(la de Sánchez, la de Aragonés y la de Yolanda/Colau)
Ocurrió el año 2017, a lo largo de los meses de septiembre y octubre, unos hechos conocidos, públicos y notorios, con consecuencias que siguen pesando en la política española cinco años después, y con lecturas muy diferentes según quien las sostengan. Se llamó “procés” y tendrá un espacio en la historia de los fracasos del independentismo catalán. Estos días, en plena campaña electoral que debe determinar el futuro del próximo cuatrienio conviven y compiten tres lecturas políticas del proceso y incluso una cuarta, la del último auto del magistrado instructor del caso que recalifica las penas tras la reforma reclamada por los protagonistas de lo ocurrido asumida y dictada por el gobierno que encabeza Pedro Sánchez.
La primera versión es la del presidente del gobierno y del PSOE, y de sus portavoces más autorizados, que sostienen que el llamado “procés” (catalanes por la independencia) está concluido, agotado, historia pasada. Para avalarlo dicen que las calles de Cataluña están tranquilas, pacificadas y la vida política discurre por cauces de normalidad. Les interesa esa tesis para validar sus alianzas y sus decisiones.
La segunda es la de una parte de los protagonistas, de Junqueras, Aragonés y demás portavoces que sostienen todo lo contrario, que el “procés” sigue vivo, militante, activo y determinado a lograr sus objetivos; primero la amnistía (es decir la desjudialización) y luego el referéndum para la autodeterminación que conduzca a la república catalana.
La tercera la esgrimen la vicepresidenta 2ª del gobierno y su aliada alcaldesa de Barcelona, para las que el “procés” no ha concluido porque “las gentes deben decidir lo que quieren hacer con la historia del país (Cataluña)”. No defienden la independencia, pero si el “procés” que incluye la autodeterminación, el referéndum.
Sobrevolando tantas tesis está la opinión del presidente del Tribunal Constitucional que en su primera declaración antes de ocupar el despacho dejó claro que la Constitución no permite amparar ni un referéndum ni la independencia. No obstante, algunos de los miembros del Tribunal consideran que todo depende de cómo se vaya a plantear.
¿Qué tesis prosperará?, solo el tiempo lo determinará. ¿Quién dice la verdad? ¿Quién cree que su tesis será permanente? Probablemente ni ellos mismos los sepan. La palabra de Pedro Sánchez es versátil, y acomodaticia. La posición de los “indepes” es emocional, vital, forma parte de su forma de vida. En resumen que puede quedar “procés” para rato.