Los empujones de la Bolsa
Las tres mayores subidas que este año han experimentado las Bolsas (las tres en un plazo de unas pocas semanas, la primera a mediados de marzo) reflejan el estado de ánimo de los inversores sobre las posibilidades de éxito de las investigaciones para obtener un remedio eficaz contra la extensión del coronavirus. Este lunes no ha sido una excepción y algunos mercados se han disparado al alza cuando se ha extendido la idea de que dos compañías estadounidenses han logrado prometedores avances en el hallazgo de fármacos que han mostrado una notable eficacia en el freno de la pandemia.
Se está hablando desde hace unas semanas de que antes de finales de año habrá medicamentos capaces de neutralizar el avance del virus, pero hasta ahora no se han producido hallazgos de la suficiente contundencia. Hay miles de científicos trabajando en el desarrollo de una vacuna eficaz contra el virus, hay Gobiernos empeñados en impulsar estos trabajos mediante inyecciones masivas de capital y hay algún Gobierno, en particular el de China, empeñado en capitanear los hallazgos que resuelvan el problema como una cuestión de prestigio y de lavado de cara ante la mala imagen que ha acumulado este país en los últimos meses como fuente de nacimiento del coronavirus y ante un reproche bastante generalizado de que no hizo lo suficiente para frenar desde un principio los orígenes de la infección. Se puede decir en estos momentos que nunca una tarea colectiva en materia sanitaria habrá logrado sumar tantos esfuerzos en busca de un logro común.
Lo que está claro es que tanto la economía como los mercados de activos financieros (bursátiles y de renta fija) viven pendientes de estos avances de la medicina y la investigación. Y que los movimientos que se van produciendo en las Bolsas no solo afectan a las cotizaciones de las pequeñas compañías farmacéuticas (pequeñas y con escasa presencia en Bolsa, lo que provoca fuertes terremotos especulativos que no siempre son muy de fiar) sino a las demás empresas cotizadas, que se mueven en base a sus posibilidades de obtención de beneficios, pago o suspensión de dividendos, impacto en su actividad productiva (caso de la industria hotelera o del sector aéreo, fuertemente penalizados en sus cotizaciones debido a la decepcionante evolución de sus negocios) o riesgos financieros diversos, lo que también afecta de forma genérica a los bancos y a las compañías de seguros.
En suma, el impacto de la epidemia se ha hecho tan global que resulta difícil encontrar sectores que se libren de la caída de sus cotizaciones y del rechazo de los inversores. Los pocos sectores que pueden sacar provecho de la actual situación son, en todo caso, los de más brillante trayectoria y en ellos se concentra el dinero de los inversores que huyen de los sectores más perjudicados. Como los sectores potencialmente beneficiarios son pocos y de escaso tamaño, las subidas de las cotizaciones bursátiles de estas empresas suelen estar rodeadas de una notable espectacularidad, como sucede con las empresas del sector farmacéutico, con algunas compañías tecnológicas y de materias primas, todas ellas con expectativas importantes de recuperación a plazo más o menos breve.
El tirón de estas empresas no logrará por si solo sacar a la Bolsa de su actual estado de debilidad, pero pueden convertirse en el punto de arranque que desarrolle un efecto multiplicador que acabe por acelerar la salida de la recesión económica mundial.