Frena el PIB, pero con el ahorro en alza
El frenazo de la economía española en lo que va de año es algo más fuerte del que se había estimado en los últimos meses. El PIB se ha frenado en el 2% anual (0,4% trimestral) al término del segundo trimestre, lo que cuestiona aquellos pronósticos de cerrar el año con un aumento del 2,4% o, en el peor de los casos, del 2,2%. Las elucubraciones sobre las cifras finales del PIB tienen, de todas formas, menos importancia que algunas de las señales que se han ido produciendo en las últimas semanas.
Además del frenazo de la creación de empleo, en estos últimos meses se ha producido un notorio aumento de la tasa de ahorro, que ha alcanzado los niveles más elevados de los seis últimos años, ya que la tasa de ahorro ha subido hasta el 8,7% de la renta disponible. Este aumento notable de la propensión al ahorro coincide con un ligero frenazo en la evolución del consumo y con un aumento importante de las rentas familiares, que crecen por el doble efecto de un aumento del empleo (aunque más moderado que en los primeros meses del año) y de las remuneraciones percibidas por los asalariados.
El aumento de las rentas familiares se ha repartido casi por igual entre uno y otro, en concreto se debe en un 2,7% al mayor número de asalariados a tiempo completo y a un aumento del 2,4% en las mejoras salariales. Teniendo en cuenta que la tasa de inflación se está moderando respecto a los valores ya muy escasos de los meses anteriores, la sensación de mejora del poder adquisitivo es considerable. Es por este motivo por el que adquiere una mayor significación el incremento de la tasa de ahorro de los hogares, ya que no parece obedecer a cuestiones objetivas (como la sensible mejora de los ingresos familiares) sino a aspectos de tipo subjetivo, como la incertidumbre ante los riesgos de un empeoramiento de la economía, que estaría provocando una mayor propensión al ahorro y una cierta contención en el nivel del gasto de consumo.
La conclusión que cabe extraer de estas cifras pone de relieve la buena solidez con la que está creciendo la economía, solo entorpecida por el aumento del gasto público más allá de lo que exigiría una estrategia de equilibrio presupuestario que tenga en cuenta la necesidad de acometer rebajas en el nivel de Deuda Pública, algo que no solo no se está produciendo sino que camino rumbo a un creciente desequilibrio presupuestario.
Bien es verdad que la situación de desgobierno en la que nos encontramos está ayudando a que el retorno al equilibrio presupuestario no se encuentre en estos momentos en el capítulo de nuestras prioridades económicas y que el ambiente preelectoral esté favoreciendo el dispendio de dinero público. En todo caso, la buena posición económica de muchas economías familiares (por desgracia, no todos pueden decir lo mismo) aporta un ingrediente de solidez al futuro económico del país que contribuirá a que la debilidad del crecimiento sea más moderada.