Las dos portadas más dolorosas de Hola
La portada de Hola ha sido, siempre, un oscuro deseo para Julio Iglesias. Por una portada, en la más importante revista del corazón del mundo, era capaz de todo. No había nada que le hiciera más feliz. Era un deseo por encima de la razón y de los sentidos. Por encima de toda obra. Por encima del tiempo. Por encima de todos los modos humanos de amar.
Cuando se produce la separación del matrimonio con Isabel, no precisamente de forma cordial, dicen que ella le arrojó a la cara, como una bofetada, estas premonitarias palabras “tendré más portadas de Hola que tú”.
“Esa frase, que se supone que he dicho y repetido que yo le espeté a Julio, no la he dicho en mi vida. Ni se me ha pasado por la cabeza. Sé que no lo cree nadie”, le aclaraba Isabel a la directora de Vanity Fair, Lourdes Garzón, en una entrevista en junio del pasado año. (Miguel Boyer moriría en septiembre). “Reconozco estar muy agradecida a la prensa. Mis trabajos y muchas cosas que tengo en la vida se lo debo a los medios. Lo sé perfectamente y no se me puede olvidar”.
Verdad o mentira de esa frase, desde el preciso momento en el que Isabel se divorcia de Julio, hasta entonces rey de las portadas de Hola, da el relevo a su ex mujer, quien le sustituye, convertida ya en estrella rutilante y exclusiva en la cubierta de la revista. No dará un paso sin que quede reflejado con todos los honores de portada. Los españoles comienzan a seguir apasionadamente las aventuras y desventuras de Isabel. Eso sí, muy respetuosamente con su vida sin comentarios críticos y de forma muy aséptica.
Ello no ha impedido que, a lo largo de su historia, dos portadas han producido, independiente de una conmoción en el país, un tremendo dolor a dos damas muy importantes para quienes Hola, como para muchas mujeres, era su revista de cabecera, su biblia: doña Sofía y doña Patricia.
Para la reina, fue una bofetada ver, en la portada de Hola, a Corinna, la amiga entrañable de su esposo, el Rey. Para Patricia, ver, también en la portada de Hola, a su marido Mario Vargas Llosa con la mujer de quien se ha enamorado locamente: Isabel Preysler.
Doña Sofía, a diferencia de Patricia, que se desahogó, reconociendo públicamente “sentirse muy apenada por las fotos que han aparecido hoy en una revista del corazón”, no pudo ni desahogarse sino guardar su dolor de sufridora y engañada esposa.
Hola ni quita ni pone “reina”, solo ayuda a la verdad. Por muy dolorosa que haya sido para las dos ilustres lectoras.