La Deuda, ante el riesgo de bajada de calificación
La crisis económica que se ha extendido por todas partes tras la extensión de la pandemia va a tener un impacto muy importante sobre los niveles de Deuda Pública que presentan las economías de todo el mundo. Nadie se va a librar de este fenómeno por la sencilla razón de que la lucha contra el coronavirus ha movilizado los recursos financieros de casi todos los Estados como medida compensatoria de la debilidad sobrevenida en la actividad económica.
En el caso español ya se han realizado algunas evaluaciones preliminares que nos llevan a un escenario realmente preocupante, ya que el peso de la Deuda sobre el PIB pasará en apenas un año desde niveles del 98% hasta el 115% o más a finales de este año 2020. Es un salto que implicará un deterioro muy severo en nuestra situación financiera.
En medios económicos y financieros hay en estos días un estado de cierta ansiedad ante la probable recalificación de la Deuda de algunos países europeos, entre ellos España. Esta recalificación por parte de las agencias especializadas conducirá a un deterioro de las calificaciones y por lo tanto en un aumento de los tipos de interés, lo que traerá como consecuencia una aceleración en los niveles de déficit.
De momento, la situación está siendo contenida gracias a las masivas intervenciones de apoyo del Banco Central Europeo (BCE). Sin las compras masivas de Deuda que está desarrollando el banco de la zona euro, los tipos de interés (y por lo tanto los costes financieros y a la postre el volumen de Deuda) se habían disparado de forma espectacular y posiblemente inasumible en algunos casos. Por lo tanto, la propia medicina que se está aplicando para salir de la crisis y superar los problemas está derivando en una auténtica pandemia financiera. Cuantas más ayudas públicas recibe la economía, mayor es el grado de deterioro potencial al que se enfrenta debido al aumento del déficit y de la Deuda Pública en circulación.
Toda esta espiral de deterioro tiene como es lógico un remedio, aunque de muy difícil aplicación en los momentos actuales: el freno de la emisión de Deuda y, en el origen, la reducción del gasto público. Es lógico que a medida que la economía empeore su situación, las demandas de mayor gasto público se incrementen, como estamos viendo a diario en todas partes, no solo en España. Pero este aumento del gasto trae consigo el germen de un incremento adicional del deterioro económico.
La ruptura de este círculo maligno pasa indudablemente por una serie de medidas políticas consistentes y duras, que sea capaz de frenar las abundantes demandas de apoyo público que llegan desde todos los ángulos de la economía. Tarea difícil a la que los Gobiernos no suelen encontrar soluciones, sobre todo en casos como el español, en el que una parte del Gobierno actualmente en el poder comparte soluciones económicas que pasan por aumentos impresionantes del gasto público y, en ocasiones, acompañados por medidas que suponen un desincentivo a la inversión.