que rezuman un duelo abierto, un quebranto no superado. Pero, ¿quién es capaz de sobreponerse a la pérdida más contra natura? Ninguna madre, ningún padre está preparado para sobrevivir a un hijo.
“La pérdida de un hijo es una situación patológica siempre. Nosotros no estamos preparados antropológicamente para perder a nuestros hijos; sí lo estamos para la desaparición de los padres. Es lo que llamamos duelo patológico. Lo que ha hecho la señora Obregón es intentar compensar lo que no se puede compensar con nada. Es una forma muy primitiva, pero es una forma humana de seguir adelante”, explica José Carlos Fuentes, doctor en medicina, especialista en psiquiatría clínica y forense.
Sólo encontré una verdad en la vida, hijo, y eras tú. Sólo encontré una verdad en la vida y la he perdido.
Puede que, para entender a Ana Obregón, antes debiéramos pulular por los renglones del libro de Umbral. El primer Premio Cervantes del siglo XIX arrancó las páginas de Mortal y rosa sin saber que el niño al que “oía crecer” iba a morir. La enfermedad de Pincho se cuela en ese poema narrado como una aciaga experiencia vital que rompe el alma del lector. Resulta imposible navegar entre tanta belleza sin sollozar.
Ana Obregón no acepta críticas ni revuelos
Ana Obregón no acepta ni críticas ni revuelos por su excéntrica decisión. Para ella no es más que la necesidad de cumplir la voluntad de Aless. Sus tres legados: la fundación, la paternidad y el libro, El chico de las musarañas, que empezó a escribir cuando le diagnosticaron la enfermedad. Ana Obregón se ha encargado de terminarlo y, como ella misma confiesa en la entrevista, en él cuenta todo el proceso que ha vivido hasta la adopción de su nieta que oficialmente es su hija.
Muy alto tiene el listón la recién estrenada escritora. Ella sueña con que El chico de las musarañas sea un súper ventas para destinar todos los beneficios a la Fundación Aless Lequio.
“Si el testamento y la última voluntad de mi hijo era eso, ¿cómo no lo voy a hacer? Si yo le juré que lo iba a salvar y no pude salvarlo, ¿cómo no voy a hacer lo que él quería que hiciera? Nadie en el mundo puede poner en duda que cuando una madre entierra a su hijo tiene que cumplir su última voluntad. Solo una persona cruel de corazón o una persona que no lo tenga pensaría algo así. Si hay opiniones en contra, yo no aguanto ninguna, ni voy a admitir ninguna. Nada más que la de un padre o una madre que hayan enterrado un hijo. Solo ellos son los que pueden opinar y los que me pueden entender”, se justifica en la exclusiva de ¡Hola!
Está convencida de que cuando la gente sepa la verdad todo el mundo entenderá “que no es un capricho”. Por supuesto, piensa decirle toda la verdad a la pequeña. Ella es su abuela y le llamará Bela, “como llamaba Aless a su madre”.

Portada revista ¡Hola!
Personalidad inmadura y depresión recurrente
Entre esas líneas se vislumbra un dolor inconsolable. “Fallé a mi hijo y no lo pude salvar, pero esto, que le juré con mi vida, lo he hecho y eso no me lo quita nadie, y no creo que haya nadie en el mundo que cuando vea a esta preciosidad de niña, tan deseada por parte de su padre desde el cielo y por mi parte desde la tierra y por parte de todos los que me quieren, no piensen igual”.
El doctor Fuentes recomienda cierto grado de empatía al valorar este asunto. “Es muy fácil juzgar las conductas de los demás y poner etiquetas cuando uno está bien, pero cuando das un salto y pasas al otro lado, las cosas cambian mucho", matiza
"Efectivamente, Ana Obregón sufre una depresión recurrente, como el 90% de las madres que han perdido un hijo. Por su forma de ser, analizando su personalidad previa, está claro que es bastante inmadura, lo que la lleva a tener un duelo inacabado. No lo puedo afirmar fehacientemente, pero me atrevería señalar que ha adoptado o ha creado esta otra figura, posiblemente para evitar su propio suicidio. Después de 40 años de psiquiatra, tengo muy claro que esto es una forma de evitar tu propia muerte”, explica.
