Previsiones económicas con mucha fe
El Gobierno acaba de reconocer una menor tasa de crecimiento para el año 2018, rebajando la previsión en una décima, hasta el 2,6% frente al 2,7% que se mantenía hasta ahora. La rebaja no ha sorprendido ya que se encuentra en línea con las estimaciones que manejan diversos organismos y expertos. Llama algo más la atención el hecho de que la previsión para el año que viene, el ejercicio 2019, se recorte también en una décima, hasta el 2,3% frente al 2,4% anterior. Este reconocimiento para el próximo ejercicio puede considerarse algo optimista, ya que algunas previsiones de analistas estiman una tasa de actividad menos intensa, lo que dejaría el aumento posible del PIB más cerca del 2%.
Como las cifras lo aguantan todo, o casi todo, y más aún cuando se formulan en forma de hipótesis a cierto plazo, hay que reconocer que el escenario que se presenta como probable es bastante favorable, al menos en términos de crecimiento económico. Entre otras cosas porque la previsión para el año de 2018, ya casi vencido, implica apartarse bastante poco del 3% de media que veía siendo habitual en los tres años precedentes. De cara al año 2019, la rebaja empieza ya a ser sustancial, aunque posiblemente España se mantenga un año más como la economía con mayor dinamismo entre las cuatro grandes de la UE.
La razón de este recorte estriba en el debilitamiento del sector exterior, ya que la previsión de crecimiento de las exportaciones para este año va a estar bastante por debajo de lo que se esperaba y otro tanto sucede con el año 2019, aunque la distancia oculta el escenario más probable debido a las condiciones rápidamente cambiantes que se están desarrollando en la escena comercial internacional. El mar de incertidumbres que rodea el desarrollo a medio plazo del comercio mundial no permite atinar en las previsiones que, en el caso español, son de enorme importancia, ya que está en juego lo que pueda suceder en dos de nuestros principales mercados, el europeo y el de Estados Unidos.
Las previsiones que ha enviado este lunes el Gobierno a Bruselas describen, por lo tanto, un escenario bastante optimista aunque está por ver el grado de credibilidad de las previsiones presupuestarias, presentadas con un déficit del 2,7% sobre el PIB para este año y del 1,8% para el año 2019. No son cifras brillantes, pero el punto más importante radica en la credibilidad de tales previsiones, sobre todo después de que el Gobierno haya aprobado un abanico de medidas que van a incidir de forma muy agresiva en el gasto público mientras maneja unas previsiones de ingresos fiscales fuertemente crecientes, cuya viabilidad exige dosis importantes de confianza habida cuenta del optimismo con el que algunas previsiones de ingresos se han planteado.
Todo ello sin contar con el impacto que puedan tener los aumentos de la presión fiscal en algunas variables importantes de la economía relacionadas con el potencial de crecimiento. Por ejemplo, en qué medida el endurecimiento fiscal puede afectar a las previsiones de inversión, que se prevén todavía muy elevadas para el año 2019, con una previsión de crecimiento de la formación bruta de capital del 4,4%. Este encaje es el que posiblemente no ofrece la congruencia suficiente y cuyo descuadre puede poner en tela de juicio las previsiones de crecimiento del PIB para el año próximo y siguientes. Da la impresión de que se está minusvalorando el impacto potencialmente negativo del fuerte aumento de la presión fiscal sobre el potencial de crecimiento económico.