El PSOE como partido moderado, constitucional y de referencia durante la Transición se ha acabado. O, mejor dicho, lo ha destrozado Pedro Sánchez con sus pactos contra natura democrática y constitucional para convertirlo en un simple apéndice de su sistema y autocrático poder personal. El que está sometido a exigencias de la izquierda populista y radical de Podemos y Sumar y a los chantajes del nacionalismo separatista de Bildu, ERC, JxC y PNV.
Esa mayoría ‘Frankenstein’ que denunció Alfredo Pérez Rubalcaba y que ha dejado en el desamparo político y electoral a un amplio sector de militantes y votantes del verdadero PSOE. Los que carecen de un responsable partido socialdemócrata, de unos medios de comunicación que los amparen y, en suma, de una propuesta progresista, ajena a la oposición conservadora, que les permita abandonar la resignación y la frustración en la que viven.
Existen en este entorno socialdemócrata español -antes de que se pierda como en Francia e Italia- motivos suficientes por los que urge la aparición de una nueva fuerza política, un Partido Social Demócrata Español (PSDE).
Sobre todo una vez que las muy recientes complicidades del Gobierno de Sánchez con distintos colectivos de delincuentes han favorecido: por la Ley del ‘solo sí es sí’ a los violadores y agresores sexuales; y por la supresión del delito de sedición y la reforma de la malversación a delincuentes sediciosos, malversadores y corruptos.
Presentar, después de las elecciones autonómicas y municipales de mayo, un nuevo partido socialdemócrata o una ‘asociación de electores’ en las más grandes circunscripciones electorales de España no es difícil, ni muy costoso, si existe voluntad política y firmeza democrática y progresista.
La fórmula de un partido de ‘cuadros y candidatos’, con una organización limitada y presencia en las ‘redes sociales’ bien podría ser una oferta muy interesante que cuente incluso con algunos millones de votantes en tiempo récord y se convierta en una opción decisiva para la formación, a finales de año, del futuro y nuevo Gobierno español.
Actuales dirigentes, gobernantes autonómicos y locales del PSOE, así como históricos gobernantes y dirigentes de este partido, a los que se les pueden añadir las despreciadas por Sánchez asociaciones feministas socialistas, así como otros colectivos progresistas, pueden integrarse en este posible PSDE o en una iniciativa parecida, rompiendo la resignación y pasando a la acción.
Lo peor sería no hacer nada y esperar a ver si Sánchez pierde las elecciones frente al PP y entonces el PSOE se hunde y se rompe sin remisión o puede regresar a su tiempo pasado que sin duda fue mejor. Pero el problema de la deriva destructiva del ‘sanchismo’ no solo concierne al PSOE sino que a la vez incumbe y atañe a todo el país, a las instituciones, a la vida democrática y a la unidad de España.
Cuestiones todas estas que están sobre la mesa del debate nacional y que necesitan de la participación y de presencia, en el corazón de la izquierda, de una nueva oferta progresista y socialdemócrata. La que con seguridad y, al margen del ‘sanchismo’, cuenta una amplia base social que a la espera está de que alguien o muchos levanten una bandera parecida, o en línea, de lo que significaría la llegada de un nuevo Partido Social Demócrata Español.
¿A qué esperan unos y otras para ponerse en marcha? Es mucho más fácil, necesario y más sencillo de lo que todos ello podrían imaginar. Los posibles votantes que los están esperando son cientos de miles, puede que algunos millones. Máxime ahora que ha desaparecido Ciudadanos y que en el centro izquierda ha quedado un enorme vació que alguien intentará ocupar.