Trump gana un referéndum
Ha sido el escaño más caro de la historia de Estados Unidos. Un periódico estadounidense ha comparado la pugna electoral en Georgia con la batalla de Verdún en la que perecieron 300.000 soldados franceses y alemanes, sin que el resultado de la masacre alterara significativamente la posición de los dos ejércitos sobre el terreno.
En este caso, la alteración ha sido políticamente significativa aunque la distribución de fuerzas en la Casa de Representantes, con clara mayoría republicana, no se vea modificada. Una victoria demócrata no habría significado que las votaciones en la Cámara baja peligraran para los republicanos.
El significado de la elección, que ha despertado enorme expectación, es que los demócratas pensaban arrebatar ese escaño a los republicanos. Convencidos de que los deslices de Trump, su comportamiento, su política iban a empezar a pasar factura a su partido, muchos demócratas pensaban que ganar el modesto escaño en Georgia podría ser su resurrección de cara a las legislativas del 2018.
La lucha georgiana se convertía así en un referéndum sobre Trump. El Presidente no lo ha perdido. La candidata republicana, Karen Handel ha derrotado al demócrata Jon Ossof (53-47). El dinero gastado por los contendientes pasma: 50 millones de dólares, una cifra astronómica incluso para Estados Unidos, pensemos que Reagan en una de sus campañas presidenciales empleó 28.
La vencedora no ha luchado ensalzando las virtudes del trumpismo pero tampoco se ha distanciado del Presidente. El demócrata Ossof, un atractivo cineasta, no sólo ha gastado cantidades ingentes de dinero llegado en buena medida de otras partes del país de personas e instituciones que detestan a Trump sino que ha contado con 12.000 entusiastas voluntarios que hicieron incluso el puerta a puerta tratando de captar votos.
El campo de batalla de esa porción de Georgia está habitado por personas de las que 60% poseen título universitario. Lo que podría probar que Trump no levanta tantas ampollas en la gente con formación universitaria como creemos aquí.
Otro dato asombroso de la muy seguida elección es que en noviembre del 2018, dada la legislación yanqui, el escaño, como todos los de la casa de Representantes, será de nuevo disputado. Año y medio de ocupación de un asiento en la Cámara baja han implicado así un costo de 50 millones, más que toda una campaña electoral en un país europeo desarrollado.