Los objetos más insólitos que los médicos sacaron de culos y vaginas en 2014
El razonamiento del ser humano, salvo contadas ocasiones, viene a ser más simple que el mecanismo de un chupete. ¿Que vemos un tipazo, ya sea masculino o femenino? Babeamos ¿Qué vemos una cerveza? Nos la bebemos. ¿Qué vemos un agujero? Tenemos que rellenarlo. No sabemos muy bien qué mecanismo se activa en el interior de nuestro inescrutable cerebro, pero reducimos millones de años de evolución a "aquí hay un hueco, voy a taparlo con algo". ¿Con qué? Poco importa. Lo primero que tenga a mano.
Si no resulta imposible explicar las mil y una locuras que ven cada año los médicos estadounidenses, cometidas por pacientes que vieron un agujero y decidieron sellarlo. Y sí, efectivamente, estamos hablando de agujeros en el propio cuerpo. En las orejas, en la nariz, en la boca y, por supuesto, en la vagina, el culo (o, lo que es aún más doloroso, el pene).
No hay más que echar un vistazo a la base de datos de la Comisión para la Seguridad de los Productos de Estados Unidos. En los últimos años, gracias a las comodidades de internet, han recabado y publicado los más inverosímiles instrumentos con los que los ciudadanos de Norteamérica quisieron rellenar ciertos huecos.
La cara de los profesionales sanitarios que atendieron este tipo de incidentes debió ser digna de ver. Desde luego, no debe de ser sencillo mantener la compostura cuando delante de ti, pidiéndote ayuda al tiempo que agoniza de dolor, hay alguien que metió en su ano un cepillo de dientes, un bote de champú, un cable de teléfono, una pelota de golf, una vela o un picahielo. Si el paciente fuera consciente de sus actos, además de a una colonoscopia sería conveniente someterlo a unas pruebas para evaluar si puede o no seguir transitando libremente por la calle sin ser un peligro para sus congéneres.
Porque un chico que, por voluntad propia, es capaz de introducir en el orificio de su pene agujas de ganchillo, el mango de una cuchara o un lápiz, ¿merece seguir teniendo el carné de ser humano? ¿Podría seguir caminando por la calle como si tal cosa? O las chicas que tuvieron a bien insertar en su vagina un tapón de la bañera, el mango de plástico de unas tijeras, un 'pendrive' o un cuchillo jamonero. ¿De verdad pueden seguir adelante con sus vidas como si nada hubiera pasado?
Los doctores y asistentes de los hospitaltes que hayan tenido que lidiar con este tipo de problemas se encuentran ante una difícil tesitura. Cuando alguien reclama tu auxilio después de haber intentado rellenar el conducto de su garganta con un tenedor de plástico, una galleta envuelta en celofán, una falda o un tiburón de juguete, ¿qué hacer? ¿Le das la bofetada que su padre no le dio a tiempo o lo denuncias a la policía alegando que es un peligro para la seguridad nacional?
Es difícil, cuando no imposible, explicar qué pasa por la cabeza de alguien que decide insertar en los orificios de sus orejas tampones, tornillos o chupetes. Lo que más llama la atención es que los descerebrados tratan de superarse año tras año. Si echamos un vistazo a los objetos que los servicios sanitarios encontraron en 2013 o en 2012, veremos que este tipo de chiflados van marcándose metas y objetivos cada vez más irracionales. Mejor no pensar siquiera hasta dónde puden llegar.
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Con información de The Concourse, DeadSpin (y 2) y Consumer Product Safety Commission
Otros cuantos chiflados que andan sueltos:
- Un hombre se gasta 150.000 dólares en cirugía para convertirse en Kim Kardashian (con escaso éxito)
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