Andoni Iraola, entrenador del Rayo Vallecano, ha dirigido la mejor temporada del equipo madrileño. José Bordalás, llamado a última hora para evitar el descenso del Getafe, está a punto de llegar a la meta. El Sevilla se apuntó a los peores lugares de la tabla y recurrió a José Luis Mendilibar. No solo se ha salvado del descenso hacia el que apuntaba, sino que, además, se ha clasificado para la final de Liga Europa. Son tres nombres de entrenadores que se han ganado el respeto de la profesión y están en la órbita de los técnicos que sin haber llegado a la cumbre están por encima de las muchas mediocridades que ha llegado a España con vitola de excepcionales.
La historia del fútbol español cuenta en su larga nómina de entrenadores, con quienes se han distinguido por ser, en algunos casos, los bomberos que se han especializado en apagar el fuego de Primera. Y también, en ser participes de actuaciones de equipos que se han mantenido entre los mejores de manera extraordinaria aunque en algunos casos haya sido de manera angustiosa.
Mendilibar, que esta semana puede obtener un título europeo, ganó admiración cuando dirigió al Eibar, club auténticamente modesto, que hizo campañas muy estimables en Primera. En el Sánchez Pizjuán han sido, a veces, especialistas en grandes fichajes que no han cumplido con las expectativas. Mendilbar, seguramente, se retirará sin llegar al premio de un gran club europeo, pero se irá dejando huella por donde ha pisado.
Andoni Iraola se ha consolidado en el banquillo vallecano, equipo que tenía que sufrir mucho para no descender. El Rayo, además de protagonizar grandes partidos ante los mejores, se ha consolidado en Primera e incluso ha aspirado a un puesto continental. Iraola se va, pero en Vallecas tendrán que recordarle siempre. Ha llevado al conjunto a metas inesperadas y ha puesto en la competición a jugadores que han ganado prestigio futbolístico gracias a su buena conducción.
José Bordalás llevó al Valencia a la final de Copa que perdió con el Betis, a pesar de que Peter Lim y Jorge Mendes ya habían desmantelado la plantilla con ventas interesantes para sus negocios. No continuó por la misma razón que tuvieron que salir de Mestalla, Marcelino y Mateu Alemany. El dueño del club valenciano no tolera a nadie que triunfe y de ahí que no le renovara el contrato. En Getafe triunfó en años anteriores y ha regresado para conseguir que el club no sea parte de la Segunda. Mendilibar, Iroala y Bordalás, seguramente, nunca entrenarán a Madrid, Barcelona o P.S.G. Pero no tienen menos categoría profesional que los que circulan por los clubes más empingorotados.
Posdata. En Mestalla, los ultras con sus gritos racistas lograron el cierre de su grada para tres partidos. El club lucha por acabar con los indeseables. Pero quedan algunos. Los mismos que se quejaron de que Vinicius les dijera aquella de “a Segunda”, despidieron al Espanyol, con el mismo grito. Luchar contra los despreciables hay momentos en que parece imposible.