Marcha atrás, en todo


Ante determinadas noticias una no sabe si arrancarse los dientes, sacarse los ojos o quejarse de lo habitual: todo el santo día matando tontos, y siempre queda alguno. Como muestra, el folleto de la Xunta donde algún cerebro privilegiado ha incluido como método anticonceptivo la marcha atrás. Sí, con un par. A pesar de haberse considerado como práctica de riesgo desde hace años por expertos en sexualidad y médicos. El panfleto lo equipara a los métodos de barrera, a los anticonceptivos hormonales y a los dispositivos, todos ellos, testados y homologados.
"Consiste en retirar el pene de la vagina antes de la eyaculación, que no debe producirse cerca de la vulva. La eficacia anticonceptiva depende de si se emplea correcta y sistemáticamente", define el método. Vaya por delante que eso de terminar fuera es más viejo que las pinturas de Altamira pero es muy grave que, a estas alturas de s.XXI, desde una institución oficial se imprima y distribuya online un folleto que pone en riesgo la salud y se desinforme respecto de la eficacia contraceptiva de esta argucia (me niego a denimonarlo "método" y que, no por haberla practicado todos en medio de un calentón, es aceptable). Tiene mucho mérito haber resucitado el Método del Calendario (Ogino-Knaus), a cuyos fallos se puede agradecer miles de nacimientos y que se ha desestimado precisamente, por ineficaz (ojo, que cuando no había otra manera pues, lógicamente, había que confiar en la regularidad de la ovulación, anotar fielmente las fechas y poner velitas para que la conjunción astral ayudase al fin perseguido: bien fuera quedarse embarazada o bien esquivar la fase fértil sin privarse de la actividad sexual).
Llego tarde para poder ofrecerles el enlace al catálogo que podía descargarse puesto que lo han eliminado, ante la respuesta viral de rechazo de particulares y medios de comunicación. Y por esto, que es bien gordo, no veremos rodar cabeza alguna, ni con extensiones ni transplantada en Turquía.

Encuentro denunciable la deficitaria educación afectivo-sexual que se proporciona a una generación que vive con un smart phone grapado a la mano y consumiendo pornografía, o en la que se convierte en moda cualquier atrocidad. Estamos en un contexto social que hipersexualiza a los niños y adolescentes, quienes sin saber y sin imaginar siquiera la gravedad de sus prácticas sexuales lúdicas (llámenme antigua pero a mí quedar para hacer un bukkake en el parque un martes en el recreo, me parece lo peor de lo peor, con el debido respeto a esa aberración que es hacer "El muelle").
El ‘juego del muelle’ o ‘la ruleta sexual’
Los adolescentes forman una rueda sexual rotatoria realizada bajo los efectos del alcohol y tras alcanzarse un alto nivel de excitación. Entonces se produce una especie de baile en el que los chicos penetran a las chicas rápidamente –o las chicas montan a los chicos rápidamente- y van rotando, cambiando de pareja cada cierto intervalo de tiempo. El que primero eyacula, pierde y sale del juego. La peligrosidad implícita en este juego es muy alta. Además del riesgo de embarazo no deseado, no se tienen en cuenta los desgarros que se pueden producir a nivel vaginal o las enfermedades de transmisión sexual, esta barbaridad está desembocando en un repunte de ETS e ITS que creíamos ya erradicadas. No, no señores: tener sífilis no es tendencia. Y no, no señores, la gonorrea no es the new Black. Claro que (modo ironía on) gracias a la píldora post costal, se contiene la escandalosa cifra de abortos adolescentes (lo malo es que precisamente en este totum revolutum, saber quién es el padre... fácil, lo que se dice fácil, no va a resultar).
No se puede legislar de espaldas a la ciencia e ignorando la realidad. No se puede hacer tan mal. No se puede hacer la política marcha atrás.