El periodismo debe huir de la ficción, su objeto social tiene que ver con la realidad y la verdad. Por eso el título y la tesis de esta columna no debería formar parte del periodismo para situarse en la ficción. Una ficción que tiene algo de anomalía ya que en democracia el entendimiento entre grupos políticos que no están instalados en el extremismo es algo que forma parte de lo posible, incluso de lo probable.
El consenso forma parte de la tradición, de la naturaleza de la etapa constitucional y democrática de la reciente historia de España. Ese modelo de consenso tropezó a lo largo de las dos últimas décadas con una negación por parte del socialismo catalán cuando firmó el pacto del Tinell en Barcelona para extrañar de cualquier acuerdo con el PP. Un modelo que asumió y amplió Pedro Sánchez el año 2016 cuando impuso su “No es NO” como argumento central de su estrategia política.
En esas estamos ahora de manera que tras las recientes elecciones componer una mayoría de investidura y otra de gobierno está muy complicado. La posición determinante de los independentistas catalanes (de derechas y de izquierdas) para formar la coalición que se define como “progresista” aunque más bien se debería denominar como “anti PP” eleva el precio exigido al socialismo de Sánchez hasta una cota que puede ser inabordable, incluso para Pedro Sánchez.
Uno de los activos del líder del PSOE es su flexibilidad, su capacidad para adaptarse a la realidad cuando así le conviene a su objetivo de obtener el poder. Su contorsionismo político no tiene precedentes y quizá tampoco límite. Si es así, si el acuerdo con los indepes se hace imposible, si hay que convocar nuevas elecciones que pueden reproducir un mapa semejante y si hay que buscar una salida… ¿es posible que Sánchez cambie de estrategia hasta ofrecer al PP y a Feijóo un acuerdo para gobernar?
No es probable a la vista de los precedentes, pero no imposible. Sánchez es capaz de defender ese acuerdo si llegara a convenirle. Feijóo le ofreció en su reciente entrevista un documento que con pequeños matices puede ser asumido por Sánchez sin mayores contorsiones que las exigidas por sus actuales socios con los que tiene que negociar las próximas semanas.
Feijóo ya le ofreció a Sánchez repartir la legislatura y disolver una vez cumplidos los compromisos suscritos. Feijóo defendía que el primer turno le corresponde a él por ser el partido más votado; pero Sánchez puede reclamar la preferencia como condición necesaria.
Es ficción, tanto como la que encierran las declaraciones de unos y otros estos días.