5 consejos para que los niños dejen de temer a las agujas

Niños miedo a las agujas

Niños miedo a las agujas

Niños miedo a las agujas
Ahora que se habla de la vacuna del coronavirus, es normal que todo el mundo se tenga que enfrentar a las agujas. Eso sí, para los niños no es la única vacuna, ya que tienen que vacunarse contra multitud de enfermedades, muchas de ellas aplicadas en los primeros años de vida del calendario infantil.
En estos primeros años, los niños pueden ser muy aprensivos, teniendo muchas más opciones de tener miedo a las agujas que los adultos. Aprenderán que las agujas pueden doler un poco y querrán alejarse de ellas si han tenido una experiencia algo dolorosa. ¿Es posible evitar que se convierta en una fobia? Lo es, siempre que se sigan los siguientes consejos.

Los mejores consejos para que los niños no teman a las agujas

Los siguientes consejos ayudarán a que el niño pueda vacunarse y enfrentarse a procedimientos como el análisis de sangre de forma normal. Les ayudará a que los pinchazos sean más llevaderos y que luego no tengan fobias ni problemas de adultos. Hemos escogido los 5 mejores que puedes llevar a cabo.

Prepara al niño para el proceso

Lo primero que hay que hacer es preparar al niño para lo que se viene. Lo más importante en este caso es decir la verdad, sin minimizar el dolor, pero sin exagerarlo. La verdad es que las vacunas duelen, pero duelen durante muy poco tiempo y será más llevadero con la ayuda de sus padres. Además, se lo puedes plantear como un pequeño reto a superar para motivarlo.
Muchos niños son muy inteligentes y hacen muchas preguntas, así que infórmalos de forma correcta. Cuéntales los beneficios de las vacunas, como prevenir enfermedades, haciendo lo mismo si necesitas hacerle un análisis de sangre. Al final, ellos necesitan entender qué está pasando y saber que es algo bueno para ellos les ayudará a aguantar el proceso.

Distrae al niño

Siempre se ha dicho que las vacunas son un pinchacito y ni te enteras. Aunque sí que pueda doler un poco, es cierto que si no estás atento es más fácil pasar el proceso. Por este motivo, las padres y las madres deberían distraer a su hijo mientras se está vacunando.
Por ejemplo, le puedes dar un entretenimiento mientras se pincha, como un juguete, un vídeo o un peluche. Muchas veces, la fobia a pincharse viene de ver la aguja, especialmente si ven cómo se inserta en la piel, así que trata de que no miren.
En el caso de que sea un bebé, puedes probar a darle el pecho mientras se está vacunando. La leche materna no solamente ayuda a distraer, sino que reconforta y ayuda a calmar el dolor.

Seguridad y apoyo, pero sin ridiculizar

No hay nada más importante que el apoyo familiar para un niño, así que siempre debes acompañarlo con buena actitud. Si tiene miedo, dale tu apoyo, ofreciéndole contacto físico y animándolo cuando se está vacunando, diciendo que lo está haciendo muy bien y recompensándolo de alguna forma. El truco de la piruleta todavía funciona bien hoy en día.
Si el niño ya es mayor, lo más importante es no ridiculizarlo. Algunos padres lo regañan, diciendo que ya es muy mayor para tener miedo, algo que es un error. En su lugar, siempre hay que apoyarlo, dándole seguridad y nunca dejándolo como alguien que comete un error.

Escoge bien la posición para vacunarlo

Si los 3 consejos anteriores no funcionan, todavía hay cosas que se pueden hacer. Lo primero es cambiar la posición de la vacuna, especialmente por las ventajas psicológicas. Los bebés se suelen vacunar contigo en brazos, mientras que los niños pequeños se colocan sentados sobre la camilla o incluso aún sujetados de los brazos.
Si el niño es algo más mayor o ya es un adolescente, lo mejor es vacunar sentado, en posición erguida. Además, recuerda que lo mejor es que no mire a la aguja, para evitar el miedo psicológico.

En los casos más graves, aplica anestesia

El último recurso para quitar el miedo a las vacunas es aplicar una crema anestésica. Aplícala media hora antes de la vacuna en la zona donde se vaya a poner, algo que ayudará a que el pinchazo apenas se note.
Además del efecto anestesiante, también tiene un efecto psicológico. Muchos niños se sentirán más seguros sabiendo que no les dolerá tanto, especialmente en los que ya tienen fobias.