Las elecciones son una oportunidad para cambiar no solo a los gestores de la cosa pública, sino las viejas políticas por unas nuevas políticas. De momento, la izquierda y sus altavoces mediáticos reproducen un argumentario que han repetido con insistencia durante toda la legislatura. La referencia a Vox como un partido mimético y referente de lo que se califica la amenaza de la ultraderecha, que se extiende desde Estados Unidos, representada por Trump, Meloni en Italia y los gobiernos de Polonia, Hungría y Suecia es una imagen tan distorsionada como el famoso cuadro del Ecce Homo de Borja restaurado por una vecina del pueblo.
Esta negación de los resultados democráticos se construye simplificando los mensajes que se transmiten a la opinión pública. La izquierda es la única defensora de la verdadera democracia, la que reconoce y combate el cambio climático, consigue que los ricos paguen impuestos y protegen a las mujeres de la violencia machista. Por tanto, solo concurre a las elecciones un modelo político y cultural auto legitimado que niega el fundamento mismo de la democracia que es la libertad ideológica como sustento de la elección democrática.
Este dogmatismo que describe una sociedad dual, irreal, es además negacionista de las servidumbres que el Gobierno de Sánchez ha pactado a favor de partidos independentistas y neocomunistas, con los que ha puesto en práctica una mutación constitucional como ha definido el catedrático Muñoz Machado, al margen de la representación democrática que es la que ostenta la legitimación para la modificación constitucional.
Una mutación que parte de la exclusiva legitimidad del partido socialista en modo sanchismo que coloniza las instituciones y los medios públicos de comunicación, desde el Tribunal Constitucional, la TVE pasando por el CIS y las instituciones del Estado.
El agotamiento de la socialdemocracia en Europa, que únicamente ha recuperado de los grandes países el gobierno de Alemania y el fin del ciclo de Pedro Sánchez en España, pretenden superarlo desde La Moncloa y Ferraz mediante un discurso de alarma antifascista que justifique un cinturón sanitario al PP que ya se probó en Cataluña con Cs.
Los datos de los resultados de las municipales que son una muestra nacional con alta fiabilidad, mas allá de las desviaciones localistas que pueden distorsionar algunos recuentos, acreditan que el PP ha recuperado desde las elecciones de 2019 1.900.00 votos y el PSOE ha perdido 400.000. En las urnas quedan también huérfanos los 302.000 votos de Cs que ha perdido desde 2019 1.687.000 votos. Su comparecencia en las elecciones generales sería un acto de crueldad electoral.
Vox que ha duplicado los votos que obtuvo en las municipales de 2019, sin embargo, no ha logrado mantener el suelo de los que obtuvo en las generales de 2019, perdiendo un 1.690.000 de papeletas con sus siglas.
Núñez Feijóo en las primeras elecciones a las que ha acudido como presidente del PP, ha definido una estrategia exitosa que recuperado al mismo tiempo votantes de Ciudadanos y de Vox. Ahora ya solo quedan los de Abascal como el único partido con el que compite en el caladero del voto de centro derecha.
Proyectando los resultados de las elecciones generales de 2015, 2016 y 2019, si el PP obtuviera en las elecciones del 23 de julio entre 7.700.000 y 8 millones de votos estaría en condiciones de formar gobierno, previendo una participación habitual entre el 65 y el 67 por ciento.
En el tablero electoral no parece que apelación al voto del miedo que el PSOE y sus terminales mediáticos propagan vayan a favorecer el 23 de julio ni la movilización de la izquierda ni la retirada del trasvase de votantes de VOX y Cs al PP. Un trasvase especialmente interesante en la captación del tercer diputado a favor del PP y/o Vox en las circunscripciones con 6, 7 y 8 diputados que aportan la importante cifra de 99 escaños al Congreso.
Si sumamos la decidida estrategia de la dirección del PP de obtener la investidura del gobierno en la Comunidad de Valencia, que es una circunscripción electoral junto con Madrid y Andalucía fundamental para sustentar un nuevo gobierno, resulta que la estrategia de Núñez Feijóo, Elías Bendodo y Pedro Rollan desde la calle Génova ha sido acertada y un éxito político.
Las lamentaciones y vestiduras rasgadas con que han recibido los pactos los medios y los agentes electorales que sostienen el sanchismo, son el cuento infantil de Pedrito y el lobo en versión 2023.Y reconoce lo erróneo del diagnostico real sociológico del cuerpo electoral sobre el que se asienta la estrategia socialista.