La madrugada del 26 al 27 de marzo de 2022 ha tenido lugar el cambio de hora para entrar en el horario de verano. Todos los años, en primavera y verano, tiene lugar el conocido como cambio de hora, que supone el adelanto o atrasado de una hora para aprovechar la luz natural y reducir el consumo de energía. Se trata de una medida que adoptan numerosos países en todo el mundo y que nació en los años 70.
Los profesionales de la salud señalan que los efectos del cambio de hora son muy similares a los del jet-lag, y quienes más los sufren son los ancianos y los niños. Si tenemos hijos pequeños, hay varias cosas que podemos hacer para reducir el impacto que esta medida tiene en los niños. Los trastornos del sueño son muy frecuentes, así como la irritabilidad y la falta de atención y concentración.
La razón por la que el cambio de horas afecta especialmente a ancianos y niños se debe a que éstos muestran una mayor sensibilidad ante cualquier tipo de cambio en su rutina habitual. Muchos sufren trastornos del sueño, aunque los más pequeños suelen recuperar su ritmo habitual pasados dos o tres días.
En los más pequeños también puede ocasionar desánimo, cansancio, problemas de atención e irritabilidad. Este tipo de trastornos suelen darse en las primeras horas de la mañana, así que una de las soluciones más habituales es la de acostar a los niños un poco antes de la hora habitual.
A esto hay que sumar los cambios hormonales que se producen como consecuencia del cambio de hora. Los más pequeños, cuando menos luz solar reciben durante el día, más melatonina segregan, lo que produce somnolencia.
Para contrarrestar los efectos negativos, desde la Asociación Española de Pediatría recomiendan “preparar a los niños unos días antes realizando una adaptación lenta y progresiva al nuevo horario. Así, se aconseja ir adelantando en los días previos unos 15 minutos la hora de comer, la de estudio, así como el momento de acostarse y de levantarse”.
¿Cómo adaptar a los niños al cambio de hora?
Uno de los mejores consejos para minimizar el impacto que el cambio de hora tiene en la salud física y mental de los niños es el de adelantar todas las rutinas en casa. Tenemos que empezar a preparar a nuestros hijos unos días antes, adelantando todas las rutinas al menos 20 minutos. De esta manera, los niños poco a poco se van adaptando al nuevo horario y les resulta mucho más sencillo.
Por supuesto, la implicación de la familia en su conjunto es clave. Si decidimos adelantar las rutinas de los más pequeños, tenemos que hacerlo en familia. De esta manera, van a comprender que el cambio de hora va a afectar a toda la familia, y lo verán como algo necesario y natural.
Del mismo modo que en cualquier otro ámbito, la comunicación es clave. Unos días antes de que se produzca el cambio de hora, tenemos que sentarnos con nuestros hijos y explicarles con un lenguaje adaptado a su edad en qué consiste esta medida. Además, es una gran oportunidad para explicarles el funcionamiento del reloj y de las horas.
Para contrarrestar los efectos negativos del cambio de hora, no hay nada mejor que hacer ejercicio. Podemos animar a nuestros hijos a que naden o caminen media hora al día para combatir el insomnio y estimular el ritmo cerebral. Además, al hacer deporte, las sustancias químicas que se liberan durante la práctica de la actividad aumentan la sensación de bienestar. Aprovechando que el cambio de hora se produce en fin de semana, podemos organizar una excursión en familia por la naturaleza el sábado o el domingo.
Y, por último, cabe señalar la importancia de que los niños tengan una alimentación saludable y equilibrada. Numerosos estudios de investigación han demostrado que la alimentación guarda una relación muy estrecha con el nivel de energía y el estado de ánimo. Teniendo en cuenta que los más pequeños van a necesitar un extra de energía para acostumbrarse al cambio de hora, los mejores alimentos son el plátano, la patata y las almendras.
Estos son los mejores consejos para padres en relación a lo que el cambio de hora supone para los niños.