Las predicciones de Faruk comienzan a cumplirse
Cuando el 23 de julio de 1952, el rey Faruk de Egipto es derrocado por un general apellidado Naguib, al iniciar el exilio en la Costa Azul, declaró con cínico desprecio e indiferencia a la Institución de la que había sido uno de sus miembros, excéntrico, corrupto, pero soberano al fin: “No me preocupa haber perdido el trono porque, dentro de unos años, en el mundo solo quedarán cinco reyes: los cuatro de la baraja y la Reina de Inglaterra”.
Esta frase parece ser profética. No solo porque, en poco más de cien años, han desaparecido las monarquías de Italia, Albania, Bulgaria, Rumanía, Austria-Hungria, Yugoeslavia, Túnez, Etiopia, Grecia e Irán. Algunas como las de Italia y Grecia por referendum popular y democrático.
Pero, en contra de las predicciones de aquel curioso rey cairota y a pesar del tiempo transcurrido y los avatares del mundo en permanente mutación, nadie puede garantizar que de las diez monarquías que aún quedan en una Europa sin fronteras y con una moneda única, empiecen a desaparecer algunas, entre ellas la de España, donde ya se oyen voces pidiendo la República.
Pero donde la profecía de Faruk (los 4 de la baraja y la reina de Inglaterra) empieza a hacer aguas es, precisamente, en la monarquía cuya titular es Su Graciosa Majestad Británica.
Hasta que han estallado los escándalos familiares en la Familia Real inglesa, era la Familia Real española la que avergonzaba a todas las monarquías aun existentes y daban la razón a aquellas proféticas reflexiones de Faruk.
No solo por los problemas sentimentales y económicos del rey Juan Carlos sino también por los de su hija la infanta Cristina que acabó sentada en el banquillo y su marido condenado a seis años de cárcel.
Pero lo más negativo y sin precedentes en la historia de las monarquías y que nadie entendió es que el rey reinante mandara a su padre, viejo y enfermo, al exilio expulsándole públicamente del hogar y del país para que no estorbara en su reinado, con un gobierno comunista que lo que pretende es cargarse la monarquía y proclamar la Republica. Ese buen rey que había traído la democracia después de cuarenta años de dictadura.
Hasta que surgieron los sórdidos escándalos en la Familia Real inglesa, éramos la vergüenza de Europa. ¡Pobre reina Isabel!
Si Felipe no solo alejó a su padre de la familia y de los españoles, retirándole incluso la asignación que recibía de los presupuestos generales del Estado, también el ducado a su hermana Cristina, la reina Isabel se ha visto obligada, no por propia decisión, como Felipe, sino presionada por la opinión pública, tras la decisión de un juez de sentarlo en el banquillo de los acusados, por abusos sexuales a una menor, de retirarle los honores militares y los patronazgos reales del Ducado de York que han sido devueltos a la reina. Asimismo, despojado del tratamiento de Alteza Real. Y se está pidiendo que se le retire el título de príncipe para que se defienda, si es que puede, como un ciudadano privado.
Todo ello, para intentar preservar el futuro de la Monarquía. Porque el presente ya ha arruinado el Jubileo de Platino de la Reina que en el próximo mes de abril cumplirá 96 años y 70 en el trono.
¡Malos tiempos para las Monarquías! A lo peor, las predicciones de el ex rey Faruk empiezan a cumplirse...