El contagio de Latinoamérica
De las numerosas previsiones que circulan durante los últimos días sobre lo que puede suceder en la economía mundial durante el año 2016 hay una en la que coinciden casi todos, la de que este año que viene no será el año de Latinoamérica. Y este es un asunto que no resulta precisamente favorecedor para la economía española, dados los estrechos lazos que nuestro comercio exterior y, sobre todo, un elevado número de empresas de raíz española han ido tejiendo al otro lado del Atlántico, en especial, de Centroamérica para abajo. México, con quien también hay relaciones económicas y comerciales muy estrechas, no está en la lista de los países con problemas para el año 2016, asunto que lo debe el país azteca a su estrecha relación con Estados Unidos.
Pero de México para abajo, los augurios no son nada buenos, con varias economías, alguna de ellas tan importante como la de Brasil, la mayor de Latinoamérica, en clara y dura recesión económica. El riesgo de contagio, aunque quizás bastante parcial, parece inevitable. Brasil es precisamente el epicentro de la actividad económica española en el continente, por lo que bien se puede extrapolar su crisis al estado de las relaciones hispano americanas. Brasil está a punto de cerrar uno de sus peores años, económicamente hablando, de su historia reciente, con una caída esperada del PIB superior al 3%. Nada hace suponer que el país esté tomando mejores rumbos para el año 2016, en el que se espera una nueva contracción del PIB, quizás superior al 2%. La economía brasileña ha llegado a alcanzar un alto grado de importancia para muchas empresas españolas de primera fila, que tienen en la actualidad una mayor actividad en Brasil que en la propia nación de origen, España.
Los males que aquejan a Latinoamérica radican en el retroceso de los precios de las materias primas, en el descenso de las exportaciones de productos básicos a alguno de sus clientes importantes (como China), en la subida del valor del dólar y en la dependencia de la financiación exterior, en gran medida expresada en dólares o en divisas fuertes. La subida de tipos que ha iniciado la Reserva Federal estadounidense supone un daño añadido a la economía de esta zona del mundo. En el terreno de las inversiones extranjeras, tampoco este año 2016 se espera aporte avances interesantes para la zona, no sólo por la abierta hostilidad que algunos Gobiernos han esgrimido frente a la inversión multinacional en los últimos años sino porque las expectativas económicas no resultan precisamente atrayentes.
En el resto de Latinoamérica se alternan luces y sombras, con la incógnita de Argentina, que posiblemente logre eludir la recesión pero que afronta un cambio económico drástico tras el cambio del Gobierno y el final de la era kirchnerista. Argentina no sale bien pertrechada en lo económico y las previsiones le atribuyen un crecimiento muy cercano a cero, con la particularidad de que no se podrá beneficiar de las estrechas relaciones que mantiene con Brasil debido a la recesión de este país. Chile crecerá con cierta holgura lo mismo que Colombia, pero Venezuela sigue camino del precipicio, con fuertes retrocesos en su PIB a la espera de que el precio del barril de petróleo redima sus cifras. Venezuela es, no obstante, un país con escasa influencia en el conjunto y cada vez más aislado de su entorno y con escasas relaciones en el exterior.
La relación económica entre España y Latinoamérica posiblemente se debilite durante el año en curso. La zona ha sido el objetivo preferente de las inversiones españolas en el exterior durante los últimos lustros, pero parece haber llegado el momento de una cierta diversificación hacia otros escenarios más prometedores. Sin ir más lejos, la presencia española en Asia es una de las asignaturas pendientes, a la que posiblemente presten más atención en un futuro inmediato las empresas españolas con mayor vocación exterior.