Ricardo Gallardo se hace “un Rubiales”

Ricardo Gallardo se hace “un Rubiales”

Canal SurRicargo Gallardo

Una de las noticias taurinas de ayer domingo daba cuenta del indulto (otro más) de un toro de Ricardo Gallardo en Utrera. Curiosamente fue el primer toro de la corrida, celebrada en honor de la Virgen de Consolación, patrona de la histórica villa sevillana. La noticia, en realidad, no hubiera tenido mayor trascendencia, dada la epidemia de “indultitis” que se ha desatado esta temporada en España, si no fuera por el protagonismo, tan voraz como inoportuno, que este ganadero ejerce en las plazas de toros en que se lidia una corrida de su hierro, especialmente si el festejo es trasmitido por una cadena de televisión. Sabedor de que el realizador está pendiente de sus reacciones, se emplea en actuar con desbordante vitalidad, exagerando su nerviosismo ante el comportamiento de los toros, moviéndose constantemente por el callejón o, aún peor –como ayer en Utrera--, mostrando su “gallarda” figura por la tronera de un burladero de la barrera, como si estuviera en su plaza de tientas.

Lo malo es que no para aquí la cosa. Una vez consumado el indulto del toro, y comoquiera que el acto de suprema gracia conlleva cierta disparidad de criterios, la periodista de Canal Sur, Noelia López, que cubre este tipo de eventos, le acercó el micrófono a este respecto, preguntando por el último destino del toro: “¿Usted se lo llevaría al campo?”, a lo que el intrépido Ricardo Gallado respondió, en plan machoalfa: “A ti, te llevaría yo al campo!”.

Lo que le faltaba a la fiesta de los toros es que un miembro importante del gremio ganadero se metiera en semejante atolladero. La compañera debió quedarse a cuadros ante semejante patochada; pero el mal ya está hecho. Ricardo Gallardo ha metido la pata hasta el corvejón, ignorando el más elemental sentido del respeto, la ética y la estética, que personajes de su relevancia deben empelar en las plazas de toros. Lo suyo va más allá del acto machista, es comida para los pájaros de mal agüero que andan al acecho de la tauromaquia y munición gratuita para que el tiroteo feminista se haga ensordecedor. Ha hecho “un Rubiales”, probablemente sin proponérselo. La cagada es gorda. Encima el toro (por cierto muy bien toreado por Esaú Fernández), se llama “Embriagado”. ¿Tendrá esta coincidencia algo que ver con lo sucedido. Me importa un bledo. El escándalo ya es inevitable. Allá tú, Ricardo.