Excelentísimas e ilustrísimas señoras loteras
El general Franco siempre pagó muy mal a sus colaboradores y compañeros de armas. Le bastaba con una condecoración el 18 de Julio ó el 1 de abril, fecha emblemática del régimen. Esa era la recompensa más habitual por los servicios prestados.
Lo malo fue lo que les deparó la vida, después de morirse ellos, a sus viudas y huérfanos: una pensión más que exigua, miserable, era lo que les quedaba a estas ministras, generalas y almirantas y a sus hijos que, de la noche a la mañana, tenían que hacer milagros, no solo para llegar a fin de mes sino para sobrevivir.
Las pensiones de antaño no daban para mucho. De ser esposa de ministro, general ó almirante, con todo el prestigio social y el poder que conllevaba en aquella época, se pasaba a engrosar la larga y triste lista de viudas españolas sin más.
El general debía saber lo que estas señoras, muchas de ellas íntimas amigas de la generalísima, percibían como clases pasivas. Por poner, tan solo, un ejemplo, las 3,333 pesetas que le quedaron de pensión a la viuda del capitán general, bilaureado, García Escámez, marqués de Somosierra y medalla militar individual.
Acosadas por necesidades económicas, estas viudas solicitaban ayuda a Franco quien no dudaba en concederles un estanco ó una administración de lotería, a modo de medalla póstuma para sus maridos, para sus padres. Cierto es que se tenía en cuenta, por lo general, el número de hijos y la pensión de viudedad.
Desde 1960, infinidad de loteras de Madrid eran excelentísimas e ilustrísimas señoras.
Administración de loterías tuvieron y hoy sus herederos, las viudas, hermanas e hijas del citado teniente general García Escámez; también la de los tenientes generales Queipo de Llano, Lacalle Lelup, Franco Salgado Araujo, Mola, Millán Astray, Suances, Lopez Pinto, Goded; la del almirante Moreno, entre otras.
Años después el PSOE también utilizó las administraciones de lotería para tráfico de influencias, hasta el extremo de que miembros del partido socialista se vieron envueltos en un escándalo relacionado con la concesión de estos negocios. Utilizaron el poder de sus cargos para otorgar a familiares y conocidos determinadas administraciones de lotería. Igual que hacía Franco.
Actualmente, la concesión corresponde al Estado tras la creación, en 1985, del Organismo Nacional de Loterías y Apuestas Mutuas. Todo ello, en estos momentos, amenazado de privatización.