Va a dar igual. Pase lo que pase en la investidura de Sánchez porque, o bien la conseguirá con la rendición de Puigdemont y los demás compañeros de viaje, o porque volverá a ganar las elecciones y más ampliamente que en el 23-J en caso de repetición electoral. Y enarbolando la bandera española al grito de ‘yo no acepto los chantajes de Puigdemont’.
Y que se ‘aten los machos’ la lista de los pedigüeños de La Moncloa porque Sánchez no está para bromas y les va a advertir a todos ellos, desde Yolanda Díaz a Carles Puigdemont, que esto de la investidura son lentejas y ‘ si quieres las tomas y si no las dejas’.
A sabiendas como ya saben en Sumar, JxC, ERC y PNV que en el caso de una repetición electoral muchos de los ahora invitados a la investidura van a sufrir un nuevo retroceso y batacazo electoral si se repiten las elecciones. De manera que o se suben ahora y pronto al tren de la investidura o tendrán que hacerlo en el mes de enero de 2024 con mayor debilidad si se repiten las elecciones.
En el PP, tarde y mal, parece que Feijóo ya empieza a reconocer que Sánchez volverá a ser presidente del Gobierno con Ley de amnistía incluida. Y en el casos de repetición electoral porque Vox sufre una crisis interna muy seria y puede que no llegue a 20 diputados con lo que el PP necesitaría sacar 156 escaños o más para gobernar, y eso sería mucho sacar sobre todo con Feijóo en la cabecera del cartel del PP.
El en caso de que se produzca la repetición electoral ya veremos si el candidato del PP vuelve a ser Feijóo o si salta a la palestra Isabel Ayuso, vistos la falta de liderazgo y los errores de Feijóo.
Estamos, mal que nos pese en una situación que le ha permitido a Sánchez derrotar a los tres últimos presidentes del PP, Rajoy (2018), Casado (2019) y Feijóo (2023). Tres estrellas como las que se lucen en las camisetas de los equipos ganadores del campeonato Mundial de Fútbol, y que Sánchez luce en su camiseta nacional.
O sea, no hay nada que hacer, aunque el verdadero perdedor de los comicios es este país ante la creciente autocracia del sanchismo que, como caballo de Atila, destruye a su paso la hierba que pisa y lo que tiene a su alrededor. A la mayor gloria del nuevo ‘Conductor’.