No era un simple partido de fútbol aunque deportivamente pudiera parecerlo. Era mucho más para los españoles. Era un auto de fe. La selección española, campeona del mundo, tenía casi la obligación moral de ganar aunque es la número dos del mundo y la adversaria, Suecia, la uno. La derrota habría sido normal mientras no ocurriera de manera rotunda. De caer de forma casi humillante la selección femenina se habría topado con un titulo como este: no eran tan buenas. Mas si son muy buenas. Ganaron en el minuto 96 de penalti, pero antes habían hecho méritos para conseguir la victoria. A Suecia casi le bastó contar con la gran protagonista del encuentro, su portera, Musovic. Ella se bastó para que su equipo solamente recibiera tres tantos. Hizo paradas de mérito tan indiscutible que si hubo premio para la mejor se lo debió llevar ella. Athenea del Castillo, Eva Navarro y Mariona Caldentey fueron las felices goleadoras.
Lo ocurrido en el mes que ha trascurrido desde la obtención del título mundial en Sidney a hoy los acontecimientos nos ha llevado a polémicas, medio plantes, pasiones a favor y en contra de modo que las futbolistas con sus apasionamientos y sus reivindicaciones, las obligaba a contentar a quienes las han defendido y darles en los morros a todos aquellos que han puesto en duda sus verdaderas calidades futbolísticas.
Jugar contra las suecas con prolegómenos en que se oficiaba la repulsa a todo aquello que las ha encendido, creaba ciertas miedos y no pocas indecisiones. Antes del comienzo ambas selecciones posaron tras la pancarta del “Se acabó” con el subtitulo en el que se indicaba que la consigna y el deseo de acabar con las discriminaciones es de todas y yo diría que también de todos.
Se notó durante bastantes minutos que las jugadoras españolas no estaban en lo que celebraban. Se las notaba un tanto confusas e imprecisas en el pase. Cometieron errores casi infantiles y ello era propio del nerviosismo que se les supone embargaba. Hubo momentos en que nos faltó más velocidad y verticalidad. Personalmente, noté la ausencia de la lesionada Salma Paralluelo que es capaz de burlar la defensa contraria con su velocidad de atleta y sus ingeniosidades balompédicas.
El gol de Suecia, marcado por Erickson en el remate de un saque de esquina, parece que espoleó a las nuestras y a partir de ese momento el espíritu fue otro. Se robaron más balones y se buscó el área contraria con más decisión aunque lo importante, el gol, fue marcado por Athenea del Castillo en disparo desde fuera del área, desde donde rematan los grandes artilleros. El balón botó medio metro antes de que llegara a Musovic, que no supo detener el balón y el empate produjo no solo igualada en el marcador, sino en la consecuencia del juego de ambos equipos. (Se desconoce lo que dirá Alfonso Guerra cuando sepa que Athenea marcó pese a sus tres trenzas y sus tiempos de peluquería.)
Las suecas por medio de Hurtig consiguieron el empate a dos con lo que la ventaja obtenida por Eva Navarro se tornó en desilusión. Pero no había acabado ahí el partido. Quedaban los instantes finales en que las españolas no perdieron le fe y siguieron buscando el gol En contragolpe que anunciaba diana llegó el penalti que le hicieron a Amaiur Sarriegui y hubo que soñar de nuevo con la diana definitiva. No falló Mariona aunque la portera sueca le adivinó la dirección del disparo. Triunfo final y merecido. Son muy buenas.