El 'no' de Yolanda Díaz a la reforma de la Ley del 'sí es sí' propuesta por el presidente Pedro Sánchez, para que los futuros -cuando entre en vigor esta reforma de la Ley- delincuentes sexuales no vean rebajadas sus condenas, constituye el fin de la política 'transversal' de la izquierda que propuso la vicepresidenta Díaz y quería presentar bajo su plataforma 'Sumar'.
Poco ha durado el vuelo sin motor de Díaz, que a la vez se ha convertido en 'cómplice', con Montero y Belarra, de todas las puestas en libertad (70) y las rebajas de condenas de los violadores y los agresores sexuales (750) que se han beneficiado de la Ley Montero que la vicepresidenta Díaz se ha negado a reformar al oponerse a la razonable propuesta del PSOE.
O sea que, por fin, esta 'gran mudita' (que siempre se niega a contestar las preguntas de los periodistas) ha roto su silencio y ha regresado al redil de UP con las orejas gachas para ponerse, a partir de ahora, a las órdenes de Pablo Iglesias (su mentor), que no hace mucho la llamó 'miserable, traidora y estúpida'.
Con lo que el proyecto 'Sumar', en cuyos primeros debates Díaz excluyó a Montero y Belarra, se ha acabado. Y ha quedado convertido en una 'tercera' marca (tras Podemos y Unidas Podemos) de la coalición morada que sigue liderando Iglesias desde la trastienda de UP.
Se pensó que Díaz traería a la política algo nuevo en la izquierda radical, pero finalmente ha sucumbido a las presiones de Iglesias. Y puede que lo haya hecho ante la proximidad de las elecciones locales y regionales del 28 de Mayo.
Y también ante el riesgo (que han estado valorando en estos últimos días en UP) de que Sánchez pudiera por sorpresa adelantar las elecciones generales al mes de abril (como lo hizo en 2019), tras la brusca ruptura de su Gobierno de coalición en la votación del Congreso de los Diputados donde no tuvo más remedio que pedir el apoyo del PP.
Además, Yolanda Díaz carece de infraestructura política y de los medios económicos y de comunicación, que sí tiene Unidas Podemos, y corría el riesgo de ser tildada por Iglesias, otra vez, de 'traidora' por romper y dividir la extrema izquierda.
En consecuencia Yolanda Díaz (que también podía haber sido candidata del PSOE con Sánchez en las próximas elecciones o haber continuado sola con Sumar, IU, Mp, Cp, ECP, área y AA) ha vuelto a ponerse a las órdenes de Iglesias. Y también de Montero y Belarra con deseo y la esperanza de que su fotografía encabece el cartel electoral de Sumar/UP entregando a UP el pleno control de las listas electorales. Lo que la dejará a Díaz convertida en rehén de Iglesias.
El que, una vez regresada Díaz al redil morado, la podrá expulsar cuando le convenga como muy bien lo saben Íñigo Errejón y otros de los fundadores de Podemos a los que Iglesias fulminó sin piedad por discrepar y poner en evidencia su liderazgo 'providencial'.