Las alternativas de Sánchez
Pocas garantías han salido de la reunión entre Pedro Sánchez y algunos de los representantes de las grandes empresas españolas. Sánchez apenas cuenta con argumentos sólidos para cerrar un acuerdo de Gobierno que sea capaz de añadir los votos necesarios para sacar adelante los Presupuestos del Estado. La coalición con Unidas Podemos es abiertamente incompatible con las necesidades de formular un programa de Gobierno capaz de superar la crisis económica y poner los cimientos para un crecimiento sólido.
Este lunes, Sánchez ha tenido la ocasión de contrastar el mensaje realista de los representantes empresariales, a los que el presidente apenas ha podido exhortarles para una vaga expectativas de unidad general, sin apenas concretar sus contenidos básicos, con la vaga promesa de entendimiento dentro de la coalición de Gobierno por parte de Pablo Iglesias, quien en su reunión con el máximo responsable del Ejecutivo apenas ha sido capaz de garantizare la adhesión necesaria para sacar adelante un programa de Gobierno que pueda incluir la adhesión de Ciudadanos.
En suma, es escaso el bagaje de recursos con el que Sánchez afronta sus próximos pasos. De Unidas Podemos no tiene carta de libertad suficiente para disponer de sus 35 votos a la medida de las necesidades de alianzas del Gobierno. Incluir a Ciudadanos en un hipotético plan de Gobierno parece descartado por el momento y esa alianza imaginaria no ha podido ser ofrecida como realidad posible a los empresarios. Tampoco Sánchez ha podido garantizar a los empresarios ese idílico acuerdo de gobernabilidad en el que la actual legislatura, lo que queda de ella, llegue a su término y el Gobierno en el poder pueda sacar adelante ese programa económico que todos anhelan aunque presenta muy serias dificultades de ejecución.
El momento de la verdad para el Partido Socialista parece muy lejano y de difícil ejecución. La alianza de Gobierno con Unidas Podemos parece a primera vista más frágil y difícil de consolidar que cualquiera otra de las hipótesis en juego, aunque algunas de estas, como un acuerdo de gobernabilidad con el PP, no acaba de encontrar la voluntad política necesaria posiblemente por ninguna de las dos partes.
Una alianza entre socialistas y liberal conservadores es un objetivo muy anhelado por muchos ciudadanos y posiblemente gozaría de una gran acogida en el mundo económico, tanto doméstico como exterior, y daría buenas oportunidades para el crecimiento de la economía. Pero la querencia del sector aparentemente mayoritario del socialismo por un matrimonio con los radicales populistas de Iglesias, que quizás empezó siendo de conveniencia pero que se ha ido fraguando como una alianza de intereses, está resultando muy difícil de disolver, aunque la hora definitiva de la definición para esta alianza solo pueda llegar de la mano de unas nuevas elecciones en las que la auténtica estatura política y parlamentaria de Unidas Podemos ofrezca garantías de estabilidad. De no esperar a esa clarificación, los próximos meses serán políticamente muy difíciles de gestionar.