La herencia de la Expo Universal en “formato peque”
Ayer cerró sus puertas la Exposición Universal de Milán y lo hizo luciendo kilómetros de colas casi todos los días.
El evento, centrado en los problemas del hambre y la malnutrición planetarias, el despilfarro de alimentos, la equidad en el acceso a los recursos y la sostenibilidad de los procesos productivos, arrancó el pasado 1 de mayo con la redacción de una carta –su herencia immaterial– que pretendía animar a ciudadanos y ciudadanas, empresas y gobiernos a comprometerse activamente con estos objetivos.
Uno de los últimos actos de la Expo Universal ha sido la aprobación de una Carta di Milano dei Bambini, un documento que traduce a un lenguaje y un formato más sencillos las líneas guía de la Carta de Milán. Una Carta de Milán en “formato peque” que pretende convertirse en un instrumento útil para enseñar a los niños de edad comprendida entre 5 y 13 años por dónde pasa exactamente sanar las heridas y las disfunciones del planeta.
“Nosotros las niñas y los niños de la Tierra hemos decidido LEER y FIRMAR este documento que se llama la Carta de Milán de los Niños porque sabemos que hay un problema muy grande entre lo que EL PLANETA consigue producir para DARNOS DE COMER y el hecho de que somos cada vez más”. Así arranca, entre tipografías de colores e ilustraciones, la Carta de Milán de los Niños, que aquí se puede leer y descargar en italiano y en inglés.
La carta sigue tocando temas como la importancia de la igualdad en el acceso a los recursos naturales del planeta, a los procesos de producción y elaboración de la comida, la potabilidad del agua, la diferencia hiriente entre la malnutrición y el hambre en una parte del mundo y el desperdicio y los problemas de salud ligados al exceso de comida en otra.
En la Carta de los "peques" los objetivos se convierten en deseos, pero no por eso es un documento menos concreto. Al contrario (y perdonad si me pongo un poco retórica) diría que las semillas de esta Expo Universal tienen alguna probabilidad de brotar sólo si se plantan en la tierra más joven y fértil.
Me gusta especialmente el pasaje dedicado a la diversidad de la comida. “Cada persona es diferente por lo que come y esto es muy bonito. Los niños de cada rincón del mundo COMEN COSAS DIFERENTES DE MANERAS DIFERENTES: con el tenedor, con los palillos, con las manos; los hay que comen en el suelo y en la mesa; hay quien come carne y quien verduras; hay quien come arroz y quien come pasta”.
“Si queremos crecer sanos, tenemos que comer bien, con calma, no comer siempre lo mismo y probar también comidas nuevas”.
El documento cierra con una lista de acciones con las que los niños se comprometen: a comer sin desperdiciar, compartir cuando sobra, reciclar, entender el valor de la comida y la importancia de comer con la familia y los amigos, proteger y respetar los recursos del planeta, que ningún niño trabaje, “que en cada país la comida sea un derecho, tutelado por leyes respetadas por quienes la producen, la venden y la consumen”.
Acciones pequeñas y concretas por las que pasa el deseado cambio global. Un cambio que está en manos de todos, pero sobre todo en las manos más pequeñas.