Recordemos el gran Rey que fue
Lo del rey Juan Carlos y la cortesana Corinna Larsen sigue siendo el culebrón real no de la semana ni del mes ni del año. Raro es el día que los periódicos y las tertulias de la radio y de la tele no se ocupan del tema. Cada día con una noticia diferente aunque igual que la del día anterior.
La última: el fiscal suizo archiva la investigación sobre los 65 millones a Juan Carlos de Arabia Saudi aunque confirma que intentaron, él y ella, ocultar movimientos de fondos con sus sociedades.
¿Facilita esta decisión judicial el regreso del rey a España, a su casa, con motivo de la Navidad y con motivo de su 84 cumpleaños, el próximo mes de enero?
Desgraciadamente, ¡¡¡no!!! Ni el presidente Sánchez ni su hijo lo desean. ¿Y doña Sofía?.
Me gustaría saber qué piensan mis lectores habituales sobre el silencio de quien todavía sigue siendo la esposa legal de don Juan Carlos. Nunca se ha pronunciado siendo como es la persona más agraviada pública e institucionalmente hablando.
No creo que exista en el mundo mujer más humillada por su marido que doña Sofía con públicas infidelidades aunque fue la única persona que la defendió el día que la nuera Letizia la agredió gesticularmente y de palabra a las puertas de la catedral de Palma, en abril de 2018. “Esto no se puede tolerar”, se le oyó decir ante el silencio de Felipe que, después de las palabras de su padre, solo dijo “No es el momento”. Cuando lo era. La agresión había sido pública y pública debía haber sido la reparación.
De todas formas, me gustaría que cualquier gesto físico de cariño o de ternura, o, simplemente, de deferencia de don Juan Carlos hacia doña Sofía fuera algo natural y nunca noticia.
Como en aquella ocasión de un día de marzo de 1993, cuando todos los periódicos publicaron la fotografía del Rey tomando del brazo a su esposa, al acudir a visitar al Conde de Barcelona en la clínica universitaria de Pamplona, donde agonizaba. Incluso El Mundo del 14 de marzo de 1993, dirigido entonces por Pedro Jota, le dedicó un editorial titulado “Cuando reinar es renunciar”. “Lo que nos muestra esa fotografía es algo mucho más próximo que todos podemos sentir y comprender: el acercamiento de una familia enlazada por los pespuntes de un halo que se extingue”.
También significativas fueron las lágrimas de la entonces reina cuando, en el funeral por el Conde de Barcelona en El Escorial, rompió a llorar viendo llorar a su marido. No quiero pensar que aquel día fuera como una tregua durante la cual doña Sofía no pudo, por menos, que concebir por don Juan Carlos un sentimiento de ternura, incluso de piedad, que se puso de manifiesto cuando colocó la mano sobre el hombro de su marido. Pero no tuvo respuesta. Tal vez porque ese día y en aquel momento se sentía solo con su dolor. Como hoy en el exilio de Abu Dabi. Ni aquel día ni hoy en los Emiratos tiene a nadie con quien compartir sus pensamientos y consolar el dolor de su soledad.
Pensemos en esto y no nos importe tener un recuerdo cariñoso hacia don Juan Carlos y compadezcámonos por su situación, recordando el gran Rey que fue.