He vuelto a nacer
Bien claro lo deja la presentadora en la entrevista. “¡Tú sabes lo que es sentir yo esto después de haber sufrido tanto! He vuelto a nacer. Yo me morí el 13 de mayo de 2020 y he vuelto a nacer el 20 de marzo de 2023, tal cual”.
Confiesa Ana Obregón que la niña se adelantó tres semanas. “Ella quería venir ya y, desde el cielo, su papá ya quería que estuviera aquí conmigo y que cambiara mis lágrimas de tristeza y de horror por estas lágrimas de alegría. Sí, mi cumpleaños es el 18 de marzo y ella tenía que venir al mundo el 31, pero se adelantó y casi es mi regalo de cumpleaños. Desde que Aless no está, yo no he vuelto a celebrar mi cumpleaños, ni la Navidad, ni nada. En Nochebuena me fui a un hotel y me metí en una habitación yo sola, a cenar de room service. Esas han sido mis Navidades. Ahora es mi obligación estar feliz. Además, mi estabilidad emocional, ahora mismo, depende de ver crecer feliz a esta niña”.
Revuelo de exclusivas
Sin duda, como apunta el doctor Fuertes, “su sufrimiento ha sido tal que su situación de desesperanza ha llegado a un límite insospechado”. Por eso no le gusta hablar de una actitud egoísta, sino de supervivencia. “Está sobreviviendo a una situación que le ha desbordado. Los padres, los hombres tenemos otro equipamiento hormonal. Las mujeres tenéis unas hormonas, oxitocina, y la vasopresina, que os complican mucho más las cosas. Cuando en la familia hay otros hijos, la madre suele disimular. Poner buena cara. La procesión va por dentro. Entiendes, con el cerebro racional, que no puedes hacerle esa faena a los otros hijos. En el caso de Ana Obregón, con un hijo único, es una superviviente con medios económicos que le han permitido tomar esta decisión. Desgraciadamente para ella, siendo famosa, le va a pasar una factura”.
Quizá por esos temas del equipamiento hormonal al que se refiere el doctor, Alessandro Lequio, abuelo biológico de Ana Sandra, no se sienta muy conforme con la que ha organizado su ex. Lo cierto es que le prometió a su hijo que siempre se llevarían bien, y según la revista Semana, Ana Obregón se lo está poniendo difícil con su actitud. "Hay cosas de las que me estoy enterando ahora". No será de la paternidad de su hijo, puesto que al ser heredero está obligado a firmar el consentimiento.
La revista Lecturas no se queda atrás en este follón y publica en exclusiva las imágenes de la madre gestante. Unan mujer de origen cubano que vive en un humilde apartamento en Florida, a 20 minutos del Memorial Regional Hospital de Miami, donde nació la hija de Ana Obregón.
Obregón, una superviviente con medios
Ana Obregón no parece ser consciente de que ha abierto un melón de lo más incómodo. No solo por la paradoja que supone comprar un bebé cuando en España la gestación subrogada está prohibida, sino por la inmensa diferencia de edad que hay entre madre e hija.
Para colmo, nos topamos con la injusticia del tema económico. Con dinero todo es posible. ¿Por qué a Mauricia Ibañez, que fue madre a los 64 años, la Administración le quitó la custodia de sus dos mellizos alegando problemas mentales? En el juicio ella aportó informes psiquiátricos que respaldan la tesis de su estabilidad psicológica, pero no sirvieron de nada.
“En el caso de Mauricia, ella tenía el deseo de tener hijos, de ser madre. Hizo lo imposible y luego se los quitaron. Se gastó la fortunilla que tenía y por una arbitrariedad de la administración, se los quitaron. El caso de Ana Obregón es una arbitrariedad del destino. Una mala jugada del destino. Nadie está preparado para perder a un hijo”, concluye el doctor que en su día trató el tema de Ibáñez.
Lo que queda después de ti, hijo, es un universo fluctuante, sin consistencia, como dicen que es Júpiter, una vaguedad nauseabunda de veranos e inviernos, una promiscuidad de sol y sexo, de tiempo y muerte, a través de todo lo cual vago solamente porque desconozco el gesto que hay que hacer para morirse. Si no, haría ese gesto y nada más.