Turismo español más que extranjero
Las cifras de los contagios del coronavirus empeoran y lo hacen a velocidad preocupante. Hay un paralelismo entre el deterioro de la pandemia y el de la economía. La AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, cuya misión es la de velar por la sostenibilidad de las finanzas públicas), acaba de lanzar dos previsiones económicas interesantes sobre la evolución del PIB. Dicen los analistas de esta entidad pública que el PIB mejorará durante el tercer trimestre del año en curso un 15,2% tras registrar en el segundo trimestre un retroceso del 18,5%.
Para el conjunto del año, la AIReF prevé una caída del PIB del 10,1% aunque con riesgo de que se deslice a la baja hasta el 12,4% mientras maneja una previsión de déficit público realmente preocupante, del 14,4% del PIB, que se convertirá en uno de los peores datos de la historia económica del país y que elevaría el déficit acumulado hasta niveles que pueden llegar a rozar el 120% del PIB. Cifras que nos situarán en las peores posiciones de la UE junto a Italia o Bélgica, entre otros países de alto déficit.
La evolución del PIB en los meses que restan del año ofrece expectativas muy inciertas, ya que la correlación entre la evolución de la pandemia y la actividad económica, además de altamente incierta, presenta rasgos muy paralelos que, de momento, apuntan hacia la parte más baja de los pronósticos.
En el centro de esta incertidumbre se encuentra un sector clave para la economía española, el turístico, ya que hay una fuerte aportación de los visitantes extranjeros a los ingresos de la economía nacional. Por desgracia, los turistas extranjeros, los que potencialmente podrían generar los ingresos que levantaran el pulso económico del país, están siendo auténticamente bombardeados por una sistemática publicidad negativa, que se difunde a diario en los medios de comunicación convirtiéndose en un castigo permanente a nuestra capacidad de atracción turística.
Quizás sea un asunto sobre el que el Gobierno español podría ejercer una actitud más activa, movilizando los mecanismos de apoyo y restando importancia a los aspectos negativos que algunos de nuestros competidores se esfuerzan en exacerbar. Esa propaganda negativa debe estar teniendo una incidencia muy negativa en el crecimiento de la economía española este año, lógicamente difícil de cuantificar.
Una de las realidades que se ha traducido en la práctica en un fuerte deterioro de nuestro potencial de crecimiento es el hecho de que este año están registrándose muchas menos pernoctaciones de no residentes que a la inversa, lo que describe bien a las claras la pérdida de aportación del turismo internacional al desarrollo de la economía española. El pasado año, a estas alturas, el peso de las pernoctaciones de no residentes suponía el 65,6% de las estancias totales mientras este año la situación se ha dado la vuelta de forma dramática y, algo que no sucedía desde hace tiempo, ha colocado a los turistas españoles como principales motores de la actividad del sector.
De los 11,5 millones de pernoctaciones de mes de julio, 7,4 millones han correspondido a visitantes españoles y 4,1 millones a residentes extranjeros. En los últimos cinco meses, la pernoctación de turistas españoles ha superado a la de turistas extranjeros. Es decir, el turismo, importante motor de la economía española con sustento preferente de los extranjeros, se ha convertido en un motor de génesis doméstica. Es uno de los grandes cambios que nos está dejando la pandemia.