No son pocos los estudios que demuestran que durante la etapa infantil es más fácil marcar hábitos. Uno de los más reconocidos fue publicado en la revista médica Journal of the American College of Cardiology. Según el mismo: la edad preescolar es la etapa más adecuada para promover el estilo de vida saludable. Los expertos consideran que los niños pequeños tienen más oportunidades de adquirir hábitos de vida saludables, lo que se traduce en una mejor calidad de vida cuando sean adultos, si se les educa sobre estas conductas cuando tienen entre tres y cinco años.
En la investigación, los expertos trabajaron con niños que viven en comunidades que son socioeconómicamente desfavorecidas, algo que se asocia generalmente a un mayor índice de obesidad, enfermedades del corazón y otros problemas de salud relacionados. Los investigadores comentan que un programa educativo con las características indicadas puede contribuir a promover los hábitos y conductas saludables entre el resto de la familia, por lo que su impacto es mucho mayor de lo que se esperaría.
Seguimiento de los hábitos saludables en la etapa infantil
En el estudio, los expertos realizaron un seguimiento a 562 niños en edad preescolar de 15 centros educativos de Nueva York, concretamente del distrito de Harlem donde la población predominantemente es latina y afroamericana, dos colectivos que tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Como parte previa del estudio, se evaluaron las aptitudes, el comportamiento y los conocimientos sobre dieta y nutrición, el valor de la actividad física, el funcionamiento del cuerpo y de órganos como el corazón, mediante un cuestionario en el que se incluyeron ilustraciones que facilitaban la comprensión de las preguntas.
Niños de seis escuelas infantiles actuaron como grupo de control, los niños de las otras nueve participaron en este programa educacional que fue diseñado por psicólogos, cardiólogos y educadores. El programa comprendía 38 horas de trabajo para formar a los niños en alimentación, conocimiento del cuerpo y del corazón, gestión emocional y actividad física, durante cuatro meses que duró el programa, también participaron los progenitores con actividades específicas con sus hijos los fines de semana con un total de 12 horas. Estas actividades incluían comprar fruta fresca en los supermercados, realizar actividad física eligiéndola con los niños, etc.
Tras finalizar el periodo educacional (los cuatro meses), se constató que los niños del grupo de intervención mejoraron en conocimientos y actitud sobre el estilo de vida saludable en un 12% más que los niños que formaban parte del grupo de control, algo que se constató a través de una serie de cuestionarios. Se determinó que los niños que más habían mejorado eran los que obtuvieron las puntuaciones más bajas en el primer cuestionario realizado antes del estudio, también se constató que los niños que completaron al menos el 75% del programa, mejoraron más que los que completaron el 50% del programa, lo que confirma la eficacia de las enseñanzas sobre el estilo de vida saludable.
Diferencias entre edades a la hora de fijar hábitos saludables
Sobre las edades se apreció una diferencia, el programa fue más efectivo en los niños de cuatro años que en los de tres, algo que sugiere que esa edad podría ser la edad más adecuada para iniciar este tipo de intervenciones. Anteriormente hemos conocido otros estudios que demuestran que es necesario educar a los niños sobre la alimentación y estilo saludable a edades tempranas, también hemos conocido estudios que muestran que los padres juegan un papel importante en la conducta alimentaria y física de los niños, si les da ejemplo y siguen un estilo de vida saludable, es probable que los niños secunden estas pautas de comportamiento.
Como decíamos, la educación en materia de alimentación y estilo de vida debe llevarse a cabo en edades tempranas y no sólo en la escuela, también en el hogar, con ello se conseguirá que un mayor porcentaje de niños puedan adoptar conductas que les beneficiarán a lo largo de su vida. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en Journal of the American College of Cardiology, y en este otro de la revista Diario Médico.
Foto | USDAgov