Presupuesto de crisis, no de recuperación
Las grandes cifras del Presupuesto del año 2011 vienen a confirmar lo que ya se había escuchado en las últimas semanas: recortes en el gasto público allí donde las prioridades y compromisos del Gobierno lo han permitido, menos inversión, importante recorte de los gastos fiscales (en especial en el IRPF, en detrimento de la renta de las familias debido, entre otros, a la desaparición de las deducciones por vivienda), alguna subida de impuestos adicional a las ya conocidas (aunque cabe aún alguna sorpresa en el trámite del debate parlamentario) y en general una apuesta por la contención para tratar de que el año pase lo antes posible ya que con dificultades se puede pensar que este próximo año va a ser el de la recuperación económica y el de salida de la crisis.
Son, en este sentido, unos Presupuestos tristes, que difícilmente van a convertirse en una ayuda al crecimiento económico. Se trataba sobre todo de que no fueran un obstáculo y esto último lo han conseguido sólo en parte los responsables de su elaboración. La ausencia de instrumentos fiscales de apoyo al crecimiento y a la actividad o a la creación de empresas denota bien a las claras que el Gobierno sigue renunciando a utilizar la política fiscal para otra cosa que no sea recaudar.
El esfuerzo de contención del gasto público, una buena parte del cual no pasa por el Ministerio de Hacienda sino por las Haciendas autonómicas y locales, sobre todo las primeras, ha sido modesto. Se podía haber esperado bastante más de una economía en estado de emergencia, como es la española, no tanto por lo que vaya a suceder en el año 2011, sino por el hecho de que al no haber tomado las medidas adecuadas de austeridad en los dos ejercicios precedentes, el esfuerzo de ahorro y de austeridad se ve ahora multiplicado, concentrado en un año que prolongará la crisis en vez de clausurarla, como sucede en buena parte de nuestros vecinos. Los países que se adelantaron a tomar medidas en su momento, como Alemania, están ya en otra onda y afrontan el año próximo con unas expectativas bastante más favorables, con previsiones de crecimiento que en algunos casos, como el alemán, pueden rondar o superar el 3%, cuando en el caso español estamos contemplando como sumamente optimista todo lo que sea alcanzar y menos aún superar el 1%. El año 2011 va a ser, además, un año de retroceso en términos de convergencia con una buena parte de nuestros vecinos europeos.
La tesis oficial de crecimiento del PIB se ha mantenido, a la hora de presentar el Presupuesto, en el 1,3% de aumento, pero pocas cosas de las que se incluyen en el texto del Presupuesto del Estado invitan a pensar que van a existir los recursos y los instrumentos adecuados para lograrlo. Una vez más, el gasto en inversión condicionará las posibilidades de salir de la crisis a lo largo de los meses venideros. Podría haber sido más beligerante el Presupuesto cortando más enérgicamente los gastos corrientes para dejar hueco a un mantenimiento o mejora de los gastos de inversión, pero no ha sido así, lo que se traducirá en una parca capacidad de creación de empleo e incluso posiblemente en un nuevo descenso adicional del mismo. Ni siquiera el Gobierno en sus previsiones para el año entrante se permite licencia ni optimismo alguno a la hora de ofrecer previsiones o pronósticos sobre una hipotética mejoría del mercado de trabajo.
La presentación del Presupuesto ha coincidido con la esperada rebaja de la calificación de la deuda española por parte de la única de las grandes agencias que aún no lo había hecho, Moody’s. La rebaja de un escalón ha venido acompaña de sorpresa, ya que la perspectiva que nos adjudica la agencia es la de “estable”, en vez de “negativa”, como había hecho en el anterior movimiento. Esto significa que los analistas de esta agencia son más optimistas que sus colegas de otras compañías de calificación, quizás porque han estudiado la economía española en un estado algo más avanzado, en el que cabe esperar el impacto positivo de algunas de las numerosas medidas adoptadas desde mayo pasado. Las dos rebajas de calificación de las otras dos agencias eran anteriores al anuncio de las medidas, de ahí posiblemente su mayor severidad. No obstante, la previsión de crecimiento muy bajo y de prolongada fase de estancamiento en la economía española va a seguir condicionando las calificaciones que nos otorguen estas agencias de valoración. De la lectura del Presupuesto que se acaba de presentar pocos podrán deducir que el Gobierno esté apostando por salir de la crisis en los próximos doce meses.