Bolsa huérfana aunque alcista
La Bolsa española ha vivido una segunda mitad del año bastante optimista, con las cotizaciones en alza. Nada menos que cinco semanas consecutivas acaba de vivir la Bolsa española al alza, algo que no sucedía desde hace bastantes meses. Y el índice bursátil más representativo, el Ibex 35, está cerrando el año en máximos desde hace año y medio. Todo parece indicar por lo tanto que vivimos en una etapa de esplendor bursátil.
Pero las cosas se pueden mirar desde otro ángulo, con perspectivas menos favorables. Por ejemplo, este año que está a punto de terminar no ha contado con ninguna salida a Bolsa como sucedía en anteriores ejercicios, cuando las campanadas de la Bolsa se escuchaban en diversas ocasiones. Los únicos que se han atrevido a colocar sus títulos en Bolsa han sido los propietarios de algunas iniciativas empresariales que han tomado como centro de operaciones el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), en donde han aparecido algunas iniciativas empresariales de pequeña envergadura, con un volumen de recursos movilizados de cuantía casi simbólica, apenas 300 millones de euros en conjunto.
Salidas a Bolsa propiamente dichas han brillado por su ausencia. La media docena de empresas que ha estado preparando sus equipajes para colocar acciones entre inversores se han quedado con las ganas y finalmente han decidido suspender sus proyectos, que de momento han quedado aplazados para el año que viene. Una situación que podría calificarse de insólita y que los analistas atribuyen a la falta de seguridad, tanto jurídica como política y, desde luego, de mercado, que permite aportar las dosis de confianza para que los inversores apuesten por colocar su dinero en nuevas empresas cotizadas.
La incertidumbre, importante motor y freno al mismo tiempo de la vida económica, ha sido la razón principal de esta desidia empresarial a la hora de colocar nuevas compañías en las salas de contratación bursátil. Bien es verdad que hay otras motivaciones que confluyen en este retraimiento de los promotores empresariales, como la relativa facilidad de financiación que existe en los mercados a la hora de facilitar el desarrollo de proyectos empresariales.
La Bolsa no deja de ser un canal de aportación de recursos para hacer posibles los proyectos empresariales. Pero quienes quieren salir a Bolsa lo hacen con la pretensión de encontrar vías de captación de ahorro y recursos financieros adicionales con el objeto de apostar por las vías de crecimiento. Y ese clima es el que está en estos momentos en situación precaria.
Resulta bastante incongruente que un clima bursátil y económico relativamente optimista como el que estamos viviendo no sea capaz de aportar garantías de acopio de capitales en las Bolsas para reforzar la viabilidad de algunos proyectos empresariales, sobre todo en unos momentos en los que la creatividad empresarial exige nuevas vías de crecimiento y desarrollo, en especial en el terreno tecnológico. El argumento según el cual esta parálisis en los proyectos empresariales que teóricamente deberían utilizar la Bolsa como canal de crecimiento está condicionada por el clima político, resulta convincente solo a medias.