Inflación demasiado baja
La inflación ha subido una décima en julio, según datos provisionales. Pero la subida la ha conducido hasta el modesto, modestísimo nivel, del 0,5%. Hace ya bastantes meses que la inflación ha pasado a ser más fuente de preocupación por lo baja que está que por su desbordamiento alcista. Incluso hemos tenido un trienio, que empezó en el año 2014 y acabó en 2016, durante el cual las tasas de oscilaron en zona negativa, entre el -0,2% y el -0,5%. Fueron los años en los que la economía española tocó fondo y durante los cuales algunas materias primas, como el petróleo, se confabularon para colocar el nivel de precios en cotas impensables.
Desde luego, tasas muy alejadas del objetivo que el Banco Central Europeo (BCE) y los propios Gobiernos habían considerado que reflejaba mejor el equilibrio deseable de la economía, una situación en la que las presiones de la oferta y la demanda mantuvieran una razonable convivencia, sin predominios no deseables para ninguna de las dos grandes vertientes de la economía.
El tránsito desde tasas de inflación negativas en los años pasados, entre 2014 y 2016, hasta tasas positivas pero casi siempre moderadas y desde luego inferiores al 2% fijado como objetivo, se ha producido en el transcurso de una etapa de aceptable crecimiento económico. En el caso español, el crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto) una vez descontada la tasa de inflación, parece haber añadido algo de presión alcista de la evolución de los precios de consumo, pero por debajo de lo que los analistas consideran adecuado. Además, en los últimos meses hemos registrado de nuevo un episodio de retrocesos, hasta cotas claramente inferiores al 1%.
Algunos sectores de la actividad económica, como la vivienda, están incluso contribuyendo de forma muy activa a la hora de acelerar las tensiones al alza ya que la demanda de vivienda, tanto propia como en alquiler, presiona por encima de la oferta. Hay, sobre todo en algunas zonas de la geografía, en especial en grandes ciudades, en las que la presión alcista de los precios en el sector de la vivienda residencial está siendo muy considerable. Desde luego, bastante por encima de los niveles del 1% o inferiores que estamos viendo en el indicador general de precios. Esto significa que sin tener en cuenta el despegue al alza de algunas actividades económicas en donde sí existe clara presión de la demanda, los precios de consumo del resto de la cesta de la compra familiar está registrando una presión alcista bastante más moderada. Incluso a la baja.
La moderación de los precios puede ser un buen compañero de viaje para aportar ganancias de renta disponible y por lo tanto para mejorar el nivel de vida de amplios sectores de la población, cuyas ganancias salariales les permiten en las actuales circunstancias mejorar el poder adquisitivo. Pero por desgracia la caída de los salarios en los últimos años ha sido de una intensidad excesiva y la recuperación de la renta disponible propia de los años previos a la crisis está todavía lejos.