Serán los años, que me empujan inexorablemente hacia otro largo otoño, pero llevo mal estos días sin tregua.
Otro viejo amigo se ha adentrado en el territorio de la quimioterapia, una hija del alma lucha por salir del túnel sin luz de los pensamientos sin perdón, la Virgen de la Cueva se olvidó de mi tierra, donde hace años que no llueve como mean las vacas y el verde de los campos se ha tornado amarillento.
La veta barrunta sequía, una sequía de 500 noches y 500 días.
Son malos ratos, de pocas risas y muchas lágrimas.
La actualidad parece una broma embarcado en el mar huracanado de estos días feos, sin ganas de espejos ni caricias.
Pero hay que mirarla de frente. Así y asiéndola de los cuernos han cogido las jugadoras de fútbol de la selección española a esa Federación de mierda que construyó Rubiales mientras se tocaba las pelotas. Y antes que el granadino, sus antecesores, todos ellos hechos de puro machismo-leninismo.
Comprendo que haya gente que esté harta de esta especie de folletín, pero es, sin duda, el acontecimiento más importante en el universo de la mujer que se ha vivido en España y posiblemente en Europa en lo que llevamos de siglo. Ríete tú de la factoría de ocurrencias de género de Irene Montero: esto que está ocurriendo, es cosa seria. No las han empoderado, se han empoderado ellas a raíz del ‘piquito’ de Rubiales, que retrató con la Reina de fondo un régimen que, aparte masculino en el sentido peor de la palabra, era cutre, ordinario y montaraz.
Las futuras generaciones de españolas tendrán mucho que agradecer a este grupo de mujeres valientes. No sólo es un trofeo de dignidad, sino también un cañonazo de derechos por toda la escuadra. Para España, para los españoles de todos los sexos -incluidos los que militan en VOX-, ellas han ganado mucho más que un Mundial de Fútbol, han ganado un futuro más decente, sin piquitos y con besos, si son compartidos, como Dios manda.
El otro asunto que nos llueve como actualidad es la investidura y el lío de la amnistía. Defiendo y defenderé la libertad de expresión en este y todos los asuntos. Cada uno es muy libre de pensar lo que quiera y expresarlo donde crea conveniente.
Pero también existen sus límites.
En el asunto de la amnistía que sacará adelante la mayoría que investirá a Pedro Sánchez, me parece una indecencia la búsqueda y captura que ha iniciado el PP para sumar cuatro votos entre posibles tránsfugas de los socialistas -apuntan en especial a los diputados de Castilla-La Mancha- para entronizar a Feijóo. Sorpresivamente ha sido Esperanza Aguirre, que bebió del mismo cáliz hasta las heces, la que se ha manifestado en contra.
Muchos barones del PP, incluido el de Andalucía -yo lo tenía por algo más sensato-, han salido a saco pidiendo públicamente la consumación de dicha tropelía. ¿Podría gobernar con esa carga de corrupción política Feijóo en caso de ser investido con votos de tránsfugas socialistas?
Sin duda. Los medios y los escribanos de la derecha más rancia convertirían semejan adefesio en un acto patriótico de Feijóo merecedor de la más alta distinción, la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, y un marquesado aunque sea en altamar, a bordo de un barco.
De eso, del relato amigo de las derechas deben estar muy pendientes Felipe González y Alfonso Guerra para intentar enjugar el mamarracho senil que están protagonizando contra Pedro Sánchez a propósito de la oposición a la amnistía. Están haciendo tantos méritos que no descarto que Pío Moa los inmortalice en un best seller como Españoles y patriotas en la España que se rompe o se romperá. Ya veremos.
PD: Por cierto, cubierta la actualidad sobradamente, me gustaría recordarles a todos que la mayoría de los españoles están ocupados en asuntos más mundanos; sobre todo, llegar a final de mes tras las subidas de las hipotecas, la inflación, los gastos escolares, la derrama de la comunidad, los previstos y los imprevistos…
Hay gente que no se pierde ni un episodio de Master Chef para enriquecer televisivamente el menú familiar, porque la realidad, la cruda realidad, es: un día toca papas con huevos, y otro, huevos con papas, y así alternativamente hasta el infinito.
Y hay niños, demasiados niños para nuestra vergüenza, que siguen yendo al cole sin desayunar.