Avisos sobre China
La economía china parece que solo crecerá este trimestre el 7´4%. Algo que para nosotros sería una quiniela de 14 pero con China, dada su trayectoria de los últimos 30 años, la menor contracción es una mala noticia. El Financial Times del martes señala en primera, junto a la nueva de las compras de Telefónica en Alemania, que los capitales internacionales están en los últimos tiempos desdeñando a los Brics y volviendo al redil de Estados Unidos donde la bolsa está en máximos históricos. La confianza en el salto adelante de los países grandes emergentes, los Brics, se ha enfriado un tanto.
Con China, el mayor de todos, se producen varias señales de alarma: Krugman, el laureado con el Nobel, publica un artículo en el New York Times titulado “Chocando con el muro chino” cuya conclusión es que el coloso asiático está en apuros, en verdaderos apuros. Su sistema, afirma, ha tocado techo. Krugman es muy leído. La firma Goldman Sachs, de su lado, insiste en que el crecimiento chino se va a encoger y otros varios escritores, autorizados, escarban en la herida asegurando que China no funciona y que hace tiempo que renquea, sólo las estadísticas proporcionadas por Pekín ocultan el hecho.
Muchos gobiernos e inversores internacionales han cuestionado con frecuencia la veracidad de las cifras económicas oficiales chinas, al mundo le interesaba creerlas pero ha crecido la impresión de que hay en ellas bastante de ficción. La situación tiene alguna similitud, en sentido inverso, con las cifras de paro en España. ¿Es creíble de verdad que en nuestro país hay casi seis millones de parados? ¿Tiene verosimilitud que en España existan casi dos millones de familias en que ninguno de los miembros de la misma tiene un empleo? Yo no lo creo, no soy economista pero las cifras chocan con la muralla de la realidad, deben ser forzosamente inferiores. Sólo hace falta pasearse por España para palpar que hay centenares de miles de personas trabajando parcial o a tiempo completo sin cotizar. En un teórico paro. Miles y miles. Los chinos, sin embargo, van por el lado rosado. Afirman que han crecido en porcentajes descomunales y, en su obsesión con tener empleada a la gente incluso de forma racionalmente improductiva, tapan las ineficiencias del sistema.
Pekín ha invertido en medio mundo, compra vorazmente productos de primera necesidad, controla parte de la economía de muchos países africanos etc… se dice que hasta la señora Kirchner no puede tomar algunas decisiones importantes sin el beneplácito de los chinos pero para economistas punteros, que son por supuesto falibles, la gran pregunta de hoy no es cuando China pasará a Estados Unidos, cuestión que nos formulábamos con insistencia hace dos años, sino si China se va a estrellar en un futuro próximo entrando en un declive económico prolongado como le ocurrió a Japón. Que estos días, por cierto, está de moda con la consecución de la mayoría absoluta del sorprendente Abe.