La economía crece en silencio
Bajo el ruido de la batalla política, la economía española sigue su curso y en este primer trimestre del año, contradiciendo la casi totalidad de los análisis, incluidos los gubernamentales, ha registrado una significativa aceleración. Es más, en el terreno de las previsiones cabe suponer que el aumento del PIB registrado en estos primeros meses del año podría generar cierta continuidad debido a los apartados que en el primer trimestre han mostrado un mayor dinamismo.
Básicamente ha sido la inversión el motor principal del impulso alcista de la actividad económica. El PIB aumentó un 0,7% en el primer trimestre sobre el cuarto trimestre del año pasado, lo que implica una décima más. En términos anuales, el PIB ha pasado del 2,3% de avance en el último trimestre del año pasado al 2,4% de aumento en el inicio de este nuevo ejercicio. El tirón de las inversiones ha sido el elemento más llamativo de lo sucedido en los diversos escalones de la economía, una reacción que implica un aumento de la confianza de los agentes económicos en el futuro de la actividad y, por lo tanto, una expectativa de mayor crecimiento económico, ya que la inversión es el motor de arranque de la actividad, el que tira del empleo y de los demás componentes de la demanda. Es por ello por lo que esta reacción de la economía en los primeros meses del año permite anticipar un cierto grado de optimismo de cara al inmediato futuro.
La pulsación inversora de la economía se ha concentrado además en algunos segmentos que tienen especial repercusión positiva de cara al futuro. El renglón más alcista en los diversos componentes de la inversión ha sido en efecto el de la maquinaria y los bienes de equipo, que ha registrado un aumento trimestral del 3,8%, una tasa que no se conocía desde hace ya bastantes trimestres, en concreto desde el inicio del año 2017.
Otra de las novedades del impulso alcista de este primer trimestre ha sido la mayor aportación del sector exterior al crecimiento, ya que en los trimestres precedentes se estaba echando en falta la debilidad exportadora, una variable que tiene mucho que ver en el caso español con la actividad industrial. En los primeros meses del año, la aportación del sector exterior al crecimiento del PIB ha mejorado de forma muy sustancial, aunque todavía lejos de la demanda nacional.
El arranque del año en la economía ha sido, por lo tanto, bastante positivo como relejan las cifras de empleo. El Instituto Nacional de Estadística estima un mayor grado de ocupación del 2,8%, por encima de la tasa de la segunda parte del año pasado, considerando el empleo a tiempo completo. Esta estimación se refleja en unas 510.000 personas más trabajando respecto a un año anterior, lo que ha dado pie a un fortalecimiento de la demanda interna, principal apoyo del aumento del PIB. Aunque la tasa de paro se mantiene elevada, las necesidades de mano de obra están claramente en aumento, como reflejan las estadísticas de movimiento de población. Como punto menos favorable, la productividad por hora trabajada ha registrado en estos primeros meses del año un retroceso significativo, lo que puede condicionar el futuro de la competitividad del país, es decir, las exportaciones.