estas cosas, mejor no
Según expertos en la materia -gente que sabe del tema aunque ignoro si acreditan dicha sapiencia con el preceptivo máster falsificado-, lo que no se debería hacer:
Ignorar el contexto.
Follen ustedes como la situación dicte. Puede que se acaben de enfrascar el una pelea a guantazos (es un decir) y a uno de los dos le dé por besar al otro con espíritu vengador por lo que, si de repente alguien se pone a encender velitas e incienso o se marcha a buscar el aceite de masaje, provocará un absurdo corte de rollo. Así que, agárrense del pelo, aráñense la espalda, menéense con ímpetu y suelten algunas guarradas (ad gustum... Lean esto, y aplíquenlo, con las salvedades idomáticas). Si han decidido ustedes procrear, la postura más efectiva es la del misionero, mirándose a los ojos tiernamente y con el corazón en la mano.
Llamarlo “hacer el amor” por obligación, especialmente si la expresión les produce el mismo asco que a mí. Asco, quizá no sea la palabra... A mí, asco, asco de verdad, me daría hacer bukkakes, me refiero a que muchísimas personas preferimos otros de los casi infinitos términos que ofrece el español como follar, echar un polvo, tirarse a alguien, hacerlo, meterla, echar un quiqui, naca-ñaca, echar un casquete, chingar, beneficiarse a alguien, formicar, penetrar, echar una cana al aire…
Ser blandengues.
Y no me estoy refiriendo al pene de nadie, señores, (hay que ver lo susceptibles que son algunos…). La mayoría de los hombres subestima la capacidad de las mujeres de disfrutar un poco de juego sucio. No hay que esperar a pelearse para disfrutar de un sexo de arañar y tirarse de los pelos. Y no se asuste nadie si, alguna vez, su pareja le pide que le apriete un poco el cuello (suavemente). No quiere decir que le vaya la asfixiofilia. Probablemente sólo le guste la sensación psicológica que le produce.
Moverse demasiado.
Intenten mantenerse totalmente inmóviles, concentrados exclusivamente en la respiración de su pareja y en entender la magnitud de la unión. Es muy Zen (aunque no es lo mejor para los quiquis rápidos).
Pensar en fútbol (o en patinaje artístico).
Si no está usted por la labor, no se dará usted cuenta de si la maratón está a punto de terminar en un molesto ardor (de pene o de vagina).
Hacer caso de libros y revistas.
Aunque sean de lo más inesperado, las preferencias de su pareja siempre ganarán a esas absurdas listas de trucos y técnicas para el coito perfecto (que quienes las elaboran no han probado y las van copiando y recopiando de internet) y los consejos sexuales “oficiales” que elaboran esas chicas tan inteligentes que colaboran con esas revistas a cambio de no tener sueldo (sí, ésas… no me digan que ustedes no han dudado entre dos revistas y han terminado decantándose por la que regala la manta para cama de 150cm en lugar del rizador de pelo).